Dicho en forma breve y directa, el Partido Socialista Unido de Venezuela y su alianza de micro grupos obtuvieron 20 de las 23 gobernaciones de estado (87%), pese a no tener, en 15 de estos casos (65%), la mayoría absoluta de los votos emitidos. Con votaciones menores del 50 por ciento de los sufragios totales y también inferiores a la suma de los votos obtenidos por los grupos opositores, el gobierno gana además la elección en 218 de las 335 alcaldías (65%). El PSUV triunfó en las elecciones regionales recientes, pero la calificación objetiva de esta victoria requiere hacer varias otras consideraciones y reflexiones, así como tomar en cuenta que los resultados electorales son como una foto del momento, pero parte y consecuencia de todo un proceso muy dinámico, contradictorio y cambiante, sólo interpretable con el estudio de su desarrollo.
La votación recibida por el PSUV fue, sin embargo, la más baja en toda su historia y se redujo en 2 millones de votos respecto a las regionales de 2017. La suma de todos los votos opositores excedió a los votos progubernamentales en unos 700 mil sufragios, lo que significa la primera derrota del PSUV en este tipo de comicios. El gobierno gana, es cierto, pero el voto total de los electores le fue adverso, lo que significa una derrota o, en los términos de Chávez, una victoria pírrica, que demuestra un rechazo de la gente a su gestión. Gana porque las fuerzas opositoras principales, la Alianza Democrática y la MUD-G4, se presentaron separadas, lo que dividió el voto opositor y le permitió al PSUV ganar en 15 estados donde sólo era la primera de las minorías (Amazonas, Anzoátegui, Apure, Bolívar, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Miranda, Monagas, Portuguesa, Sucre, Táchira, Trujillo y Yaracuy).
Si la oposición hubiera ido con candidatos únicos, el gobierno habría sido derrotado en la mayoría de los estados, a pesar de la gran abstención (58%) ocurrida. Por tanto, lo fundamental en la derrota opositora reciente ni siquiera fue la abstención, sino la división generada por la participación tardía y perversa de la MUD-G4, que presentó candidatos sin ninguna posibilidad de triunfo, pero que podían secuestrar suficientes votos opositores, como para impedir la victoria de aspirantes capaces de derrotar al PSUV. Los casos de Falcón en Lara, Laidy Gómez en Táchira y Uzcátegui en Miranda, son claros ejemplos de lo que afirmamos. La abstención, por supuesto, que facilitó la ocurrencia de este resultado, pues si no se hubiera dado habría compensado el efecto negativo de la división opositora.
Los electores jóvenes brillaron por su ausencia. Las elecciones en absoluto los motivan, situación no exclusiva de este sector etario, pero muy evidente en el mismo. La desesperanza se ha adueñado de los venezolanos, pues las numerosas elecciones habidas no se han traducido en mejoras de sus condiciones de vida, sino todo lo contrario. A la apatía generada se suma la atención privilegiada que la gente se debe dar a resolver sus necesidades vitales. Contribuye también la emigración de venezolanos votantes (cifra no precisada), la inducida durante muchos años por una propaganda opositora perniciosa, el crecimiento de lo que se ha llamado abstención estructural y la impulsada por el propio gobierno para su beneficio político. Desde hace años, al perder el apoyo mayoritario de la población, el gobierno cambió los grandes enfrentamientos electorales polarizados por contiendas de menor número de votantes, pero con adversarios divididos, para lo cual la masividad electoral es contraproducente.
Además de lo ya señalado, otras situaciones nuevas emergen de los resultados electorales. Se acabó el mito chantajista del carácter mayoritario de la MUD, pues obtuvo sólo 1.735.282 votos contra 2.693.849 sufragios obtenidos por partidos no alineados con ella. Se hicieron presentes muchos grupos opositores surgidos de las bases ciudadanas, que ahora estarán en la lucha política con nuevos intereses, métodos e ideas, que obligarán a los liderazgos partidistas tradicionales a remozarse. El chavecismo disidente, muy maltratado por el gobierno con decisiones inconstitucionales, aparece más claramente dibujado en el escenario electoral con miras a las luchas futuras. Se ha iniciado el necesario y realista debate para esclarecer cuál es la unidad posible de la oposición nacional, pues es absurdo pensar que conductas tan contradictorias puedan ser unificables. Arranca una nueva etapa de la política.
Ah… Se desearía que Guaidó y María Corina no pretendan endilgarse ahora los votos de la abstención y decir que ellos son la mayoría.
Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela
Un grupo importante de disidentes del chavecismo y G4/MUD, han montado tienda aparte, acabando con la polarización chavecismo-G4/MUD.
ResponderEliminarNo obstante ser la 1ra vez que se muestran publicamente se constituyen con sus 2.693.849 votos en una fuerza que se avizora triunfante si se logra mantener adecuadamente canalizada.