El Ministro para asuntos exteriores de
España ha anunciado: “La negociación que todo el mundo reclama entre el
gobierno y oposición venezolanos tenga realmente lugar”. Pareciera que en lo
genérico, tal deseo y/o apreciación por parte del gobierno socialista ibérico
no tendría otra razón –acotaríamos nosotros,- que “obras son amores que no
buenas acciones”. El diplomático ha estado emitiendo diversas declaraciones que
tienen que ver con la Crisis Nacional venezolana. De todas ellas me permito
contrastar ésta última con una anterior suya donde resaltaba que el presidente
venezolano perdería su condición de legitimidad a partir del venidero 10 de
enero. Ya me había referido a ésta apreciación en otro escrito publicado en El
Nacional. Señalaba que había “sustraído de su chistera” tal apreciación, (la
legitimidad) obviando la opinión generalizada tanto a nivel nacional como
internacional. ¡Maduro es ilegítimo desde hace mucho tiempo! Así lo demuestran
diversos hechos consumados: Elección de una Asamblea Nacional Constituyente
írrita por inconstitucional; y, el adelanto de la elección presidencial con
casi un año de anticipación. Con el añadido de la peculiar apreciación de la
Sala Constitucional del TSJ en el sentido de que el nuevo período comenzaría a
partir del 10 de enero de 2019. Basta con estos dos ejemplos para hacer
ostensible la ilegitimidad. (No hablaremos del golpe de Estado continuado desde
hace más de un lustro, ni de la supresión de hecho de la Asamblea Nacional en
su condición de único representante del Poder Legislativo del Estado
venezolano.
También señalaba en aquel escrito que el
aserto del canciller español comprometía al gobierno socialista de Sánchez. Tal
apreciación pasó de manera casi inadvertida. Luego del “jalón de orejas”
impartido –me imagino que así fue por parte del jefe de Estado, a requerimiento
del gobierno totalitario venezolano- ha venido -por cuenta gotas- enmendando su
aserto inicial. Sin embargo la contradicción entre ambas posturas es más que
evidente.
Si asumimos como cierta la postura global
del Estado del reino de España; Maduro, por ahora y solamente hasta el 10 de
enero de 2019, es legítimo. Lo cual le permite, -de acuerdo a ésta
incuestionable lógica- que la solicitud de entablar una nueva negociación
política a realizarse entre la oposición y la dictadura debería ser hecha en
los últimos 43 días antes del próximo 10 de enero. La intervención del gobierno
español como mediador o facilitador de buena fe estaría circunscrito a la
inobjetable condición de que Maduro y su Combo propiciaría una “transición”
mediante elección popular con nuevas autoridades electorales y debidamente
supervisadas por órganos legítimos y probos de la comunidad internacional como
garantes. ¡Estas serían las condiciones en líneas generales! Ahora bien; para
no pecar de ingenuos, ni creer en “pajaritos en dulce espera”, nos
preguntaríamos: ¿Estaría el totalitarismo venezolano en disposición de aceptar
esa premisa? La respuesta es obvia. ¡Por supuesto que no! Ya hemos dicho hasta
el cansancio que la única intención de la dictadura es ganar tiempo. De tal
manera que la hipótesis constituye algo más que un contrasentido.
Por tales circunstancias no resulta
difícil concluir que la pretendida
(absurda y desfasada) negociación enunciada y propiciada por el gobierno
español no es sincera ni procedente. Además (repetimos) es contradictoria.
¡Significa que los socialistas y aliados del gobierno hispano están dispuestos
a darle el espaldarazo de rigor a un gobierno ilegítimo? Pareciera, a todas
luces, que así será. Lo que no está suficientemente claro es la decisión
definitiva de la comunidad europea al respecto. Por ahora, pareciera también,
que no hay unanimidad. Tampoco está definida la posición de otros gobiernos y
organismos multilaterales. Lo único cierto es que la connotación como tal del
totalitarismo venezolano -en el concierto internacional- es casi unánime con
algunas variantes. Estas interpretaciones semánticas han logrado su cenit con
la ladina explicación del socialista español Felipe González. (Se incorpora
resueltamente al trío de Los tres mosqueteros ladinos con José Luis Rodríguez
Zapatero y Josep Borrell). Su enjundiosa disquisición de cátedra acartonada
-con aroma pestilente- entre las diferencias entre dictadura y tiranía o
regímenes autoritarios son de antología. ¡Para bailarla a ritmo de zarzuela!
Concluimos la semana pasada con la
experiencia derivada de las accidentadas elecciones estudiantiles en la
Universidad de Carabobo. Como aún persiste en un sector de la oposición
venezolana la apreciación de que sólo mediante votos se combate a las
dictaduras; resulta apropiado referirnos, a vuelo de pájaros, con las resultas
de la elección carabobeña. Lo primero a resaltar fue la violencia generalizada
propiciada por el envalentonado (“guapo por apoyado”) gobernador. “Lacava de
poner la torta nuevamente”. Profusión de bombas lacrimógenas a granel con la
idea de impedir el acto cívico y sustraer las urnas electorales. El
requerimiento de las autoridades rectorales de la universidad solicitando a la
FANB la protección ante la esperada violencia sin obtener, como de costumbre,
respuesta alguna. Por último, la declaración del fastidioso “Trucutú” -el del
inefable mazo- anunciando el triunfo de la candidata oficialista. Seguramente
el ministerio de elecciones del gobierno y la Sala Electoral del TSJ emitirán
sendas decisiones para avalar el fraude. Sin olvidar que ya un partido opositor
cuyo jefe es oriundo de ese Estado, reivindica para sí el “apoteósico triunfo”.
Continuando con la “onda electorera” (en
las actuales circunstancias) llama la atención la propuesta emanada por un
editor en el exilio, donde llama a realizar de inmediato unas elecciones
internas –una especie de primarias- para decidir quién será candidato de la
oposición en las elecciones que habrá de realizar Maduro en diciembre de 2025.
¡La patología es crónica! y la práctica dialéctica y babosa del onanismo
electorero está generalizada…
José Rafael Avendaño
Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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