La actuación de China en la arena internacional no hace sino abonar el sentimiento prevaleciente en Occidente de que la gran potencia asiática desarrolla una política unilateral de preeminencia uiversal que es lesiva de los intereses de los Estados Unidos, sin duda, pero igualmente del resto del mundo.
Habría
que detenerse a examinar cómo ven en Pekín su propia política externa y las
reacciones y posicionamiento que ésta genera, para poder asumir posiciones
estratégicas en torno a cada uno de los pasos que emprenderá el gigante en esta
etapa del post Covid.
En
un foro patrocinado por Asia Society, el Ministro de Relaciones Exteriores de
China, Wang Yi, se expresó amplia y detalladamente sobre el tema hace tres semanas,
con el fin de hacer transparente, de cara al mundo, los principios que inspiran
sus actuaciones en la escena global y los objetivos que persiguen con su modelo
de desarrollo, toda vez que, en su parecer, existe una muy estrecha relación de
causalidad entre ambos. Esta organización líder en el mundo formativo
independiente se ocupa de promover el entendimiento mutuo y el fortalecimiento
de las relaciones entre los dirigentes, las instituciones y los puebles de los
Estados Unidos y de Asia.
La
ocasión era, pues, la ideal para arrojar luces sobre una vía adecuada para la
superación del mal momento que atraviesan las relaciones entre China y Estados
Unidos y la influencia que ello tiene en el mundo entero. El Canciller chino
fue muy enfático en señalar que las relaciones bilaterales atraviesan el peor
momento desde que los dos países mantienen relaciones diplomáticas, pero
asimismo sostuvo la tesis de que no existen dificultades que sean insuperables.
El clima de tensión que se ha generado en los últimos años proviene, en su
opinión, de una comprensión equivocada de los objetivos perseguidos por China
en cada uno de sus proyectos y planes a escala global. Pekín no compite por su
hegemonía, dijo Wang. Por el contrario, sólo orienta sus actuaciones externas hacia
la consecución del bienestar de cada uno de los ciudadanos al interior de su
geografía.
Para
el Partido Comunista y para el gobierno chino la incontestable primera
prioridad es la de sostener el desarrollo al interior del país. Su segundo
propósito sí abarca la escena global y aspira a generar una situación win-win
en la que todos los actores deben ser ganadores.
Habiendo
dejado claro lo anterior, considerar a China una amenaza en el concierto de
naciones, cuando la realidad es que ella aboga con sus políticas y su
diplomacia, en primera instancia, por el rescate de sus ciudadanos menos
favorecidos, responde a una equivocada visión de estas metas, dentro de la cual
hay responsabilidad de los medios de comunicación y de algunos líderes
norteamericanos.
No es posible saber si esta manera sobre-simplificada de presentación de sus objetivos nacionales y globales que pretende convencer a su contraparte de la justeza de sus políticas, es ingenua o es arrogante y ventajista. Si bien sus metas de desarrollo y bienestar son válidas, y si bien es preciso reconocer los importantes logros chinos en el combate interno de la pobreza, ello no justifica el totalitarismo, la ausencia de libertades, ni las violaciones de derechos al interior del país.
Tampoco validan sus actuaciones internacionales en el terreno político, comerciales y militar, cuando al amparo del bienestar propio, incumplen normas, irrespetan compromisos y desestabilizan el entorno en el que otros países también aspiran a mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.
beatrizdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo1
España-Venezuela
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