Los economistas y científicos políticos piensan que la
ignorancia de los votantes se puede explicar con microeconomía y con la mano
invisible de Adam Smith. El adquirir información cuesta tiempo y dinero que la
gente puede utilizar para trabajar en el logro de otros objetivos que se haya
establecido. Y, cuando el costo de adquisición del conocimiento es superior al
beneficio que ellos estiman les redituará, ejerciendo la libertad para elegir
de Friedman, la gente decide no adquirirla. Ello se conoce como “Ignorancia
Racional”
Supongamos que alguien ofrece $1 millón de dólares a
quien encuentre una respuesta oculta en el libro de Tolstoi “La Guerra y la
Paz” de 1,200 páginas. Es muy probable que algunos se den a la tarea de leerlo
con el incentivo del millón. Pero, supongamos luego que se ofrece $1 billón de
dólares a quien se convierta en experto en economía, muchos intentarían ese
reto. Pero, si el billonario solo lo hará efectivo a quien se convierta experto
no solo en economía, también en ciencias políticas, historia universal, ley
constitucional y deberá pasar un examen con calificación perfecta. La
posibilidad de ganar el premio se minimiza, entonces es seguro que decidan
seguir ignorantes.
El voto puede ser efectivo solo si tiene una liga,
porque, si no la tiene, no importa por quién votar o simplemente no votar. Las
estadísticas nos dicen que es más probable ganar la lotería varias veces
seguidas, que el voto de alguien marque la diferencia. También, las
estadísticas nos informan que un votante tiene una posibilidad en un millón de
hacer la diferencia en una reñida contienda presidencial. A no ser que ese
votante resida en un estado swing y emita su voto por uno de los grandes
partidos. Entonces, aun ante las estimaciones más optimistas, el voto individual
cuenta cero y los votantes, sin ser expertos en estadísticas, intuitivamente
saben que su voto no hará la diferencia.
El ciudadano en lo individual no tiene absolutamente
poder alguno sobre su gobierno y los votos individuales valen cero. Así, los ciudadanos
no invierten en adquirir conocimiento porque es un producto que no les reditúa.
Pero, la ignorancia no es uniforme y, aunque su conocimiento es mínimo, su
variedad es muy grande. La mayoría permanecen ignorantes, pero también hay
algunos muy informados y, por supuesto, hay otros que son peores que la
ignorancia política.
Investigaciones de expertos definen la información
política en el conocimiento de los candidatos y sus ideas. De esa forma
concluyen que la variedad en la información de los votantes es monumental. La
detectaron agregando a sus votos una batería de preguntas. Gente con el más
alto conocimiento respondieron correctamente 16 de las 18 preguntas, pero, la
gente sin ese conocimiento, respondieron correctamente solo 2.5 de ellas. Es decir,
el 25% de los votantes están bien informados seguidos por otro 25% de mal
informados, y el resto totalmente en las tinieblas. Ahora, lo interesante sería
saber las fuentes de los bien y mal informados para, de alguna forma, conocer
la calidad de su erudición.
Así se detectó que el voto público como un todo, con
las preguntas mostró ser peor que los individuos ignorantes. Porque sí la
ignorancia no tiene efecto en las preferencias políticas porque bien o mal
informados tienen las mismas opiniones, entonces pudiéramos pensar que lo bien
informado o lo mal informado no tiene importancia. Pero, aquí llegamos a un
punto muy interesante que nos dice que, definitivamente la información si tiene
gran importancia. Porque la gente pide las políticas de acuerdo con lo que sabe
y, al saber cómo adquirieron esa información, podemos entender lo inentendible.
Los demócratas bien informados en sus preferencias
difieren totalmente con los de nivel más bajo. Ellos tienen altos nivel de
información política, no así los de abajo totalmente desinformados. Los de
abajo aprobaron la invasión de Irak en 2003. Favorecieron la aprobación del
Acto Patriota para invadir las libertades civiles, la tortura, el
proteccionismo, restricciones en los derechos de aborto y a los anticonceptivos.
Son intolerantes con los homosexuales y tienen oposición a los derechos de esos
homosexuales. Los del nivel alto tienen oposición a casi todas esas políticas.
Se opusieron a la invasión de Irak, a la tortura, apoyan el libre comercio,
respeto de los derechos homosexuales, de las libertades civiles, derechos de
aborto ilimitados y los anticonceptivos.
Este resultado muestra una confusa bacanal de
preferencias. Pero, también, que cuando la gente avanza hacia las fuentes de
información, favorecen una menor intervención del gobierno para controlar la
economía. Pasan a simpatizar con el libre comercio y menos proteccionismo. Y
emergen las contradicciones. Son más pro Choice. Favorecen aumentos de
impuestos para lidiar con déficit y deuda, en lugar de recorte de gastos y
aumento de las inversiones, y al mismo tiempo simpatizan con soluciones de
mercado para el sector salud. Menos castigos severos para criminales, menos
militarismo. Aceptan la Acción Afirmativa, la prohibición de oraciones en las
escuelas. No quieren que el gobierno imponiendo moral.
Pero, si llegamos a interpretar el concepto de
“Ignorancia Racional”, tal vez podamos entender esta Torre de Babel de
ignorancia e información torcida. La gente es ignorante porque el sistema
democrático incentiva esa ignorancia y, más grave, incentiva beban la
información mal intencionada de fuentes de ese gobierno. La mala educación que,
como afirmaba el mayordomo de los ranchos de mi abuelo. “Mandamos los muchachos
a la escuela y nos los arriendan como mulas lazadas de las verijas, así vale
más que se queden brutos pa luego mejor pegarlos al arado”
Pareciera que el razonamiento no fue designado para
encontrar la verdad, sino para ganar argumentos. Es cuando el razonamiento
falla como una forma confiable para adquirir creencias y decisiones racionales.
Es un detrimento a la racionalidad. Así, la racionalidad puede producir
resultados fatales, no porque los seres humanos sean malos, sino porque
sistemáticamente buscan argumentos para justificar sus torcidas creencias y sus
acciones. Entonces nos esforzamos para lograr un razonamiento motivado.
Tratamos de instalarnos creencias que maximicen el “sentirnos bien” y minimizar
el “sentirnos mal”. Preferimos creer unas cosas como opuestas a otras, y
nuestro cerebro se convierte a las creencias que preferimos tener
Hemos llegado a un punto peligroso en el cual, la
política nos está haciendo enemigos unos con otros. La estructura democrática
nos da motivos para odiar a los actores políticos. Dese la llegada de Obama el
proceso se aceleró. En las decisiones que se han llevado a cabo somos
conscriptos no voluntarios. Porque son forzadas, monopólicas e impuestas con
violencia y altanería. Así, el proceso se ha convertido en un volcán que está a
punto de su gran erupción ¡Cuidado!
Ricardo Valenzuela
elchero@outlook.com
@elchero
http://refugiolibertariol.blogspot.com
Mexico
El mercado libre no ofrece garantías, privilegios especiales, favores, monopolios, oligopolios, subvenciones, ventajas, protecciones, subsidios, apoyos, tratamientos especiales, distinciones, dádivas, cancelación de deudas, en pocas palabras, como lo afirmara Milton Freedman, no hay free lunch. Por eso es tan impopular y por muchos odiado.
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