Acabamos de conmemorar –una vez más por fortuna- el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, el redentor; portador de la buena nueva. El mensaje de amor; de la reconciliación y de perdón de los pecados, de la solidaridad, y la empatía con quienes sufren y padecen carencias materiales, o de salud.
Para los venezolanos, este ha sido un año sumamente duro porque se ha agravado la crisis socioeconómica, y política, con el añadido de la pandemia del Covid-19, y una importante suma de contagios y fallecimientos, con énfasis muy doloroso en el sector salud.
Médicos, y enfermeros dedicados a atender con lo mejor de su conocimiento y esfuerzo a la población necesitada, han terminado siendo víctimas también de un sistema desorganizado; desvencijado, y sin atención oficial. Completamente desasistidos por un gobierno prepotente, e insensible al dolor y sufrimiento de la población.
Cuando comience el nuevo año en breve, estarán cumpliendo 22 años ininterrumpidos en el ejercicio del poder, gracias a una gama interminable de abusos y atropellos institucionales que le han permitido perpetuarse en el gobierno, utilizando las herramientas del sistema democrático para destruirlo y desarrollar métodos de gobierno que conducen al totalitarismo.
Desde luego, para la consecución de sus fines, han contado con la torpeza y errores de la oposición, extraviada en sus propósitos y conducción. Que no ha sabido aprovechar sus ventajas competitivas, e incapaz de mantener alianzas coherentes y leales con sus propias creaciones.
El desvarío de la duplicidad de agendas, y la confusión de mensajes que envían a la población, terminan por sembrar frustración y desesperanza en la sociedad que tanto les animó y acompañó hasta hace poco. Aparentemente, de ese apoyo inmenso del pasado reciente, solo queda tristeza y desencanto.
Ese lamentable escenario con balance negativo, tanto para el gobierno, como para la oposición, obliga a replantearse las tareas a realizar en el futuro inmediato. La situación socioeconómica de la mayoría de la población se ha hecho insoportable.
Cuadros de desnutrición severa; deserción escolar; destrucción del aparato productivo; inseguridad creciente; corrupción institucional; paralización de la industria petrolera, e industrias básicas; desempleo y depauperación del salario; desinversión en el sistema educativo, desesperación por abandonar el país a cualquier precio, y además persecución política a la disidencia con alto número de presos políticos, comportan un cuadro insufrible.
Estamos hablando de un gobierno decadente, pero con herramientas suficientes para aferrarse al poder y a la administración y control de los recursos que quedan para su beneficio exclusivo.
Se hace urgente la implementación de mecanismos de negociación y diálogo para buscar soluciones conjuntas al drama existencial de la mayoría de la población. Sabemos de las dificultades que giran en torno a ello, pero para eso es la política.
Hay que agotar todos los esfuerzos para lograrlo, y creo que se puede recurrir a la comunidad internacional, quienes han expresado su interés en solventar la crisis, habida cuenta de que la diáspora masiva de nuestros nacionales –nos guste o no- genera problemas adicionales a los ya existentes en los países que nos han estado recibiendo.
Pensando en el interés nacional, y en la redención de nuestros ciudadanos, rogamos por la concordia y la voluntad de los hombres de bien, para construir un mejor futuro para la felicidad de todos nuestros compatriotas.
El país tiene los recursos, y el talento humano para lograrlo. Inspirémonos en la conmemoración del nacimiento del niño Dios, y que el espíritu de la bondad nos guíe en la conquista del porvenir. Amor y Paz!
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