lunes, 30 de noviembre de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, SOMOS TODOS RESPONSABLES DE NUESTRO DESTINO.

En algunos escritos y en obras, una de las cuales  que ya fue publicada en el llamado “Imperio”, he insistido en aspectos que explican nuestra realidad como Nación y como pueblo. En esa obra, he calificado nuestra Nación como invertebrada, y seguirá siéndolo mientras nos mantengamos dependientes, no ya de una potencia o  fuente como lo fue la España que nos descubrió, conquistó y colonizó, sino de raíces que se hunden en realidades de nuestro pasado, porque, sin habernos deslastrado de esos antecedentes de manera real y no aparente, no hemos acompañado la Independencia que logramos con cambios sustanciales sobre nuestra manera de ser Nación, sino que hemos conservado, escondidos en nuestro presente, muchos rasgos, costumbres y conductas de nuestro pasado que, por cierto, no es muy lejano en el tiempo, como si lo es en los países llamados más desarrollados.

El tiempo obra de manera sumamente  importante en la evolución de todos los pueblos; su paso inevitable obra de manera más importante en la transformación de todas la Naciones.  La razón es que la historia de las naciones todas y la de sus miembros, no es una simple sucesión de acontecimientos, hechos y sucesos, porque asimilan cambios que  transforman formas de gobierno, usos y costumbres, y también conocimientos y maneras de ser y de actuar de las personas.   

Pero no vamos a tratar, en esta reflexión breve, la consideración de hechos del pasado lejano o cercano, sino del presente que hoy estamos viviendo --con angustia y preocupación--  todos los venezolanos.

Una noche del pasado, el entonces ciudadano Presidente de la República se dirigió al país para exponer que el mal que lo aquejaba no le permitirá, “por ahora”, ejercer las funciones de su cargo, por lo que encargó al ciudadano Vicepresidente, señor Nicolás Maduro, para que se ocupara de tales funciones y, de seguida, informó que debe viajar de nuevo a Cuba para someterse a otra intervención quirúrgica que pudiera devolverle su salud. No ignoraba, por cierto, el fallecido Hugo Chávez Frías, que su fin estaba muy cercano.

En efecto, el fallecido Presidente descubrió sinceramente sus naturales temores al respecto, por lo cual propuso, claramente, que de no poder retornar al cargo para el cual fue reelecto  ese año 2012, recomendó que el candidato de su partido fuese señor Maduro, lo que Chávez acentuó con claro y contundente énfasis. Además, y siempre conforme al mandato constitucional, según lo dispuesto en el Art. 235 que reza: La ausencia del territorio nacional por parte del Presidente (“o Presidenta” sic) de la República requiere autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, cuando se prolongue  por un lapso superior a cinco días consecutivos. Al mismo tiempo, Chávez pidió el permiso de ley al Presidente de la Asamblea Nacional, señor Diosdado Cabello.

Por tanto, es de recordar que, conforme a lo previsto en el Artículo 233 constitucional, parágrafo segundo, se establece que “Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo…antes de tomar posesión (que es el caso del Presidente Chávez), se procederá a una nueva elección directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente electo… se encargará de la Presidencia de la República el Presidente…de la Asamblea Nacional.”

El Presidente Chávez se ajustó exactamente a las disposiciones constitucionales. Sin embargo  --y de manera muy lamentable--  fue violado de manera flagrante lo establecido en el Artículo 328 de la vigente Constitución, que en su inicio reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad policía alguna”, pero hubo  pronunciamientos esencialmente políticos, como supuesto respaldo al Presidente.

Además, la fracción oficialista que participaba en la Asamblea Nacional, en vez de limitarse  a considerar la solicitación de permiso para salir del país, desarrolló un vergonzoso debate cargado de señalamientos ofensivos hacia diputados opositores, así como a manifestaciones de carácter político que, una vez más, dejan mucho que desear al provenir de representantes de un pueblo que los eligió, no para que formaran una suerte de gallinero, sino para que se ocuparan de las urgentes necesidades y del progreso de la Nación en aras del Bien Común General.

Es de destacarse que, en ese sentido, los venezolanos en general, no asumimos en ese momento,  la responsabilidad que todos tenemos de buscar y velar por el bien de la Patria, que es el bien de todos. No actuamos con patriotismo verdadero en los actos comiciales, pues no  superamos el temor que provino de amenazas; no actuamos sinceramente, sin atender ofertas de compras de conciencia que no son más que clásicas artimañas de quienes quieren hacer de Venezuela, no una bendita tierra de gracia de ciudadanos y democracia, sino una Nación de esclavos sometidos a la opresión de un régimen comunista y totalitario.

La referida votación se realizó plena de violaciones constitucionales.  Ante la ausencia del Presidente Electo, Hugo Chávez, el anterior mes de setiembre, se produjo una serie de actos violatorios de la Constitución. Entre ellos vale la pena destacar algunos hechos cumplidos: El Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no asumió lo dispuesto en la Constitución Nacional de acuerdo al segundo parágrafo del Artículo 233, el cual, en su parte final reza: “Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente (o la nueva Presidenta –sic), se encargará de la Presidencia de la República el Presidente (o Presidenta – sic) de la Asamblea Nacional.”  En efecto, una serie de actos ilegales fueron realizados con apoyo del Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos la designación del entonces Canciller de la República, Nicolás Maduro, como Presidente interino “mientras no llegara el Presidente Electo”, siendo después, público y notorio que el Presidente Chávez había fallecido en La Habana el 30 de diciembre de 2012.  Este hecho se ocultó hasta el mes de marzo de 2013.

Para colmo de males que han llegado a afectar la vida de los ciudadanos de nuestra República, la elección del nuevo Presidente realizada en Abril del pasado 2013, fue un descarado fraude electoral (uno más entre tantos otros), que permitió el ascenso a la Presidencia de Venezuela al señor Maduro, apenas con una diferencia de poco más del 1% respecto al candidato opositor Capriles Radonsky.

La evidente incapacidad del equipo de gobierno que se supone debe regir el destino y buen desarrollo de la República, se evidencia por la incapacidad que tiene ese gobierno para superar la extremadamente difícil situación de padecemos todos los venezolanos, ante el desastre económico que se vive y el descrédito universal que tiene este gobierno.

En este mismo año, ya, deben celebrarse nuevas elecciones para la constitución de una nueva Asamblea Nacional. La repetición de fraudes electorales vividos permanentemente hasta el presente no puede ser tolerada más por los venezolanos. ¡Basta ya!  Para garantizar la pureza del próximo acto electoral, es menester indispensable el establecer una serie de premisas a tal efecto. Entre ellas destaco las siguientes:

1º  Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en máquinas.
2º Escrutinios públicos, con presencia de ciudadanos votantes en las mesas electorales.
3º  Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales confiables.
4º  Eliminación de capta-huellas.
5º  Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga.
6º  Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los diferentes partidos que compiten en las elecciones.

Con estas medidas se podía contar  con que la próxima elección no fuese un fraude más.

De manera lamentable, ninguna de esas indispensables referencias han sido consideradas, ni tomadas con fuerza, por parte de aquellos quienes eran los llamados a hacerlo.

Estamos a una semana de ejercer el derecho y la responsabilidad de sufragar. Tenemos la responsabilidad de hacerlo y de velar, en la medida de lo que debe ser lo más necesario, para evitar todo tipo de fraude o de abuso en el acto al que vamos a concurrir.  La actuación patriótica de todos los venezolanos, cuya mayoría es claramente muy amplia, nos impone a todos velar para salvar esta Patria querida. 

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

Caracas - Venezuela

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