Existen dos tipos de orgullo: el bueno y el malo. El orgullo bueno representa nuestra dignidad y nuestro amor propio. El orgullo malo es un pecado mortal de superioridad que apesta a presunción y arrogancia. John Maxwell.
En efecto, adentrándonos en el tema, todo padrón electoral contiene un margen de electores que objetivamente no pueden ejercer el voto. Aún sin considerar el margen de error que significan los difuntos recientes, las numerosas personas que han perdido su documento habilitante para el voto y los millones de venezolanos que han emigrado al extranjero. Por tanto, no en todos casos el abstencionismo es consecuencia de la decisión voluntaria de un elector potencial. Igual es cierto, como ocurre con frecuencia entre nosotros, que el elector es trasladado del centro de votación sin que se le informe de la nueva ubicación y sin que funcionen oportunamente los mecanismos previstos para comunicar el nuevo puesto de votación. Cosas como la Covid, la falta de gasolina, el transporte que el régimen hará desaparecer el 21 de noviembre, son algunos de los obstáculos que hay que vencer.
En consecuencia, ir a elecciones del 21 fue una posibilidad, hoy un hecho que ha ido tomando cuerpo las últimas semanas. A la par, se han conseguido algunas condiciones: el nuevo CNE, por ejemplo, que mejora las garantías de participación, aunque hasta estos escenarios sean insuficientes. Permanecen inamovibles: la libertad de los presos políticos, la legitimación de los dirigentes inhabilitados, el retorno de los símbolos de los partidos a sus auténticos líderes y la constante persecución a dirigentes políticos. De cualquier manera, todos estos desasosiegos, si no se concurre a las elecciones bajo el manto de la unidad —unidad afectiva y efectiva, auténtica— la oposición será vapuleada sin necesidad de que los cortesanos del régimen echen mano de sus artimañas. Sin duda alguna, en Carabobo se hicieron grandes esfuerzos y se han superado importantes escollos.
De cualquier forma, debemos tener presente que los porcentajes de abstención aumentan considerablemente en las elecciones locales; esta es una constante no exclusiva de nuestro país, no. Es además importante considerar que los estorbos en estas lides electorales, entre unos y otros países, radican en las circunstancias en que esta nación, como consecuencia de un gobierno cuya prioridad se centra en logar mantenerse en el poder a cualquier costo, fomente la inhibición de manera abierta y, a veces, solapada. De allí se desprende la responsabilidad de todos los ciudadanos que tienen derecho a concurrir a votar; deben pensar razonablemente las particularidades y gravedad de su menosprecio. Los votos no se encuentran en las nóminas de los partidos políticos; se hallan esparcidos en cualquier lugar de nuestra extensa geografía. De la misma manera como tienen derecho a opinar y exigir, son responsables directos de sus decisiones… De manera, que, junto con la concienciación de cada individualidad, la unidad es la única factibilidad de triunfo. No hay otro camino que conduzca a la victoria. Si no, preferible hubiera sido el camino de la abstención, el mal menor.
Reitero, si las organizaciones políticas tienen responsabilidad en cuanto a que el gobierno se perpetúe en el mando, la sociedad civil no escapa de tal compromiso. Si apelamos a un ejemplo, son los ciudadanos, ese 85 % que rechaza al gobierno de Nicolás Maduro los que tienen en sus manos las posibilidades de ganar la mayoría de gobernaciones y alcaldías, para de esa manera, acortar la estadía en Miraflores de quienes han despedazado y empobrecido uno de los países más rico de esta zona del continente.
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario