Conatel
y el Seniat han enviado a sus comitivas a diferentes medios de comunicación. Se
han inventados excusas indecibles para amedrentar y fustigarlos a más no poder.
Es posible que a este artículo lo silencien, pues parece que ya nadie puede
llevarles la contraria y pocos se han salvado de esta persecución despiadada.
La
idea es tapar los oídos del planeta, respecto a nuestra realidad
desconcertante. Poco importa los criterios sobre lo legal y si echan al traste
cualquier parámetro. Detener los flujos informativos es la directriz de los
organismos gubernamentales. Escamotearnos a todos las posibilidades de conocer
qué pasa, a través de las malas maneras de Miraflores de querer dominarlo todo.
Han
convertido a la prensa libre en su burla cotidiana. La han tratado de acallar
con sus desplantes, con un acoso insospechado; con unos modos radicales y
totalitarios. Nunca en la historia del país se había sentido tanta violencia
institucional. Una intimidación que ha provocado la huida paulatina de dueños
de medios, que desconocen si en un momento dado, puedan ser apresados o, en el
peor de los casos, la perdida de sus vidas pueda convertirse en la noticia del
día siguiente.
Ya
no tenemos periódicos físicos. Los aguerridos de siempre se han sostenido desde
las plataformas digitales. Hasta el momento, la única vía para ofrecer el plato
diario de la información. Pero han librado la batalla de los mil enconos. El
periodista de a pie, íntegro, con valor ineludible, expuesto a todo tipo de
quebrantos y sin auspicios más allá de su propio interés de cumplir con el
deber, se la juega sin saber a dónde irá la bala de la ruleta rusa que
representa el ser un comunicador en Venezuela.
Atrás
quedaron las premiaciones, los conceptos espléndidos y las fiestas ofrecidas
para celebrar el hecho de vivir en democracia. No somos el cuarto poder. En
dictadura eso no funciona. Hay uno solo que manda y somete a sus borregos. Un
dolor febril, punzante, que nos mantiene en vilo todo el tiempo. El no saber
qué se idearán mañana para complicarnos la vida.
No
podemos ser estáticos. No debemos tener al porvenir como un termino ligado a la
costumbre de permanecer callados. Aunque no haya libre ejercicio de la
profesión y no haya existido desde hace mucho. El comunicador simplemente
arriesga el pellejo, batiéndose en duelo contra un país irreal; desconociendo
si nos fabricarán alguna fraudulencia para encerrarnos, sin espacios a la
indulgencia.
Saben
infundirles terror a sus malos actos. No estamos salvos porque 60 países sigan
reconociendo a la Asamblea Nacional de 2015 como la verdadera. Que solo un
puñado de naciones como Irán, China, Siria, Rusia o Cuba validen a los
legisladores de Maduro. El problema está en que los personeros de la usurpación
sí se lo han creído y consideran tener los argumentos necesarios para
aplastarnos sin el menor escrúpulo.
Siempre
nos enseñaron en las escuelas de periodismo el no despistarnos, el acuñar la
verdad y el no dejarnos llevar solo por presunciones cuando nos hallamos en el
centro de la polémica. Hoy no podemos caer en emboscadas grises. Tratan de
intimidarnos o cautivar nuestra confusión. Quizá vienen situaciones turbias que
nos forzarán a silenciar. Podrían escondernos un secreto triste, que deba
permanecer oculto y no podamos desvelar.
La
tiranía contabiliza sus poderes, uno por uno, para entablar su juego a cuatro
cruces. Mide sus proporciones, inconmovible, taimada, con sus juicios
establecidos de antemano y parafraseando sus decretos para arremeter contra
quien quiere. En esta ocasión fueron varios medios de comunicación a la vez. A
algunos los cerraron por unos días, obligados a la inacción informativa. Otros
ya están advertidos.
No
somos sonámbulos de la noticia. Ni los hackeos fraguados, ni las presiones
institucionales, ni toda esa mala índole podrá agrietar nuestro temple. Lo
sabíamos. El riesgo venía con el título. El periodismo tiene diversos sabores.
Por eso la disputa por los valores seguirá firme. Estamos vinculados a un deber
y en este momento se llama libertad.
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Exdirector de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
Venezuela
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