Nicolás
Maduro se puede prolongar en el poder después del 10 de enero, fecha en
Que vence su mandato presidencial de
seis años, porque la oposición no tiene un líder que lo enfrente y sustituya en la Presidencia. Y lo hará de la
manera más simple: tomar posesión de una reelección fraudulenta celebrada en
mayo pasado, que todo el mundo ha cuestionado y no ha reconocido.
Pero a Maduro no le importa ser
reconocido por la comunidad internacional y que lo califiquen de ilegítimo en
el futuro inmediato. Le basta con que los rusos, los chinos y los turcos le
financien su recta final a cambio de entregarles el oro, el coltán y los
diamantes, las empresas de Guayana y la estatal Pdvsa, para mantenerse en el
poder, de ser posible hasta el 2025, que son los 6 años de su segundo mandato
fraudulento.
Si Maduro decide jurar su segundo
período en condiciones ilegítimas levantará “una burbuja” a su alrededor en el
Palacio gobierno de Miraflores, débil y fácil de abatir por el
descontento social creciente, iniciado por las protestas de las bases del
Partido Socialista Unido de Venezuela y la masa de 4 millones de empleados y
obreros de la administración pública.
El descontento social de la
administración chavista, una etiqueta que cada vez pierde más su influencia
política por estar vinculada a la tendencia de Maduro después de 6 años, es una
olla de presión a explotar en cualquier momento.
Las protestas sectoriales de la
Administración se protagonizan día a día. Van más de 14.000 realizadas,
incluidas las locales y municipales, en todos los rincones de Venezuela en lo
que va de año, lo que muestra a una población decidida a no rendirse y a
reclamar sus derechos.
Los 30 millones de venezolanos esperan
por la unidad de la oposición que en los últimos meses ha sido resquebrajada,
pero sus principales partidos (4 de los 19), Primero Justicia, Acción
Democrática, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo, no logran ponerse de acuerdo
sobre el candidato a enfrentar a Maduro y en qué condiciones. Es la clave.
La desunión de la oposición podría
permitir que Maduro se prolongue en el poder. Es lo que afirma el Crisis Group
en su último análisis donde afirma que “la oposición venezolana está dividida
en facciones aparentemente irreconciliables que no se ponen de acuerdo sobre la
estrategia a seguir para acabar con la crisis de su país. Discrepan sobre si
deberían participar en las elecciones y cuándo hacerlo, sobre si deberían negociar
con el gobierno, y sobre si deberían apoyar la posible intervención militar
planteada implícitamente por potencias extranjeras”.
Pero lo más grave y ahí su alerta: ”Sin unidad entre al menos las
principales facciones opositoras, las perspectivas de resolver la crisis son
escasas, ya que esto exige negociaciones genuinas entre la oposición y el
gobierno y probablemente algún tipo de autoridad trancisional que incluya elementos de ambos.
De lo contrario, es probable que haya nuevos actos de violencia – ya sea
enfrentamientos civiles o incluso acción militar”.
La recomendación de Crisis Group: “las
facciones opositoras comprometidas con una solución negociada deberían dejar a un lado sus diferencias y forjar
una estrategia y un liderazgo común. Los actores externos
deberían apoyar la unidad de la oposición y evitar alimentar las divisiones
insistiendo en que se celebren negociaciones sin que se den las condiciones
adecuadas o sugiriendo que la intervención militar – que podría ser enormemente
destructiva – es una opción viable”.
Ludmila Vinogradoff
@ludmilavino
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