Se estrena un nuevo CNE, lo que puede ofrecernos la oportunidad de elecciones que resulten razonablemente confiables para la gran mayoría, algo que necesitamos. El gobierno y sectores importantes de la oposición llevan años enzarzados en una pelea de creciente intensidad y sin horizonte de resolución. Y lo más grave es que las heridas de esta pelea no las sufren los contendores, sino la población de Venezuela. Impresiona el enorme deterioro en todas las áreas de nuestra vida, generado -es cierto- por la mala gestión gubernamental pero multiplicado por tan nefasta dinámica política y sus secuelas, como lo son las ilegales sanciones de gobiernos extranjeros. Nuestra situación se torna cada vez más precaria. ¿Cuán abajo nos vamos a dejar hundir? Ahora, se empieza a abrir una puerta que nos permitiría salir de esta trampa asfixiante.
Se plantea la posibilidad de retomar de manera seria la ruta electoral, comenzando por las elecciones parlamentarias previstas por la Constitución para este año. No hubo manera de constituir al CNE por vía de la Asamblea Nacional. Pero mediante disposición del TSJ se ha renovado el organismo de modo en principio aceptable, con personas calificadas e importante representación de la oposición. Si hay voluntad para ello, es factible que este CNE conduzca unos comicios dignos. No es solo la presencia más equilibrada de gobierno y oposición en el organismo, sino otros puntos que, como se ha planteado, deben ser parte del acuerdo: observación internacional, mejor representación de las minorías, mayor control de abusos de poder durante la campaña y el día de las elecciones… No creo en la tesis del fraude, pero sí hace falta evitar el uso de recursos del Estado para la campaña de un partido, así como la presión desde arriba a fin de obtener el voto.
La ruta electoral es la que nos puede sacar del foso donde estamos metidos, para movernos hacia la activación de las diversas tendencias políticas, su diálogo intenso con las y los votantes, una campaña y una elección sin graves manchas, la aceptación de resultados y los consensos para la recuperación económica y social. Ojalá todos los sectores entiendan que no es la hora de las triquiñuelas, las aventuras y los atropellos sino del compromiso con una Constitución y con un pueblo.
Aurora Lacueva
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