Eran apenas las 6 de la mañana de un día domingo 2 de junio del año 1962, cuando
los calicantos del viejo Fortín Solano de Puerto Cabello, comenzaba a recibir
los impactos de las bombas lanzadas desde aviones de la Fuerza Aérea
Venezolana, leales al gobierno de Rómulo Betancourt, en una de las acciones
bélicas más cruentas que registra la historia, pues los rebeldes comunistas que
se identificaron con el régimen de Fidel Castro, mantuvieron tres días de
intenso combate y fuego continuo, que produjeron escenas de horror, angustia,
destrucción y muerte.
La cruel asonada comenzó cuando un grupo de
oficiales de mediana graduación, comandados por el Capitán de Fragata Pedro
Medina Silva y el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, se atrincheró en la
Base Naval N| 1 en Puerto Cabello. Un
alzamiento que había sido planificado a primeras horas de la noche del
sábado en un conocido hotel de la ciudad, en aquella época llamado “Cumboto”,
en el que por espacio de tres horas estuvieron reunidos dos oficiales de las
Fuerzas Armadas Navales (hoy Comandancia de la Armada) y tres civiles que se
encargaron de planificar todos los detalles pertinentes, hasta sus más mínimos
detalles.
Según testimonios de la época recogidos por los
medios de comunicación, tras el fracaso de la rebelión que fue denominada “El
Porteñazo”, los hechos ocurrieron cuando el Capitán de Fragata Guillermo
Ginnari fue despertado bajo amenaza y apuntado con una ametralladora, así como
también el Comandante de la Primera División de Infantería de Marina, Capitán
de Navío Oswaldo Moreno y el jefe de la Escuadra, Capitán de Navío Jesús
Carbonell Izquierdo, quedando en consecuencia a partir de entonces la Base
Naval en manos de los rebeldes.
Inmediatamente los insurgentes tomaron por asalto
todas las dependencias militares, policiales y gubernamentales de Puerto
Cabello, Prefecturas, sede del partido AD, la emisora Radio Puerto Cabello 1290
AM, desde la que comenzaron a emitir mensajes y consignas en contra del
gobierno de Betancourt, e invitaban a la población a rebelarse y respaldar al
“Movimiento Libertador”.
Al enterarse el gobierno nacional del intento de
golpe, envió efectivos de la Fuerzas Aérea Venezolana y del Ejército para que
bombardearan el Fortín Solano y rodearan la ciudad, por lo que inmediatamente
se comenzó a producir el combate frontal entre las fuerzas del batallón de
Infantería de la hoy Armada, General Rafael Urdaneta (que se habían sumado a la
sublevación de los Oficiales y efectivos de la Base Naval y grupos civiles
armados por estos) y la tropa del Batallón Carabobo que se había trasladado
desde Valencia, al mando del Coronel Alfredo Monch. La primera y trágica
escaramuza se produjo en el sitio denominado La Alcantarilla.
Tras tres días de intensos combates, el Ministerio
de Relaciones Interiores anuncio al amanecer, que las Fuerzas Armadas leales al
gobierno habían puesto fin a la rebelión que dejó un doloroso saldo de más de 400
muertos y 700 heridos. A escasos días fueron capturados los jefes del
alzamiento y tomado el último de los reductos de los insurrectos, el Fortín
Solano. Posteriormente el gobierno nacional manifestó haber comprobado la
participación en dicha sublevación de políticos ligados al partido comunista de
Venezuela, e inmediatamente profundizó la depuración en las Fuerzas Armadas, en
las que dio de baja a Oficiales ligados o sospechosos de simpatizar con la
izquierda comunista.
“El Porteñazo” es considerado como la conspiración
cívico-militar de mayor magnitud ocurrida en el seno de las FF.AA durante la
presidencia de Rómulo Betancourt (1959-1964), tanto por las fuerzas
involucradas e intensa lucha, y por el terrible saldo de muertos y heridos.
