Lo descrito en estas líneas no representa nuestra opinión, es un reflejo de la realidad, narrativa de hechos que han ocurrido y que muchos ignoran su significado o se han dejado influenciar/manipular por el constante flujo informativo sesgado que impregnan los medios de comunicación venezolanos, principalmente la televisión, 100% autocensurada.
A
media el chavismo desgastó lo electoral (cuando había boom), el diálogo, los
presuntos acuerdos con una oposición irreal, ahora surge al escenario del
“Acuerdo Político”, al respecto las siguientes observaciones:
1) Ningún acuerdo político es valedero sí
no intervienen actores reales, legítimos. En consecuencia, para que en
Venezuela pueda desarrollarse un Acuerdo Político real deben participar Nicolás
Maduro en representación de todo el régimen (no solo del “Ejecutivo”), Juan
Guaidó por ser la principal figura opositora, reconocida mundialmente, y por
último garantes internacionales, principalmente neutrales o que al menos no
hayan tenido parte activa hasta el momento en la crisis del país.
2) En segundo lugar, debe existir voluntad
política real, ella es el combustible. No bastan palabras ni promesas, desde el
primer día deben manifestarse hechos palpables, por ejemplo; del lado del
régimen frenar la ominosa imposición del Estado Comunal y por parte de la
oposición cesar todo llamado de protesta, a fin de sentar las bases que
permitan el trabajo en conjunto.
3) Los puntos deben ser claros. El
agravamiento de todas las desgracias venezolanas se produce por el
desconocimiento de los espacios de poder obtenidos por la oposición venezolana
y por la celebración de elecciones al margen de la ley y la legitimidad, lo que
permitió la profundización de un modelo país rechazado por los venezolanos en
2007, pero impuesto a la fuerza por el régimen. En consecuencia, el punto de
arranque para la reconstrucción del país debe ser el rescate de la
constitucionalidad y la democracia.
4) Como punto de honor, se debe permitir
la elección de un CNE imparcial, apegado irrestrictamente a la letra de la
constitución, con rectores totalmente apartidistas, cualificados, de reconocida
honorabilidad. Su elección debe ser el verdadero y único “Gran Pacto Político
Nacional” donde participen todos los sectores del país, repetimos, al margen de
la partidización. Luego, celebrar todas las elecciones, comenzando por las
presidenciales.
Ahora
bien, siendo esto así, nos damos cuenta que el famoso acuerdo político que
adelanta el chavismo es con la “oposición electorera” impuesta por el TSJ, la
cual apenas se representa a ella misma. Tampoco hay muestra de voluntad política,
paralelo al discurso de Maduro sobre las elecciones regionales, se profundiza
el “Estado Comunal”, fórmula para minimizar/sustituir las alcaldías y
gobernaciones. Con relación al tercer punto, las condiciones electorales desde
2017 pasaron de ser “mínimas” a “absurdas”, además, ningún proceso electoral
puede ser útil sí las instituciones del Estado se encuentran totalmente
psuvizadas.
Con la
nueva elección del CNE pues más de lo mismo, nada imparcial podrá emerger de
una Asamblea Nacional como la actual, electa a través de un proceso electoral
al calco de los perpetrados desde 2017, fuente de las sanciones
internacionales.
La
política es realidad, siempre lo repetimos, en consecuencia, lo único que
podemos esperar de un conjetural “Acuerdo Político” como el que estamos
viviendo actualmente es que las próximas elecciones serán idénticas a las
desarrolladas desde la “constituyente”, con la temida presunción de abonar el
terreno a un supuesto “revocatorio” en 2022 que, lejos de buscar revocar a
Maduro en medio de condiciones electorales imposibles, lo ratificaría porque
llevaría implícito un reconocimiento porque… ¿Cómo se va a revocar alguien no
reconocido, ilegal e ilegitimo? ¡Pongamos los pies sobre la tierra!
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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