LA IGLESIA CATÓLICA DE NUEVO ASUME LA
VOCERÍA
De nuevo la Conferencia
Episcopal Venezolana –CEV- se pronuncia sobre uno de los temas más delicados de
los últimos años. Me refiero a la noticia dada a conocer el pasado 9 de agosto
sobre una fosa común de cadáveres asesinados en la Penitenciaria General de
Venezuela, ubicada en San Juan de los Morros, Estado Guárico. Algunos de ellos
aparecieron descabezados, es decir, sin cráneo y otros totalmente deteriorados.
No es el primer descubrimiento de esta naturaleza, pero quizás sí el más
significativo.
Se han denunciado
situaciones similares en las cercanías de Barlovento. También en zonas mineras
tanto del Estado Bolívar como de Amazonas. Todo ello hay que sumarlo a los
crímenes horrendos que a diario estremecen a la opinión pública. Normalmente
son vinculados a enfrentamientos entre bandas, ajusticiamiento entre ellas, o a
atracos bien pensados y mejor ejecutados por ladrones que dejaron de ser hampa
común. Ahora se trata de tentáculos del crimen organizado. Ahora se hace
presente entre nosotros el sicariato de factura desconocida entre nosotros
hasta hace pocos años.
La Iglesia Católica de
nuevo asume la vocería de quienes no tienen voz. Denuncia el hecho y plantea
interesantes iniciativas que deberían ser atendidas tanto por el gobierno como
por una oposición bastante dividida y, en mucho, alejada de lo que deberían ser
sus preocupaciones fundamentales. La CEV se convierte progresivamente en
ejemplo y guía para la resistencia democrática. Es pedagógico su apego a los
principios fundamentales de la vida en Libertad y Democracia, así como a la
Doctrina Social de la Iglesia, tan olvidada hasta por dirigentes copeyanos
consumidos por un electoralismo exagerado sin sentido ni oportunidad.
¿Qué sucede realmente?
Los dirigentes serios saben de sobra que lo electoral es muy importante en un
sistema democrático. Pero no es lo único y ni siquiera lo más importante. Mucho
menos en una tiranía socialistoide a la cubana, es decir, comunista. Se impone
el uso de todas las fuerzas e instrumentos disponibles para provocar el cambio
necesario en el menor tiempo posible. Todos los trucos, trampas y maniobras del
régimen han sido y siguen siendo previsibles. Nada de cuanto hacen nos
sorprende. Las políticas y anuncios vienen telegrafiados. Quien quiera hacerle
el juego al régimen desde la oposición, lo hace por comodidad, cobardía o una
complicidad que se descubren en cada declaración y actuaciones sospechosas.
Se lo difícil de
encontrar una unidad perfecta entre los sectores democráticos. Es imposible
proyectar como único lo que es distinto por naturaleza, producto de la realidad
partidista hija de las convicciones democráticas. Pero aquí de lo que se trata
es de unificar el objetivo principal y que cada cual transite, con su propia
estrategia, hacia el objetivo del cambio, sin perder la brújula.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
Desde El Puente
Caracas - Venezuela
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