Difícil
imaginar hace apenas treinta días que desde la Asamblea Nacional pudiera
emerger el líder necesario de la transición democrática. Porque a decir verdad
el Parlamento de Venezuela de un tiempo para acá se convirtió en el mejor
aliado de la dictadura socialista aferrada al poder, ello debido a sus
tratativas omisivas, distraccionistas e ineficientes que siempre ralentizaban e
incluso obstaculizaban el restablecimiento del orden constitucional.
Pero
ocurrió. Valiéndose de las más variadas herramientas de la política, este joven
de apenas 35 años, un diputado casi desconocido para el país nacional que ante
el descabezamiento jerárquico de su tolda política asumió una responsabilidad
histórica, sorteó escollos del todo inimaginables hasta alcanzar el sitial de
honor: La Presidencia de la República de Venezuela en carácter de encargado,
para encabezar entonces un proceso expedito de transición política que
culminará en elecciones presidenciales libres y limpias conforme a la Carta
Magna.
Para ello
deberá concretar en primer término el cese de la usurpación presidencial
(resolución inminente pero gravosa), para conducir de seguidas el llamado
gobierno de transición que allanará el camino al precitado evento electoral.
Una cadena de objetivos, indispensables todos a la supervivencia de la
República, que requiere de un liderazgo político en grado superlativo, que por
extraño que parezca se halla personificado en el Presidente Guaidó con
calificaciones en alza.
Son los
imponderables de la política, esos que sin prueba ni fundamento cambian el
destino de los pueblos para bien o para mal, y es por ello que la soberanía
popular debe mantener su paso firme y prudente rumbo a la liberación nacional,
necesario aporte del pueblo para que ese inédito liderazgo político siga siendo
del todo eficiente. Ora y labora.
Ronny Padrón
caballeropercivall@gmail.com
@caballeroperci
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