REFLEXIONES LIBERTARIAS
En América Latina durante años se han escuchando quejas de la crueldad
de los gringos, al no permitir que los inmigrantes indocumentados—como llaman
los progresistas a los ilegales—libremente continúen ingresando a los EEUU sin
molestias. Los que ya penetraron el país ilegalmente, tampoco sean molestados.
Pero desde que Trump apareció en el horizonte político, esas voces no solo
subieron de tono arremetiendo contra el ahora presidente; Se han convertido una
secta de encabronados, no solo reclutando “indocumentados”, sino también se ha
sumado una nueva capa social y multinacional contra el güero populista.
Algo que llama mi atención, es que gentes portadoras de admirables
intelectos, infinidad de títulos universitarios, reputaciones intachables, pero
que radican a miles de Km de la frontera, emerjan como grandes especialistas de
la grave problemática migratoria y, en general, de la frontera Mexico—EEUU.
Hace unos días, tuve la oportunidad de leer un par de artículos publicados por
dos admirados economistas, uno español y el otro argentino. Obviamente su
contenido está cuajado de furiosos ataques al nuevo presidente de ese país,
especialmente contra sus políticas migratorias.
Al ir avanzando en su lectura, llegaba a mi mente el popular dicho
vaquero de mi tierra: “Estos no saben ni quien capó al Apache”. Esta expresión
se originó en Sonora cuando los Apaches, en sus incursiones al norte de México
del siglo 19, atacaban ranchos sin misericordia. En cierta ocasión atacaban uno
en la región del rio de Sonora, pero los moradores estaban preparados y
repelían la agresión. Los Apaches se retiraban dejando 6 de sus guerreros
muertos. Los vaqueros se aproximan a revisar los cuerpos, cuando uno de ellos
reconoce al sanguinario jefe Toribio. Con la furia en el rostro se acerca al
muerto para cortarle los testículos y, por varios meses, como trofeo los
exhibía colgados de la cabeza de su silla.
Este episodio se conoció en todo el norte de Mexico, el vaquero se hizo
famoso y era raro que alguien no conociera la historia ni su nombre. Ahí nacía
la forma ranchera para, cuando alguien hablaba de un tema que no conocía, se le
callaba diciendo: “Este no sabe ni quien capó al apache”.
Estos señores, en sus oficinas a 10,000 Km de distancia, se convierten
en expertos de los graves problemas que se viven en la frontera Mexico—EEUU.
Pero yo pienso que para tratar estos temas con responsabilidad, requiere
conocer profundamente esta región fronteriza tan especial.
Yo, como liberal, siempre fui partidario de las fronteras abiertas. Sin
embargo, hace algunos años tuve una experiencia que me hizo reflexionar.
Me encontraba en el aeropuerto de mi ciudad natal, Hermosillo, Sonora.
En esos momentos anuncian el arribo de un vuelo procedente de la ciudad de
Mexico. Cuando veo a los pasajeros penetrando la sala, con sorpresa me doy
cuenta, casi el 100% eran centroamericanos. Pude luego observar cómo, en una
operación casi militar, eran montados en por lo menos 10 camionetas Van, para
dirigirse al norte. Un buen amigo arribaba en uno de los vuelos para dirigirnos
hacia Arizona, y le propongo seguirlos.
Nuestra jornada nos llevó hasta una zona en la región noroeste del
estado conocida como Sásabe y, al arribar, no podíamos creer lo que veíamos.
Campamentos interminables de infelices seres humanos tratados como animales. Un
par de policías que hacían rondas, nos recomiendan no cruzar a los EEUU por esa
aduana. ¿Qué es esto? Les pregunto. Me responde uno de ellos; “Pues mire señor,
esta es una región controlada por las mafias del narco, aquí no hay ley y a
nosotros nos mandan de Caborca para hacernos pendejos. En estos campamentos
debe haber unos 5,000 aspirantes a cruzar. Por aquí pasan ilegales, pasa droga,
mujeres como mercancía, entran armas, dólares en efectivo. Hay muchas mujeres y
la mayoría son violadas”.
