En el marco de la semana XIV de la Doctrina Social de
la Iglesia impulsada por la Diócesis de Maracaibo junto al foro Eclesial de
laicos, con quienes me unen lazos de amistad y coincidencias doctrinales de
pensamiento y acción, hombres y mujeres dedicados a impulsar un movimiento
humanístico integral de inspiración cristiana centrados en la dignificación del
Ser Humano se encuentran actores de primera línea quienes merecen especial
reconocimiento, los sacerdotes Andrés Bravo, Ovidio Duarte, Eduardo Ortigoza
entre otros junto a laicos como el Dr. Guillermo Yépez Boscán, Elvy Monzant, Rafael
Diaz Blanco (Rafi), Homero Perez, Heberto Diaz y cientos de hombres y mujeres
dedicados a promover esta inspiradora doctrina del Bien Común, a todos ellos
dedico estas humildes líneas que intentan enriquecer tan necesario e importante movimiento en tiempos de
indiferencia y descarte.
Este hermoso nombre que lleva la última encíclica del
Papa Francisco inspirada en la vida de San Francisco de Asís, quien asumió la
vida evitando toda forma de agresión o contienda con humildad y fraterno
sometimiento, incluso ante quienes eran contrarios a su Fe, luce hoy un
compromiso necesario pero difícil de asumir, la historia de Caín y Abel nos
condena a enfrentarnos permanentemente y prohíbe gozar los beneficios del amor
fraterno, hay una verdad irrefutable que nace de la naturaleza humana, somos
seres sociales, Aristóteles nos dice que el
“es” en tano de “co-es” aquí nace el principio de la coexistencia, no
somos nadie sino nos complementamos con el otro, todos tenemos una dimensión
individual que solo es capaz de ser desarrollada en la dimensión social
(Comunidad) o como dice esta encíclica “nadie puede pelear la vida
aisladamente”
La encíclica entre varios temas de actualidad se
refiere con especial atención a la globalización del libre mercado y como está
en su afán de producir bienes en exceso, terminan convirtiéndose en bienes
superfluos únicamente para satisfacer una demanda generadora de ganancias y
riquezas desiguales que terminan alimentando la “cultura del descarte”, una
forma de vida espantosa en donde todo acción humana se reduce a lo material,
“dime cuanto tienes y te diré cuánto vales”, es innegable que la ciencia y la
economía han ayudado a ser eficientes la producción de riquezas, sin embargo al
hacerlo con inequidad se producen también “nuevas y más pobrezas”, la mayoría de economistas y tecnócratas
modernos son enfáticos al defender los
logros alcanzados por la modernidad pero la encíclica inteligentemente refuta
estas afirmaciones diciendo “cuando dicen que el mundo moderno redujo la
pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas, no comparables con
la realidad actual, porque en otros tiempos, por ejemplo, no tener acceso a la
energía eléctrica no era considerado un signo de pobreza ni generaba angustia”
Es verdad que la globalización ha permitido acercar a
la humanidad pero paradójicamente mientras más cerca creemos estar más nos
alejamos, dice la encíclica “La sociedad cada vez más globalizada nos hace más
cercanos, pero no más hermanos…estamos más solos que nunca en este mundo masificado
que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión
comunitaria de la existencia” recientemente un importante ejecutivo de la red
social Twitter declaro que se sentía frustrado por que el espíritu de
comunicación sano que aspiraban al crear la plataforma se había degenerado
transformándose en un espacio hostil, era necesaria esta autocrítica para
recuperar el sentido de una comunicación sana,
uno de los medios impresos más importantes de Estados Unidos calificó a
la redes sociales como “unsocial network” que en español se traduce como “redes
antisociales”.
Para el filosofo Byung-Chul las redes sociales y la
digitalización global es lo mas parecido al estado de vigilancia de Orwell, es
el control del cerebro con acciones anticipadas a través de la “inteligencia
artificial” y todos los recursos tecnológicos disponibles para ponerlos al
servicio de intereses superiores que puedan dominar a placer una humanidad auto
explotada y domesticada al servicio de estos, nos dice textualmente el filoso
“aquí no se tortura, sino que se tuitea o postea. Aquí no hay ningún misterioso
ministerio de la verdad. La transparencia y la información sustituyen la
verdad” pero una verdad deformada y manipulada por quienes controlan las
grandes empresas digitales a quienes por nada a cambio le entregamos nuestro
comportamiento social, haciéndonos de esta manera previsibles y manipulables,
terminamos siendo un producto más del mercado capital.
La dignificación del Ser Humano vuelve a ser tema
central para el Papa Francisco, la Biblia reiteradas veces plantea que el sol
sale para todos y que el todo es superior a la parte inclusive más que la suma
de ellas, no hay preferencias ante Dios, todos somos iguales en nuestras
diferencias, será la humildad quien permita reconocernos unos a otros, una
humildad de sometimiento positivo y fraterno como la experimento San Francisco
de Asís, nos dice textualmente la encíclica “Todo Ser Humano tiene derecho a
vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente y ese derecho básico no
puede ser negado por ningún país…Cuando este principio elemental no queda a
salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia”
El todo es superior a la parte, una parte convertida
hoy en egoísta e individualista, un “virus radical” que engaña y nos hace creer que acumulando
ambiciones, seguridades individuales casi todas vanidosas tendremos un mundo
mejor, el Bien Común queda desplazado frente al individualismo, es su peor
enemigo, de allí la importancia de neutralizarlo, trabajo este que dependerá
del esfuerzo mancomunado de la Humanidad entera, hoy por lo menos podemos decir
que algo hemos avanzado, la carta fundamental de Derechos Humanos acogida por
las Naciones Unidas sigue siendo junto a las diferentes religiones del mundo un
signo de Esperanza en la construcción del Bien Común, pero serán los Estados
quienes deben dar los primeros pasos en esta necesaria aspiración.
La encíclica toca otros temas importantes y necesarios
para la construcción de un mundo fraterno, por lo que se hace inevitable leerla
y reflexionar, finalmente sobre el tentador tema del “conflicto inevitable” la
encíclica plantea que debemos vivir con él porque es real e inevitable, sin él no tendría cabida el perdón y la reconciliación,
un conflicto que normalmente sucede entre los más cercanos, especialmente en el
seno familiar, Dios nos invita a soportarlo para que desde el fortalezcamos el
amor fraterno a través del perdón y la reconciliación que fortalecen el Ser, cuando
ocurre el conflicto nos toca decidir entre profundizar este o resolverlo, todos
sabemos por experiencias propias lo terrible que implica dejar heridas abiertas
y ese “fresquito” que según algunos deja
la venganza/odio termina siendo una brisa pasajera que con el pasar del tiempo se
transforma en un inquietante huracán de tinieblas llenando la vida de amargura,
intranquilidad y tristeza, no habrá nca mejor opción que el Amor Fraterno
para quienes aspiramos una vida en Paz y Eterna.
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