Qué visión de país puede tener un joven venezolano hoy
día ante el desarrollo de eventos político-económicos
agotados y siempre imprevistos en los últimos años. Crece la duda del porvenir
y disminuye la creencia de una salida por parte de la dirigencia nacional,
confrontada por los poderes legítimamente establecidos en la carta que rige el
desenvolvimiento social.
Los individuos más experimentados en las lides políticas
observan y opinan, mientras que la sociedad en la base de la pirámide
interactúa despiadadamente por alcanzar la supervivencia, preñada hace algunos
años de violencia, esa misma que hoy vemos asombrados con el rudo exterminio
entre unos y otros. Descuartizar, quemar y asesinar con armas es lo que la
juventud venezolana está experimentando en el panorama brutal del presente
siglo XXI, como síntoma de la pobreza en su galopante crecimiento.
¿Quiénes dejaron avanzar la estrecha ideología de la
revolución? El mismo pueblo que hoy, exigente y desesperado, lucha por
sobrevivir con escasez de todo tipo, como si se tratara de un castigo impuesto
por no haber hecho uso apropiado y sensato de la bonanza petrolera y toda la
riqueza natural, en manos de filibusteros en su objetivo de saquear, robar,
enriquecerse y repartir la ganancia de los venezolanos en tierras foráneas.
En el curucuteo de las redes sociales tropezamos con
esto: “La riqueza no es un índice de éxito ni la pobreza es garantía de logros
insignificantes”.
No creo en irnos acostumbrando a la pobreza reinante hoy
en el país. El asunto es que no la hemos superado por no tener una guía o
cabeza sensata capaz de mirar lo más profundo del conflicto para sobrepasar las
fronteras individuales y decir “esto es lo que tenemos que hacer y allá vamos”.
A nadie le molestaría seguirlo, al menos por nuestros jóvenes; claro, debe ser
un individuo con una enorme carga de credibilidad sin dejar lugar a dudas. Es
de quijote intentar arreglar a Venezuela de tal forma, pero es lógico reponer
las fracturas.
Grupos sociales quieren ponerle fin a la crisis por la
vía de tomar la calle, pero ninguno da un paso al frente. Lo interesante es que
están convencidos de esa salida frente a cualquier otra intervención.
Los lamentos se escuchan por todas partes, de manera
global, nunca Venezuela había sufrido una crisis como la actual. Los tiempos
cambiaron y fenómenos naturales también se organizaron para incluirse en la no
sé qué batalla ambiental. Saltan las comparaciones para aceptar que los
indígenas, nuestros primeros pobladores, vivían mejor sin la civilización.
Ellos se podían bañar a orilla de los ríos a cualquier hora y cultivaban para
comer todo lo que les venía en ganas. Nada despreciable en estos momentos de
hacer colas sin garantía de encontrar algo para llevar.
Los expertos en conductas consideran que “el fracaso no
es el acabose de todo, podría ser el comienzo de todo. Lo importante en la vida
es sacar provecho de cada experiencia dolorosa”.
Siempre los tiempos idos resultan ser los mejores en el
presente. No, no quiero imaginar el futuro, cuando quedemos obligados a aceptar
que estamos viviendo ahora lo mejor en comparación con lo que está por venir.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com
Nueva Esparta -
Venezuela
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