La
fastuosidad y el tono pomposo y marcial ha sido una característica recurrente
de las conmemoraciones políticas de los gobiernos chinos. La ocasión de la
celebración en Pekín de los 100 años del Partido Comunista Chino no podía ser
menos. Ella fue utilizada por el entorno de Xi Jinping para enviar un mensaje
claro al interior y al exterior de su país: confrontados como están con un
ambiente internacional difícil, convulso y adverso, China debe permanecer
movilizada y Xi debe demostrar su fortaleza política.
Una hora
entera tomó el líder, un Xi Jinping triunfante, en dejarle claro a los suyos
hacia donde se dirige su país bajo su férreo timón.
En China
impera una ilusión de armonía entre la clase dominante y el universo de los
dominados. La opresión y la intimidación son el plato fuerte de todos los días
dentro de la población de a pie, lo que responde al propósito firme de disuadir
una crítica que se torna cada vez más atrevida y una disidencia que no se
vocifera, pero que cunde entre los bajos estratos poblacionales y entre la
juventud. Todo un sustrato de reformadores viene tomando cuerpo calladamente y
amenaza, desde lo clandestino, la permanencia del actual timonel. Wen Jiabao,
Primer Ministro de Hu Jintao, fue el primero en hacer público su malestar
frente a la administración actual desde Macao, hace poco más de tres meses, y
la onda expansiva se ha extendido hasta el epicentro del poder.
El caso es
que el Partido Comunista ha terminado por contagiarse de estos
cuestionamientos, lo que redunda en que hoy, al interior del máximo órgano de
control, Xi no las tiene todas consigo. Todo ello termina por filtrarse al
público a pesar de que una muy bien articulada presión es ejercida desde lo
alto sobre esta resistencia. Reina entonces entre sus miembros un ambiente
cultivado de hipocresía política que también ha sido la tónica dentro del PC
desde los días de la Revolución Cultural.
La
obligación de Xi en esta ocasión del centenario del Partido del Estado era
dispersar los malos vientos al tiempo que va preparando el camino que lo separa
de 2022, momento en el que su liderazgo será puesto a prueba allí, en el
Congreso de su partido. Por ello su discurso a la colectividad estuvo plagado
de referencias a los conceptos de “libertad” y “dignidad”, dos de los temas en
lo que se le endilgan las mayores equivocaciones y dos temas en los que lo que
corresponde de su parte es demostrar ante los suyos una especie de superioridad
moral. Para algunos dirigentes de la tolda comunista, Xi ha desviado su
actuación y se ha alejado de la máxima irrenunciable de que “lo primero es el
pueblo”. Ese es el principal contenido de lo que hoy se llama el “discurso de
los subalternos”, un contenido que es altamente erosivo de la actuación del
líder actual y de su apego popular.
Con todo
este decorado de disidencia en el trasfondo partidista y en el momento en que
la ortodoxia ideológica amenaza resquebrajarse, la alocución de Xi a sus
ciudadanos debía ser unificadora. Nada mejor para ello que presentarse con una
visión novedosa de su Historia, porque la Historia es un credo irrenunciable para
los miembros del partido. Al presentarse Xi con una nueva narrativa, lo que
intenta es frenar la disidencia y reforzar la dirección actual, la suya.
En el
momento prepararse para los próximos 100 años, el Secretario General del
Partido Comunista debe hacer frente a grandes retos. El mayor de ellos es el de
no
perder el
control sobre la sociedad, la china que se hace, muy a su pesar e
irreversiblemente, más plural y por ende más irreverente.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España
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