La situación
económica de Venezuela tiene a los ciudadanos de mal humor. Las respuestas del
régimen para paliar la crisis por ellos implantada, son alto costo de la vida,
crecimiento de la pobreza, inseguridad, corrupción e impunidad, atizados con un
verbo cada día más deprimente e irrespetuoso contra quienes se atreven a
presentar soluciones.
Ante la propuesta de
empresarios, la respuesta del oficialismo es de explotadores, capitalistas. Si
la soluciones devienen de adversarios políticos, el régimen revienta en cólera
y los llama pitiyanquis, apátridas, escuálidos, negando mejorar la crítica situación
económica por la que atraviesa la sociedad.
Los anuncios
económicos por venir, van en dirección a terminar de raspar los bajos ingresos
de los asalariados, y la liquidación definitiva de empresas productoras u
comercializadoras. Existe en el régimen un espejismo e insisten en imponer el
socialismo arcaico, fracasado.
Se resiste el régimen
a escuchar a los ciudadanos y convierte el país en una inmensa cárcel, que
genera ruido, angustia, desesperación y eso arroja fatales consecuencias.
El tema no es sólo la
cola, es que a ella se suma el no conseguir el producto. Los niños lloran por
su alimento y los padres sufren para conseguirlo, pero eso le sabe a pelotas al
régimen. Juegan con el sufrimiento, buscan el caos.
La nueva Asamblea
Nacional debe generar Leyes que vallan en dirección de solución a la realidad
presente. Es responsabilidad de los hombres y mujeres que tiene en sus manos la
aplicación de las mismas o ignorarlas. Lo que no está permitido a la AN es omitir la realidad.
El dialogo es necesario,
el chantaje no hay que permitirlo. Continuar con el actual régimen al frente
del Poder Ejecutivo Nacional, es ir al precipicio, y ese piso está muy cerca.
Un gobernante serio y respetuoso de la norma, ya habría renunciado para
facilitar las correcciones necesarias.
La aplicación de
mecanismos constitucionales no tiene por qué demorar. La arruga llegó a su
final, seguir corriéndola es ser parte del desorden y del hambre impuesta por
el sector oficial.
La sensatez,
prudencia, paciencia y esperanza han evitado el ruido ensordecedor que se puede
vivir a bajo tono en la calle, pero lo concreto, es que hay una implosión
social en puertas.
Josue Arturo Molina
Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
Tachira - Venezuela
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