No obstante, la necesidad del hombre de relacionarse
con el entorno inmediato para interactuar con otros actores también
determinantes del discurrir colectivo, lo estimula a ampliar su visión del
mundo en el que se encuentra imbuido. Más cuando en dicho ámbito, sus
aprehensiones adquieren sentido y valor.
La sucesiva aparición de nuevas variables económicas,
sociales, políticas, tecnológicas, éticas y organizacionales, avivaron aún más
su interés por manejarlas. Pues apuntaban a definir nuevos comportamientos.
El surgimiento de objetivos comunes, lo obligaron a
racionalizar recursos funcionales por lo que se permitió mejorar el uso del
tiempo real y el empleo de instrumentos de trabajo. Pero también, optimizar
patrones de calidad, rendimiento y productividad.
El tiempo determinó cambios que dieron con novedosos
esquemas para desafiar las exigencias que movilizan al hombre en su afán de dar
con modelos de organización y coordinación que moderaran la productividad en
todas sus manifestaciones
Así comenzó a establecerse la gerencia. Pero entendida
como la vía para lidiar con una cultura empresarial apegada a razones que no
terminaban de resolver problemas de organización, planificación,
administración, control y evaluación que agobiaban la empresa.
Surgieron entonces numerosas concepciones de gerencia.
Desde aquellas que diciendo poco explicaban mucho. Hasta aquellas que
explicando mucho, decían poco. Aunque el juicio de Michel Fiol, fue bastante
acertado. Él refería que “la gerencia, es antes que nada y sobre todo una
cuestión de actitudes. Es decir, de saber ser” (En: Investigación y Gerencia.
Vol. IX, No 4, Caracas, 1992, p. 177)
Sin embargo, entre tantas definiciones de “gerencia”,
es difícil dar con una que atine una explicación que integre los elementos que
estructuran su realidad e incumbencia. Particularmente, dado los cambios que se
suscitan en su contexto. Pues le imprimen una configuración acorde con la
dinámica sobre la cual, la gerencia, perfila su racionalidad de modo
consecuente.
Es un problema poco advertido. A pesar de evidentes
implicaciones. Sólo que el hecho de que no siempre son elementos recurrentes,
ni tampoco del todo consistentes y persistentes, hace que su exigua incidencia
las extravíe en el horizonte que su realidad vislumbra. Entre estos elementos,
se tiene la confianza, el respeto y cooperación. Pero igualmente, causales como
entre otras, lidiar con la incertidumbre, criterios de eficacia, la incidencia
de situaciones difusas, creación de equipos de alto desempeño, visión de
conjunto y la estabilidad de procesos laborales, particularmente.
Es la razón que dispone esta disertación para
presentar lo que intitula la misma: el triángulo de la Gerencia. Aunque no es
fácil simplificar las complicaciones que le dan coherencia al sentido sobre el
cual se ordena la dinámica gerencial.
Este intento, no agota la idea de trazar un concepto
que apunte al hecho de permitir su comprensión. Y que si bien no es terminante,
tampoco es resultado de una idealización basada en presunciones o supuestos de
frágil envergadura teórica.
Así, es posible teorizar este intento de definición
imaginando un triángulo cuyo centro es la “gerencia”. Sus nodos son
Actitud,Motivacióny Logro. Y entre los nodos, se establecen consideraciones que
afianzan la relación correspondiente. Pero al mismo tiempo, condicionan el
alcance de lo que cada relación inculca en cuanto a su significación.
El enlace Actitud-Motivación, en la base del
triángulo, determina una función activa mediante la cual la gerencia adquiere
un carácter de correspondencia entre el gerente y el personal a su disposición.
O “gerenciado”. Como condiciones sine qua nonque le imprimen sentido a esta
primera relación, se tiene 1) el conocimiento del otro. 2) La comprensión ante
la actitud del otro. 3) La tolerancia como soporte de la relación entre
individuos. Estas razones le aportan a la gerencia un valor agregado que
subsume cualquier trance que pueda surgir en los intersticios de la relación.
El enlace Motivación-Logro, uno de los lados del
triángulo, establece una función de apoyo cognitivo. La gerencia no podría
subsistir sin el auxilio oportuno y calificado de la teoría social, bajo cuyo
rango de aplicación, cabe la importancia de considerar el aporte de 1) Una
cultura empresarial. 2) Una cultura organizacional. 3) Un debido manejo
ético-político que, naturalmente, demanda una relación fraguada a instancia de
la diversidad cultural, cognoscitiva, social, política y humana.
El enlace Actitud-Logro, el otro lado del triángulo,
es indicativo de una relación deontológica (porque la gerencia se cimienta
sobre deberes y principios de crecimiento profesional) y axiológica (porque la
gerencia no puede hacerse a desdén de los valores que realzan al ser humano en
términos de su desarrollo personal). Por eso, esta relación se basa en 1) El
reconocimiento al otro. 2) Su valoración en los planos profesional y personal.
3) El compromiso que el desempeño demanda del trabajo en curso.
Si bien esta disertación está condicionada por la
brevedad, la misma es apenas una propuesta que desafía no sólo el foco de la
teoría de la gerencia. También, cualquier idea que presuma actuar como razón de
ensanchamiento o perfeccionamiento de cualquier concepto de “gerencia”. Aunque
vale agregar que esta disertación, en tanto que factible constructo de cambio
social, empresarial y organizacional, con la modestia del caso, sustenta la
esperanza de animar las mejores reflexiones que apunten en dirección del
desarrollo de la gerencia.
Cabría pues sumar -a manera de conclusión- una
hipótesis sobre gerencia. Al respecto podría decirse, luego del tanteo teórico
precedente, que “es una disposición humana cuya fuerza emocional sabe conciliar
razones y objetivos con la determinación, capacidades y potencialidades de
quienes son parte del conjunto hacedor de la tarea. En un todo con propuestas
mutuamente acordadas y ante el fragor de oportunidades y escenarios
estratégicamente confiables y graduables”.
Esta configuración teórica, busca evitar la presunción
que le imprime el poder al gerente sobre el gerenciado cuando el ejercicio de
la autoridad trastoca sus derechos político-sociales. Incluso, porque le induce
al gerente ínfulas de fanfarronería en aquellos casos que presume del poder con
petulancia y soberbia. La vanidad que estriba en la engreída relación
“autoridad-poder”, es contraria al sentido que ha fundamentado lo que esta
disertación ha querido explicar. Para lo cual se valió de la geometría (social)
con lo que ha denominado: el “triángulo” de la Gerencia.
anotoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela
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