La reciente reforma
política, que implica la creación de otra Constitución y cambiar de nombre al
DF por el de Ciudad de México, es una muestra más de la facilidad que tienen
los partidos políticos para manosear la Constitución por protagonismo o pactos,
sin ningún beneficio para la ciudadanía. La mayoría de los legisladores
federales y estatales que votaron a favor de esa reforma ignoran los problemas
que acarreará en el futuro, como el conflicto de leyes y dejar la seguridad de
la sede del poder ejecutivo en manos de
un ayuntamiento o un Estado.
La Constitución de
los Estados Unidos reserva un territorio, Washington D.C., para el asentamiento
de los poderes federales por cuestiones de seguridad y competencia, con una
autoridad directa del gobierno federal; en México, pasando por alto esas
elementales razones, se aprobó una reforma política que solo significa un nuevo
reparto del poder, más burocracia y mayores gastos a costa de los ya altos
impuestos a los contribuyentes. Tan solo para costear la pomposa “asamblea
constituyente” de donde se presume emergerá una nueva Constitución
“progresista” y de “izquierda”, se destinará un presupuesto inicial de 100
millones de pesos.
Sus promotores dicen
que se cumplirá con el anhelo de la mayoría de los habitantes de la Ciudad de
México de tener una Constitución, lo cual es falso; lo que anhelan es una
ciudad con mejores servicios, menos impuestos, menos reglamentos, menos multas,
más seguridad, menos robos y extorsiones por parte de sus múltiples
dependencias. Hablan de que ya registraron el nuevo nombre de ”Ciudad de
México”, que desde la constitución del 17 se menciona. Parece que los autores
de este show no leyeron el Art. 44 Constitucional, que, desde 1993, dice: “La
Ciudad de México es el Distrito Federal sede de los poderes de la Unión y
capital de los Estados Unidos Mexicanos…” Ante la falta de argumentos serios y
sólidos para crear leyes que generarán por conflictos de competencia, más
reglamentos y gastos, quieren vender a los ciudadanos el cuento del rescate o
incorporación de un nombre que ya está.
Lo de que serán
“libres y soberanos”, quizá solo servirá a los gobernantes para desviar
recursos y endeudarse con mayor facilidad, como lo han hecho varios
gobernadores.
Luis Pazos
lpazos@prodigy.net.mx
@luispazos1
Mexico
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