Enrique Aristeguieta Gramcko un porteño, abogado y político, quien fuera
miembro de la Junta Patriótica que derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez, el
23 de enero de 1958, relata este doloroso suceso así: “Telefónicamente se le pidió
ayuda a las Fuerzas Aéreas para reducir el Fortín Solano, donde los rebeldes
estaban atrincherados con una ametralladora "Punto 50", la cual
inexplicablemente no había sido utilizada para impedir la concentración de
tropas en la Estación, pues tanto ésta como el ingreso a la ciudad están dominados
por el Fortín, que se encuentra en una colina, al Sur. A las cinco y media, las
unidades listas para el ataque, estaban en la Estación.
El Batallón Carabobo se distribuyó en pelotones de
30 hombres que iban cada uno detrás de los trece tanques que debían entrar al
Puerto. Sin embargo se esperó para el asalto, que la aviación efectuase la
operación prevista contra el Fortín.
A los pocos minutos aparecieron aviones F-86 Sabre,
que atacaron con cohetes y ametralladoras. Los cohetes, lanzados de a dos cada
vez, dieron todos en el blanco. Desde el mismo Fortín y desde el Liceo Miguel
Peña, se disparaba con ametralladoras contra los aviones, en intento totalmente
inútil, pues la velocidad de éstos los ponía a salvo de ser alcanzados.
Los viejos muros españoles que circundan el Solano,
de pura y maciza mampostería con dos metros de grosor resistieron el impacto,
no así las otras instalaciones menos antiguas. Eliminado el peligro del Fortín
comenzaron las tropas a penetrar en Puerto Cabello”.
Por su parte Marconi Villamizar, agudo colega
periodista escribió:
“Ante el sostenido ataque de las fuerzas leales,
los insurrectos se replegaron definitivamente hacia el Fortín Solano dejando
sólo pocos focos de franco-tiradores en la ciudad. En el Fortín, que fue
duramente bombardeado por la aviación durante el domingo, los rebeldes habrían
estado en condiciones de adelantar otras acciones desesperadas, pero la
previsión del Capitán Carbonell, acordada en días anteriores al alzamiento,
frustró las esperanzas rebeldes.
En el Fortín se encontraban ubicados dos
poderosísimos cañones de 155 milímetros, montados por el General Cipriano
Castro en 1905, para estar en condiciones de rechazar cualquier nuevo intento
de bloqueo del puerto por potencias extranjeras. En el Fortín hay más de 200
grandes proyectiles para las dos unidades, pero resultó imposible para los
rebeldes operarlas. La precaución de Carbonell luego del alzamiento de Carúpano
fue comisionar al Teniente Justo Pastor Márquez, especialista en armamentos,
para que quitara los percutores a los cañones. La operación fue secreta y
aparte de Carbonell y Márquez muy pocos oficiales se enteraron.
El Fortín Solano apenas sufrió daños por el
bombardeo aéreo. Esta fortaleza fue construida por los españoles allá por el
año 17505 y tiene murallas de más de dos metros de espesor. Tiene también
platabandas de más de tres metros de espesor, a las cuales las bombas no
hicieron absolutamente nada. Pero los rebeldes no podían materialmente sostener
sus posiciones en el Fortín. Contando sólo con ametralladoras y armas cortas se
exponían a ser sitiados.
Este doloroso y triste episodio en el que perdieron
la vida numerosos venezolanos y enlutó a tantos hogares, nos muestra la cara de
quienes en su afán de alcanzar el poder a como dé lugar, se sublevan sin
importarles la vida de quienes acatan ciegamente sus órdenes, con el único fin
o propósito de implantar por la fuerza el comunismo en nuestra patria. Esta
crónica la complementamos gráficamente, para que las nuevas generaciones
conozcan los intentos del castro-comunismo por tomar el poder absoluto en
nuestro país, desde hace 54 años.
Esto quiso hacer el castro-comunismo en el año
1962, y no debe ni puede volver a suceder, por lo que hay que estar atentos y
vigilantes en defensa de nuestros derechos, soberanía y democracia.
“El patriotismo es un fuego sagrado que no puede
estar oculto; y que tanto cuanto se extiende en un sentido verdaderamente puro,
tanto más habrá ganado la felicidad del país, cuya moralización demanda
extraordinariamente todo paternal cuidado”
Simón Bolívar.
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del
Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
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