martes, 27 de octubre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, PRESUPUESTO 2016: PROFUNDIZACIÓN DEL DESASTRE ECONÓMICO.

En la escogencia del artículo, enfrentamos el dilema de escribir sobre el presupuesto 2016 o sobre el presidencialismo económico (el Presidente de la Republica como jefe de la economía) acompañado de un Estado Mayor del Plan de Recuperación Económica (enero 2015) y por el recién creado Comando Nacional de Precios Justos en un contexto de evidente militarismo (preponderancia del espíritu militar en una Nación). Optamos por abordar la Ley del Presupuesto para el Ejercicio Fiscal 2016, ya que obviamente afecta el hecho económico e impacta todo el tejido social, mientras que el otro tema (objeto de un próximo artículo), a nuestro entender, es utilizado para desviar la atención de lo importante en pro de una mediática ilusión de control inflacionario “enfrentando” la especulación como causa y no como consecuencia de la escasez y el desabastecimiento.

La economía venezolana muestra un proceso continuo de empobrecimiento, verificado por la recesión (disminución generalizada y continua de la actividad económica por un año  o más) de los últimos años a la luz de la caída del PIB (cantidad de producción), tal como en 1999: -6,0%, en 2002: -8,9%, en 2003: -7,8%, en 2009: -3,2%, en 2010: -1,5%, en 2014: -4,1%, y la estimada 2015: -10,1%  (la peor en la historia económica del país). Es así, que Venezuela completará ¡8 trimestres continuos sin crecimiento!, a lo cual debe añadirse un permanente déficit fiscal (gastos mayores que los ingresos), con el agravante de no observarse señales de cambio a corto plazo, muy por el contrario el Presupuesto Nacional 2016 fue formulado para un país en permanente progreso (¿?), con la particularidad de haberse presentado en la Asamblea Nacional sin definir el comportamiento esperado para las principales variables macroeconómicas, rompiendo  la obligante vinculación  entre la planificación (prever hechos y proyectar tendencias) y el presupuesto (identificación que sustenta la acción); siendo que la estimación de ingresos y gastos reflejados en un presupuesto emana de una política de gobierno que establece montos en función de alcanzar objetivos a tenor de una definición de planes y programas que resultan de la planificación, luego recogidos en el presupuesto al cuantificar los recursos financieros requeridos en pro de concretar las metas trazadas,  al tiempo que el Presupuesto Nacional vincula ambos instrumentos en función de la utilización de recursos en aras de procurar el bienestar nacional con prevalencia de una estabilidad económica en concordancia con un concreto modelo de desarrollo.
Surge una interrogante: ¿bajo esas premisas se estructuró el Presupuesto Nacional 2016? Inferimos un rotundo no; veamos. El presupuesto original 2015 se situó en Bs 741.000 millones, mientras que el modificado alcanzó a Bs 1 billón 663 mil millones (al sumarle los créditos adicionales por Bs 922.000 millones) de lo cual se desprende que dichos créditos adicionales representaron el 55,4% del presupuesto total modificado, es decir no se ejerció una eficiente (o ninguna) vinculación de la planificación con el presupuesto, al tiempo de consagrar que más de la mitad fuese manejado a discrecionalidad por el Ejecutivo Nacional con el aval de la Asamblea Nacional. Por otra parte, el presupuesto original 2016, apartándose  de racionalidad al soslayar que la economía del  país enfrenta una manifiesta situación de estanflación (mínimo crecimiento y alta inflación), alcanza un monto de Bs 1 billón 548 mil 574 millones lo cual equivale a un incremento superior al 20% con respecto al original 2015 ¡en plena crisis!, y de un -7%  (Bs 115.000 millones) con relación al modificado 2015 que será equilibrado con una ley de endeudamiento 2016 ( ya presentada) por Bs  125.000 millones (8% de los recursos totales); siendo de trascendencia destacar que los recursos provenientes de la exportación petrolera se estimaron en apenas un 13,9% (Bs 216 mil 581 millones) de los ingresos totales en aras, afirman, de “reducir la dependencia del sector petrolero” (¡en 365 días!); mientras que el 77,9% (Bs 1 billón 207 mil 574 millones) provendrá de la recaudación interna, para lo cual, sostienen, se proponen “optimizar el sistema tributario aumentado el número de contribuyentes y disminuyendo progresivamente la evasión fiscal” ¡también en 365 días y en pleno descalabro económico!; todo ello en un escenario de fantasía caracterizado por una tasa de inflación del 60% (vs un estimado del 200%) y manteniendo el nefasto y corruptor  tipo de cambio de Bs 6,30/$.
Tal magia financiera-presupuestaria, facilita visualizar que estamos a las puertas (de mantenerse la “estrategia” económica actual) tanto de una reforma fiscal de fundamento tributario en la búsqueda de un aumento de los ingresos (sin disminuir el gasto que es lo racional) como de una profunda devaluación, en un marco que se apoyará, inferimos, en el incremento de las alícuotas impositivas del i/lr (tributación directa), en la modificación del IVA (tributación indirecta); sin descartar otras acciones tales como el retorno del impuesto al débito cambiario, del impuesto a las transacciones financieras, del impuesto a las ventas al mayor, del impuesto a los activos empresariales, ajuste a los timbres fiscales, un alza de la unidad tributaria y ¡algo más!.
Finalmente, vale destacar que el actual desastre económico se sucede a pesar de haber ingresado al país durante los últimos 15 años ¡más de 1billón 600 mil millones de dólares! malvadamente despilfarrados; lo cual nos trae a la mente estrofas de nuestro Himno Nacional en cuanto a exigir el cumplimiento del Artículo 299 Constitucional, muy especialmente en lo atinente a la permanencia y equidad del crecimiento de la economía: “Gritemos con brío….Compatriotas fieles la fuerza es la unión”.
Jesús Alexis González     
Jagp611@gmail.com

@jesusalexis2020

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