Los tiempos de exacerbada crispación política tienden a producir
decisiones políticas profundamente cargadas de pasión, en la mayoría de los
casos, desnuda de racionalidad, su norte, su objetivo, el leitmotiv de su
accionar está vinculado a una lucha existencial, al desconocimiento de la
existencia del otro, que al final no migrará de estas tierras.
Unos y otros, rojos y no tan rojos, azules en todas sus
tonalidades, son indispensables para lograr que el país pueda transitar, no sin
dificultades y sobresaltos, con acuerdos y disensos, hacia la
reinstitucionalización de unos poderes públicos que han sido secuestrados por
una insania que impide el desarrollo político, económico y social del país.
Un proceso político como el vivido por Venezuela durante
lo que va de este siglo, cargado de discursos de clara apología a la violencia,
de incitación permanente al odio, además, de una clara exacerbación de
diferencia de clases cuyo fin, más que reivindicativo se presenta como
vengativo, han producido una profunda herida que impide a los venezolanos,
líderes políticos, actores sociales y ciudadanos, actuar atendiendo a una
racionalidad que permita encontrar espacios de reencuentro para impulsar
políticas que satisfagan las necesidades colectivas.
Superar la política existencial debió haber sido una
práctica que debió desarrollar la oposición al lograr el resonante éxito del 6D
del año pasado, pero no lo hizo, más bien puso fecha, atizo las brasas de la
confrontación. El gobierno débil, afectado por una crisis solo atribuible al
modelo económico en el que se han empeñado,
tampoco buscó el camino que le correspondía para entenderse con la nueva
realidad política del país al dejar de ser la mayoría atropellante del pasado.
Ha echado manos de otros poderes, que sometidos a la voluntad del ejecutivo,
confrontan la voluntad de casi ocho millones de electores con decisiones
judiciales, al extremo de vulnerar los derechos políticos de los habitantes del
estado Amazonas al dejarlos sin representantes ante la AN.
Con este decorado como escena de la política nacional
resulta obvio que propuestas de acuerdo nacional, espacios para el consenso y
cualquier otra que sugiera que los actores antagónicos exploren puntos sobre
los cuales coincidir para la superación de la crisis, tengan un rápido y
contundente rechazo.
Ha sido esa política, la impulsada por el chavismo, la
que ha permitido el estado de desolación que vive en país, sin que por lo
pronto se observe en el horizonte algún paisaje que nos haga prefigurar un
cambio significativo de las relaciones de políticas que permitan la reinstitucionalización
del país
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario