Pero es que, no es la pandemia la principal causa, ella llegó como punición extra. La principal causa de nuestras desgracias es la inseguridad jurídica, política y social con las cuales las castas políticas imperantes tienen sometido al país: Mismos protagonistas, mismas acciones-consecuencias.
Es decir, la desinstitucionalización del país es el origen de absolutamente todos nuestros males, la partidización de las instituciones que deberían ser del Estado, pero se han convertido en tentáculos del partido de gobierno (ayer MVR, hoy Psuv).
¡Es terrible! el mejor ejemplo es nuestra economía, decisiones enmarcadas dentro de lo ideológico no en el marco de la economía como ciencia nos degenera un país (a pesar del boom petrolero más elevado y sostenido de la historia) endeudado, con las secuelas del 80% de disminución del aparato productivo. Lo mismo ocurre con el engramado legislativo, no se ha respetado al derecho como ciencia, se privilegia también lo ideológico… hoy los efectos de leyes/decisiones innaturales a todo lo que significa Venezuela nos pasa rencorosas facturas.
Al eliminar la institucionalidad (el apego de las instituciones del Estado a la constitución) Venezuela comenzó su peor declive histórico. En 2007 Chávez comenzó aplicar vía habilitante el proyecto país que los venezolanos rechazamos en la reforma constitucional de ese año, lo hizo avalado por las instituciones públicas que él controlaba. Sí hubiese existido institucionalidad ello no hubiese ocurrido y 13 años después no estuviéramos pagando los estragos de ese proyecto.
En 2008 se aprobaron en la AN roja rojita leyes inconstitucionales que restaron competencias, recursos y facultades a las regiones y municipios, mismas que yacen en la carta magna, allí comenzó la desgracia de las regiones, hoy en ruinas. También, en 2010, las instituciones psuvizadas aprobaron una antidemocrática reingeniería electoral que permitió al Psuv hacerse de la AN con menos votos que la oposición. Poderes autónomos, profesionales, apegados a la ley, no hubiese permitido esos destructivos marcos jurídicos.
Una correcta institucionalidad no hubiese permitido la ilegal eliminación de los 3 diputados opositores en 2015, no hubiese eliminado todos los actos de la actual AN, mucho menos habría declarado en inexistente desacato al poder público más importante de una democracia.
Sí Venezuela tuviese institucionalidad, en 2016 se habría celebrado el revocatorio con resultados que habría cambiado nuestra historia. La ANC no se habría celebrado como se perpetró, al igual que las demás elecciones desde 2017 por las que se suscitan las sanciones. Hoy el país estaría disfrutando del gobierno nacional, regionales y locales que la legitimidad habría decidido y el mundo estaría obligado a reconocer legal y legítimamente... son algunos ejemplos.
Todo continuará por el mismo derrotero hasta que no retorne la institucionalidad al país, el apego a la Constitución. Estás líneas son oportunas en estas fechas, para que reflexionemos acerca del por qué del país que padecemos, sobre todo, para que comprendamos los qué hay que cambiar para devolverle a Venezuela su etiqueta de receptáculo de inmigración, turismo e inversión.
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