Este domingo 9 de enero se perpetrará, por segunda vez, la elección a gobernador en el Estado Barinas sencillamente porque el régimen perdió y se rehusó aceptar el resultado. Se llevará a cabo aplicando la misma fórmula desde 2017, solo que está vez la flagrancia es mucho más descarada. Se imponga el candidato del chavismo o no, el régimen ya perdió, lamentablemente acumula más excusas para que las sanciones internacionales se incrementen, el mundo democrático es especialmente susceptible a los delitos electorales.
Con relación a este evento, hemos sido incisivos, el haber permitido elecciones en condiciones mínimas destruyó a Venezuela, ninguna elección que se realice alejada de la legalidad y la legitimidad podrá ser funcional para el país, solo lo será para sus organizadores, máxime cuando desde 2017 el régimen se vacunó para evitar la hecatombe electoral que sufrió en las parlamentarias de 2015. Los procesos electorales con instituciones psuvizadas profundizan la crisis, por ello luego de cada proceso electoral el país empeora cada vez más aprisa.
El otro evento del que se habla es la continuación del presunto diálogo, la oposición reconocida, la que encabeza Juan Guaidó, aún no decide, sí ella no participa muy seguramente el chavismo recurrirá a la “otra oposición”, al nuevo polo patriótico, encabezado por las organizaciones políticas que el TSJ entregó directivas y un numero indeterminado de nuevos partidos exprés con liderazgos prácticamente anónimos.
La otra advertencia empírica ha sido la disfuncionalidad de los diálogos promovidos por el chavismo, desde época de Chávez. Solo han servido para que el régimen pueda transitar coyunturas específicas, mientras se sienta no reduce la velocidad con la que consolida el castrismo en Venezuela, al contrario, redobla sus esfuerzos. Luego de cada “diálogo” el país también empeora alarmantemente.
Tan es así, que el régimen tiene un Plan B, las organizaciones que el TSJ obsequió las directivas de las principales organizaciones opositoras, así como organizaciones nuevas, cuya misión es expresa, secundar toda agenda del régimen como elecciones, pactos, diálogos, entre toda una gama de acciones, como por ejemplo exigir el cese de sanciones y acusar la corrupción del interinato, no exigir el cese de las causas reales que generan las sanciones ni la corrupción del chavismo, según expertos, la más grande de la humanidad luego de la segunda guerra mundial.
Otro aspecto relevante es que el régimen condiciona el presunto diálogo, ha dicho que dependerá de lo que la justicia estadounidense decida en torno al empresario colombiano Alex Saab, tal como apreciamos, para el régimen es prioridad sus “símbolos” no la realidad a al que diariamente se tienen que enfrentar los venezolanos.
Así es, el castrismo venezolano prioriza sus símbolos por encima de las necesidades reales, el discurso, los mensajes vía férreo control de los medios de comunicación, sus aliados… esas son sus prioridades para retener el poder.
Por otro lado, la oposición reconocida es poco lo que ha hecho a lo interno del país, se mantiene ajena a lo que los venezolanos padecen, este sector ha perdido la conectividad con la población. Lamentablemente, como apreciamos, comenzamos el 2022 de la peor manera, cometiendo los mismos errores desde que el chavismo se apoderó del poder. La ruptura de la agenda chavista es lo único que puede devolver la constitucionalidad y la democracia en el país y ese es la misión del liderazgo opositor requerido.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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