Es cuando me pregunto ¿Esta es la migración que defendemos?
En esos momentos inicié el proceso de cabalgar, originalmente del
concepto de migración abierta, para arribar al de migración legal y ordenada.
Yo sí conozco la frontera, nací en ella. La debo de haber cruzado miles de
veces. La he recorrido desde que, asistiendo al Tec de Monterrey, la
transitábamos partiendo de Monterrey, Laredo, Eagle Pass, Del Rio, El Paso, en
Texas. Las Cruces en Nuevo México y Nogales ya para entrar a Sonora. Era una
bella jornada bordeando la frontera, pero hoy día si alguien se atreve a
recorrerla, con seguridad antes de llegar a El Paso sería asaltado o
asesinado.
Durante años he atestiguado la forma en la que esta región fronteriza se
ha ido descomponiendo para, pasar de hermosas ciudades en paz, como los dos Nogales
en donde en los años 70, prácticamente el cruce era libre, a una zona como el
infierno de Nogales, Sonora hoy día, en la que da pavor caminar por sus calles
tomadas por soldados armados hasta los dientes. La pacifica Ciudad Juárez que
visitábamos en nuestros viajes de estudiantes, hasta convertirse en la ciudad
más peligrosa del mundo. La bella región que corre desde Nogales hasta Agua
Prieta, donde recorríamos los hermosos lomeríos de lo que fuera la operación
ganadera más importante de México, pero hoy día nadie se atreve siquiera a
asomarse, pues es controlada por las mafias del narco.
En Tijuana las turbas de ilegales que, al este de la ciudad, en la zona
de El Florido, al caer la tarde, como la carga de Pancho Villa en Columbus, a
la señal de un líder se inicia la invasión del territorio de EEUU, ante la
mirada de impotencia de unos cuantos agentes de ICE.
Esto es algo que los analistas a 10,000 Km de distancia no han
atestiguado. Pero lo que de seguro si han atestiguado, es un payaso como Vicente
Fox golpear una piñata con la esfinge de Trump. Repetir miles de veces su
graciosa frase: “We are not going to pay for the fucking wall”. O acudir a un
popular programa de TV para hacerle la señal del dedo al presidente Trump.
Seguimos fabricando pobres, pero la novedad diplomática del gobierno
mexicano, es dar órdenes a todos los consulados de asistir a nuestros
“indocumentados”, incluyendo delincuentes, para que, en desafío a la ley y los
esfuerzos de EEUU, ilegalmente permanezcan en el país. Aquí tendrán que aplicar
la receta del yaqui Rafái quien, cuando le llegaban inesperadas visitas en su
casa, y ya pasada la hora de ir a la cama alargaban la estancia, afirmaba:
“Parece que a estos yoris vamos a tener que sacarlos como a los jabalines de
las cuevas, echándoles humo con leña de palo fierro”.
Aunque voté por Donald Trump, tengo grandes desacuerdos con muchas de
sus políticas, en especial las de comercio internacional que no solo considero
malas, sino peligrosas. Y no es el propósito de mi escrito apoyarlo, lo que
pretendo es expresar mis desacuerdos con estos intelectuales que, a miles de Km
de distancia y sin haber vivido esta complicada realidad, desenfundan su
feroces críticas, pero es cuando descubrimos que; “Estos no saben ni quien capó
al apache".
"Si pudiésemos correr el velo oscuro de la antigüedad [en lo
referente al origen de los reyes, del Estado y los impuestos] y pudiéramos
rastrearlos hasta sus orígenes, encontraríamos que el primero de ellos no fue
más que el rufián principal de alguna banda desenfrenada; su salvaje modo de
ser o su preeminencia en el engaño, le hicieron merecer el título de jefe entre
canallas. Incrementando su poder y depredación, obligó a los pacíficos e
indefensos a comprar su seguridad con frecuentes contribuciones." Thomas Paine.
Ricardo Valenzuela Torres
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
México-Estados Unidos
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