A lo largo del ciclo iniciado en 1999, pocas veces se
ha hecho tanpatente el grado de descomposición alcanzado por la
Fuerza Armada Nacional, como el 23-F, durante el ataque a la ayuda
humanitaria que ciudadanos de distinta procedencia intentaron
introducir a Venezuela por Colombia y Brasil.
La FAN, a través de la GNB, reprimió a los voluntarios
que participaron en la jornada, en combinación con grupos
paramilitares integrados por delincuentes de distinto pelaje,
exintegrantes de las Farc y miembros del ELN. La FAN, al no impedir que los colectivos y las Faes actuaran, aceptó que esos grupos
irregulares armados por el régimen, se ensañaran contra la
población civil inerme.
Las imágenes de Freddy Bernal e Iris Varela en
las cárceles de San Cristóbal y Ureña arengando y adoctrinando a
los presos, armándolos y participando con ellos en el ataque a los
civiles, y de paso tomándose selfing con los matones, como si fuera
una acción heroica destruir los camiones que trasportaban
medicinas y alimentos, muestran un acto obsceno frente. Significan
un vejamen para la FAN. El cuerpo quedó subordinado a las
directrices trazadas por los forajidos que participaron en el asalto.
¿Dónde quedó esa institución de inspiración prusiana que se ganó el
respeto de los venezolanos a partir de su profesionalismo, disciplina
y lealtad a la democracia?
Vladimir Padrino debería responder. Es el
principal responsable de lo ocurrido.Durante el período democrático el poder militar acataba
las órdenes del poder civil. Esta obediencia era uno de
los signos fundamentales del carácter civilista y republicano del
Estado y la sociedad. En el Senado de la República se estudiaba la
hoja de servicio de los oficiales cuyos ascensos eran propuestos
por la institución armada. Se evaluaban las credenciales. A
partir de los méritos y antigüedad de cada uniformado, el Senado
sugería el nombre de los oficiales que debían ascender a las más
altas jerarquías. La lista era considerada por el Presidente
de la República quien, en su condición de Comandante en Jefe, tomaba
la decisión en última instancia. La organización militar
constituía un cuerpo coherente, con líneas de mando verticales.
Hugo Chávez y Nicolás Maduro, con la asesoría de los cubanos, decidieron convertir en un pandemonio el
orden jerárquico de la institución castrense. Cargos y líneas que se
entrecruzan y chocan entre sí.
Rocío San Miguel y Sebastiana
Barráez, dos profesionales dedicadas al estudio exhaustivo de la
institución, describen una organización minada, desmantelada y
desvencijada, sin aprestamiento para cumplir con las tareas que le
corresponden. Sus juicios fueron confirmados por Hugo ‘El Pollo’
Carvajal, antiguo militante del chavismo, quien sabe mucho del
asunto porque durante diez años fue el hombre clave de la
contrainteligencia militar. Conocedor de los secretos más ocultos de ese
complejo mecanismo.
De esa institución respetada y admirada va quedando
muy poco. Los testimonios de los jóvenes oficiales que en
los últimos días han decido separarse del cuerpo e irse para
Colombia y Brasil, hablan de unas condiciones de vida lamentables.
Describen cuarteles a los cuales no llega el rancho, la comida. Ni reciben
uniformes o botas nuevas. Hablan del contrate abismal entre la vida
de la tropa y la de los oficiales superiores que participan en el
festín promovido por el régimen para premiar la lealtad de sus
incondicionales.
Ahora los militares no están subordinados al poder
civil organizado en Estado republicano, sino a los dictámenes
de un pequeño grupo de civiles facinerosos, monitoreados
desde Cuba por el G2 y Raúl Castro.
Una de las tareas vitales de la FAN en el futuro
inmediato será recuperar su prestigio a partir de la eliminación de
los grupos delictivos que han ocupado su lugar. Que la han
relegado a un lugar penoso. Que la convierten en cómplice de un terror
criminal que en nada se relaciona con la violencia legítima que, para
preservar la paz y la estabilidad, debe ejercer la Fuerza Armada de un
Estado democrático.
Los colectivos armados se transformaron, junto al G2,
en los peores enemigos de la FAN. Dependerá de los oficiales
a quienes les importe realmente la institución y valoren su
importancia para la preservación de la democracia, la extinción de esos
grupos. Cuando se habla de democracia y de República, los colectivos
y los militares profesionales no pueden coexistir en el mismo
universo. Son incompatibles.
Trino Márquez C.
@trinomarquezc
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