Si usted se fija bien en la última historia presidencial, Hugo Chávez nació en una casita de barro, en la más absoluta miseria durante la dictadura. Y nada más llegada la democracia fueron sacados a una casa de verdad, con luz eléctrica; se le educó gratuitamente, se le operó y trató gratis. A su padre se le educó en programa especial y se le transformó en maestro, en coordinador, en director de colegio, director de grupo y jefe de sección hasta llegar a la cúpula de los destinos públicos, jubilándose a los 20 años de trabajo y con lo reunido pasó de un rancho de bahareque, con techo de palma a dos aguas a comprar con su esfuerzo de profesor y empleado público una finca de 20 hectáreas, con tractor, desgranadoras, ordeñadoras y más de 100 animales de todo tipo (*). Ya quisieran los campesinos alemanes esas oportunidades.
Era como para estar agradecidos con la democracia porque salieron de la miseria más absoluta, algo que en 150 años de dictadura y botas militares nadie soñó en su familia. Sus hijos serían profesionales universitarios, educados gratuitamente y a todos se les dio empleo digno. Y aún siendo ellos la prueba más clara de que Venezuela es la tierra de las oportunidades, se empeñaron en mentir descaradamente sobre que la democracia nunca dio oportunidades a los pobres.
Abra, amigo lector, cualquiera de las biografías del despropósito que dirige esta “nueva República”, y se encontrará con una única constante. La mayoría de los ministros, gobernadores y alcaldes nacieron en la más absoluta pobreza durante la dictadura militar o el comienzo de la democracia, el resto son representantes de la clase media baja. La mayoría de ellos siendo pobres, pudieron estudiar gratuitamente en las escuelas y liceos, asistieron gratuitamente a las universidades que no existían en dictadura, absolutamente todos consiguieron buenos empleos.
Del liderazgo principal en los ministerios, a todos -y especialmente a los comunistas- la democracia les permitió no solo graduarse, sino que fueron enviados a las mejores universidades de Europa y Estados Unidos a hacer sus maestrías y doctorados. Nacidos en la pobreza y llegado Chávez, todos ellos ya eran universitarios, maestros y doctores, con sus casas y automóviles, todos tenían buenos empleos y una vida digna. ¿Pueden ellos decir que los pobres no tuvieron oportunidades, siendo ellos la prueba clara de lo contrario? ¿Pueden ellos hablar de que los oligarcas no les dieron oportunidades, si sus propias biografías son prueba categórica de lo contrario?
Y ¿quiénes fueron los oligarcas? ¿Rómulo Betancourt? Hijo de un inmigrante canario establecido en la Guarenas del siglo XIX. ¿Raúl Leoni? Hijo de otro inmigrante radicado en El Manteco asolado por la malaria. ¿Carlos Andrés Pérez? Que nació en un rancho del siglo XIX y que salió a lomos de un burro de su tierra. ¿Jaime Lusinchi? Hijo de una increíble doña María que regentaba una pensión y a veces se iba sin comer a la cama para que su hijo pudiera estudiar medicina. ¿Rafael Caldera? Huérfano de padres españoles y criado en el estricto hogar de Tomás Liscano. Si algo ha tenido la presidencia democrática de Venezuela, sus ministerios y la mayoría de su funcionariado toda la vida es que ha estado “100% libre de ricos y burgueses”.
¿Justicia, Independencia de Poderes? ¿Acaso no hay mayor mentira cuando los golpistas hablan de la justicia de la 4ta República, cuando ellos querían nombrar al Fiscal General, Ramón Escobar Salom, para su Junta de Gobierno?
La verdad es que los ancestros de Chávez y de quienes hoy gobiernan estaban relegados a vivir en la edad de los metales, porque el cabito terminó viviendo en un hotel de París con botellas de coñac de 1.000 dólares de la época; Gómez legó a los suyos nada menos que todo un Estado, y Marcos Pérez Jiménez en su cuenta tenía nada menos que el presupuesto de la educación de todos sus ancestros.
Mientras que a Rómulo hubo que hacerle una colecta para comprarle una casa porque no tenía dónde vivir y aceptó el regalo condicionado a que una vez muerto, la casa sería un museo. Sus hijos, por tanto, no heredaron absolutamente nada, como tampoco heredaron fortuna los hijos de Leoni. Conozco a los hijos de Lusinchi que heredaron solo buenos recuerdos, y Caldera legó su dignidad a toda prueba, como Luis Herrera del que nadie puede negar que más allá de sus quesos llaneros, jamás se preocupó en hacer fortuna. Dejo de penúltimo al “7mo hombre más rico del mundo” que muere en estado de semiabandono (por los millones que votaron por él).
Y de último dejo al hombre que nunca sabremos cuánto legó a sus hijos (supongo que nada, porque con “su sueldito”, dos ex esposas y varios hijos, es difícil). Pero a Venezuela sí dejó un legado: Hugo Chávez dejó partido en dos al país, destruyó a la izquierda, reinstauró el militarismo, triplicó la deuda, quebró las arcas, y parafraseando a Cabrujas: “Ni la caída del muro de Berlín, ni Yeltsin inaugurando un McDonald’s junto a la tumba de Lenin, hicieron tanto por la derechización nacional”.
(*) Juzgado de Primera Instancia del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Barinas, Inspección Judicial Sol. 174, Barinas, 21 de Abril de 2.009
Thays Peñalver
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