Es por demás conocido, que cada crisis de tipo económico induce cambios en la estructura del denominado Sistema Tecnoeconómico (STE); tal como el *”crash” 1929-33*, el * embargo petrolero de los 70* y la *crisis del 2008* (hecatombe del sector financiero) que condujo por vez primera en la historia hacia una *crisis global* que afectó tanto a las Bolsas de Valores como al Mercado de Activos, estimulado por la interrupción de la producción que indujo una *sobreoferta*, al igual que contracción de la liquidez que propició una *desaceleración económica*, al tiempo de una pronunciada caída del comercio internacional ante el decrecimiento de las exportaciones.
El hecho común en dichas crisis, fue la presencia de una fuerte *aversión a la incertidumbre* que afectó en simultáneo a los inversionistas y a los acreedores, al punto de impulsar una *recesión* en razón a una notoria *caída de la demanda privada* y de un sensible *aumento del desempleo* (humano y físico); que obligó a una intervención del Gobierno a través del *gasto público* en pro de dinamizar economía mediante un *impulso a la demanda agregada*; en conjunto con otras acciones tal como una regulación de los mercados financieros, facilitar el crédito, reducir los impuestos y liberalización del comercio en sus distintas modalidades.
En la actualidad, y con *empuje viral* , está presente a nivel mundial una *recesión global* que es difícil estimar en cuanto a su duración y profundidad, habida cuenta que *China*, está interrumpiendo su cadena de suministros (procesos inherentes a satisfacer necesidades de clientes) dirigido al mundo con una obvia intención soterrada ( inferimos) de perturbar la economía de *EEUU* que viene de transitar unos *130 meses consecutivos de crecimiento* (4 veces por encima de la media histórica), perfilando un crecimiento negativo de EEUU y de la Zona Euro, al tiempo que la misma China apenas alcanzará, suponemos de forma intencional, una sensible disminución de su PIB del sector servicios en cuanto a exportaciones.
A tenor de lo expresado, la economía mundial pudiere crecer en 2020, si acaso, un *2,3%*(la tasa más baja en los 20 últimos años), en el marco de una *recesión global* de no tan larga duración; aún cuando el *89,94%* de los países experimentarán una contracción de los ingresos por persona y una caída del PIB global de un *2,8%* (Vs 2,1% en 2009); en el marco de un *desequilibrio económico* con una pronunciada reducción de la producción y el consumo.
El *colapso del sistema financiero* (eje de la economía moderna), en conjunto con una *recesión agobiante* se traducirá, sin ningún tipo de dudas, en manifiestos cambios socioeconómicos al margen de la puesta en marcha de exitosas o no *politicas públicas* (monetaria y fiscal) y de iniciativas de los bancos centrales; que en todo caso abonará en favor de un sistemático ataque del *”mercado capitalista”* bajo un enfoque de un “necesario y urgente” *proteccionismo económico* que será impulsado, con toda seguridad, por el *socialismo de corte académico* en su histórica guerra silenciosa contra el *mundo occidental*, al extremo de hacer uso, posiblemente, de * armas biológicas* como, p.ej. el mortal *COVID-19*.
Jesús Alexis González
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@JesusAlexis_Gon
Desde Miranda-Venzuela
Es de esperar entonces , que debido a qué los estados deben gastar grandes sumas en la lucha contra el virus , es posible que no estén disponibles recursos financieros para reactivar la economía tan rápidamente como en el 2008
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