De este modo, el chavismo continúa sin instituciones reconocidas por la comunidad internacional determinante e influyente de este lado del mundo, probablemente, sí el chavismo hiciera vida en oriente medio o en África su suerte sería otra, en América la democracia reina y la comunidad internacional es especialmente susceptible a los delitos electorales.
Por otro lado, las históricas abstenciones de 2017 es otra alarma encendida para el chavismo, ha perdido todo poder convocatoria, el desespero del venezolano ante la peor crisis de nuestra historia es muy superior a cualquier mecanismo persuasivo del régimen.
Tan es así que, la consulta adelantada por la oposición de Venezuela (legítimamente reconocida) obtuvo una participación superior a la del 6D en medio de todo tipo de amenazas reales contra la seguridad de las personas, sabemos como los denominados colectivos arremeten contra la ciudadanía organizada o protestante. Asimismo, a los venezolanos que participaron les importó poco las represalias que pudieran sufrir por parte del régimen, considerando, por ejemplo, la inefable “Lista Tascón”. Se antepuso el valor, el deseo de un cambio, por demás, anhelado por la región.
Sin embargo, más allá de un acto simbólico, casi heroico por quienes desafían a un régimen todopoderoso y omnipresente dentro de Venezuela, esa consulta por si sola es exigua o nula sí no se acompaña con acciones dentro y fuera del país. Para muchos, ella fue una lluvia sobre un suelo empapado, no tenía nada qué demostrar pues el régimen chavista se encuentra no reconocido, sancionado, con sus cabezas visibles solicitadas por la justicia internacional, además de estar señalado por la comisión de otros delitos como corrupción global, apoyo al terrorismo, narcotráfico y crímenes de lesa humanidad.
A diferencia de la oposición orgánica (la de partidos), el chavismo se autoconfirió la Asamblea Nacional, pero a pesar de no contar con legalidad ni legitimidad fuera de nuestras fronteras, internamente en el país el chavismo continúa siendo fácticamente el amo y señor de las instituciones, de las armas de la república, de sus recursos… lo que le permite hacer y deshacer a su antojo, esa es la realidad.
Hasta tanto la oposición orgánica no sepa qué hacer con el abrumador apoyo mayoritario de los venezolanos y del mundo democrático, el chavismo seguirá ganando tras de cada evento porque la política es realidad y en la realidad el régimen continúa anclado en el poder, debilitado como nunca antes, sancionado, acusado y solicitado, pero es el poder absoluto dentro del país, con su puñado de aliados (rapiñas) internacionales.
De este modo, la política en Venezuela continúa siendo un show, un entretenimiento que superó a las novelas y al beisbol, un costoso entretenimiento que destruye vidas, familias, al país. Venezuela requiere de hechos capaces de revertir 180° el rumbo que llevamos de destrucción y pesares, necesita de hombres capaces de propiciar en la realidad esos cambios.
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