sábado, 1 de agosto de 2020

ROMÁN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN XII


Continuamos con esta serie, y aprovechamos para recordar que en el capítulo anterior estuvimos comentando el momento en que Chávez asumió la Presidencia de la República, con un discurso cargado de odio al momento de juramentarse en presencia del Presidente saliente, Caldera, y el Presidente del Congreso, Luís Alfonso Dávila.


Comenzaba así el plan de destrucción de la República civil, y para ello emplearía toda la fuerza del estado, para ir desmontando progresivamente el mismo Estado que le correspondía dirigir, hasta convertirlo en esta ruinosa existencia que es hoy la República Bolivariana de Venezuela; veamos.

Cuando Chávez gana las elecciones de 1998, hubo alta abstención y ello se demuestra porque las cifras del CNE de entonces indicaban que solo votó el 63.45 % de los electores inscritos, esto es una abstención del 36.54% de los electores. Así, aunque Chávez ganó esa elección con el 56,20%, fue un universo muy reducido de un poco más de 3.6 millones de votos.

Pudiera interpretarse que la abstención como fenómeno, es expresión de la posible desafiliación de los ciudadanos de los procesos políticos marcados en la Constitución, quizás por el incumplimiento –total, o parcial- del Estado, dirigido por los gobiernos, en cuanto a la demanda social. No obstante, hay que advertir que la abstención –por donde se le vea- ni ayuda, ni resuelve el problema de fondo. Todo lo contrario, lo agrava.

Es un hecho consumado, pero es obvio que el resultado pudo haber sido distinto si la gente hubiera votado masivamente.

A partir de esos datos de la realidad, Chávez y su gente comienzan a dar pasos acelerados para la transformación anunciada en su discurso de toma de posesión, y así el 25 de abril de 1999, previo Decreto Ejecutivo, se celebró el referéndum consultivo nacional para responder lo siguiente: ¨Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado, y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia social y participativa¨?

En ese referéndum participó apenas el 37.65% de la población electoral, quiere decir que la abstención fue del 62,35%. Otra vez el fenómeno de la abstención fue decisivo en contra de los intereses de la mayoría, que de haber participado hubiese rechazado la intención de Chávez de acabar con el Estado venezolano contenido en la Constitución vigente entonces.

Con ese triunfo, se convocó de inmediato elecciones para elegir a los representantes de la Asamblea Nacional Constituyente, mediante un sistema nominal que destruía el conocido sistema de representación proporcional de las minorías. Esa elección ocurrió el 25 de julio de 1999. En ella se impusieron los aliados de Chávez, quienes con el 60% de los votos, obtuvieron el 95% de los diputados a elegir, mientras que la oposición con casi 40% de los votos, apenas obtuvo el 5% de los escaños, es decir, solo 6 diputados.

Un mecanismo absolutamente desproporcionado e injusto, que privó al 40% de la población de estar representados en la Asamblea Nacional Constituyente.

Acto seguido, y haciendo uso y abuso del carácter plenipotenciario conferido por el pueblo, la Asamblea Nacional Constituyente, intervino el poder judicial, y el parlamento recién electo en 1998. A partir de ahí, la reforma judicial comenzó a llevarse a cabo, generando todo tipo de cambios, y distorsiones, que hoy 21 años después, podemos asegurar que ha habido un retroceso gigantesco, que solo nos ha conducido a la peor crisis de nuestra historia republicana.

No obstante, eso fue solo el comienzo de la ¨nueva visión republicana¨ que estamos obligados a conocer en detalle para pensar fríamente cuales ha sido nuestros errores, y de qué manera solucionarlos. Hemos visto que la abstención no ayuda. Seguimos.

 Román Ibarra
@romanibarra
Para: Diario 2001

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