La
transición democrática de Venezuela está en marcha.
Es
la hora de la transición democrática en Venezuela. Dos hechos inéditos lo
corroboran. Primero, la valiente decisión del presidente de la Asamblea
Nacional, Juan Guaidó, al asumir sus responsabilidades de acuerdo a la
Constitución. Segundo, una cohesión sin precedentes en la comunidad
internacional, especialmente en el continente americano. Vayamos por partes.
El
jueves 10 terminó el periodo presidencial 2013-2019, produciéndose un vacío de
poder y una potencial usurpación de continuar Maduro en el cargo. La
Constitución ordena que dicho vacío debe ser ocupado por el presidente de la
Asamblea Nacional, haciéndose cargo de manera provisoria de las funciones del
ejecutivo hasta tanto un nuevo presidente surja de elecciones libres y justas.
Ese
día estuve con Idania Chirinos en su programa La Tarde de NTN24. Día plagado de
incertidumbres, dije que Juan Guaidó se encontraba entre la gloria y el olvido.
La gloria consistía en obedecer lo que la Constitución le ordenaba, lo cual
implicaba riesgos a su seguridad, su integridad física y su libertad. Esto a
sabiendas de que la Constitución es la de Chávez, a la medida del régimen.
Lo
cual es mejor desde el punto de vista del argumento político, ya que desnuda
por completo el carácter autoritario de ese régimen y su deterioro
irreversible. Es casi una ley, signo inequívoco de colapso cuando, para
continuar en el poder, una dictadura debe violar hasta la propia
institucionalidad que diseñó a su antojo.
Para
el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, no cumplir con esa Constitución
suponía comprar un boleto sin retorno hacia el olvido. Es decir, pasar a ser
despreciado y descontado por una sociedad que ha escuchado demasiadas
acrobacias discursivas de parte de políticos dispuestos a cohabitar con la
dictadura. Y agregué que estaba en él tomar esa decisión, nadie más.
El
viernes 11 Juan Guaidó se acercó a la gloria, rápidamente y con convicción.
Como reza la comunicación oficial del parlamento, apegándose a los artículos
233, 333 y 350 de la Constitución, el presidente de la Asamblea Nacional asumió
las competencias de la presidencia de la república para convocar a un proceso
de elecciones libres que faciliten una transición. La declaración es
inequívoca.
Apeló
a los militares y a la comunidad internacional, ambos imprescindibles, y aquí
le hago una sugerencia: hacerse de la chequera cuanto antes. A propósito, un
grupo de tenedores de papeles de deuda venezolana, llamado Venezuelan Creditors
Committee, anunció que no negociará con Maduro sino con la Asamblea Nacional
por ser el único poder legítimamente constituido. Inmejorable oportunidad.
En
otras palabras, un Jefe de Estado o de Gobierno es tal en tanto sea reconocido
por el mundo financiero, cuente con la obediencia de las instituciones armadas
y sea considerado legítimo por parte del sistema internacional. Por ello es
necesario que nombre embajadores rápidamente, aprovechando el apoyo recibido de
diversos países de América Latina y Europa.
La
comunidad internacional se ha ido cohesionando para desconocer a Maduro y eso
ha dado impulso a la decisión de Guaidó. La OEA lo hizo inmediatamente, en la
figura de su secretario general. Después, varios países miembros reconocieron
la autoridad legitima del presidente interino. Ocurrió en el marco de la
reunión que se llevaba a cabo en la OEA y siguió con pronunciamientos desde
varias capitales.
Los
aliados de Maduro, por su parte, siguen hablando de soberanía y no
intervención. Un discurso falaz que ahora también repite López Obrador haciendo
referencia a una supuesta tradición mexicana de no intervención. Esa tradición
no fue obstáculo para romper relaciones con la España de Franco y el Chile de
Pinochet, por citar dos ejemplos, además de otorgar asilo a cantidades de
exiliados y a las propias instituciones de la España republicana.
Con
dicha doctrina e historia, López Obrador debería hoy ofrecer asilo al Tribunal
Supremo de Justicia legítimo de Venezuela. El mundo de la no intervención es
tan solo una ficción de cómplices o miopes. Si el mundo funcionara así, el
Apartheid continuaría vigente, Milosevic habría muerto en su casa y Videla en
el poder. Quienes proclaman semejantes sinsentidos solo protegen la
reproducción de la injusticia. El mundo democrático, por el contrario, ha dado
un paso firme en apoyo a la transición política que se inicia en Venezuela.
Hector
Schamis
@hectorschamis
Washington
DC
No hay comentarios:
Publicar un comentario