Desde el último trimestre del año que se acaba de ir,
en Venezuela se viene especulando con la posibilidad de que se produzca el
esperado final del reinado de Maduro. Las razones que se esgrimen son de tipo
jurídico, pues se basan, principalmente, en la falta de legitimidad que tuvieron los muy adelantados comicios presidenciales del 20 de Mayo del 2018, donde Maduro resultó
reelecto, sin la participación de la oposición mayoritaria y reconocida como
tal. Hasta se llegó a producir una resolución por parte de la Asambles Nacional, el 14 de Noviembre
pasado, declarando inconstitucional la pretensión del Nicolás Maduro de
continuar “usurpando” el cargo de presidente a partir del 10 de Enero del 2019.
En tal sentido, se presagian fuertes reacciones de la
comunidad internacional, como la que se acaba de producir con el denominado
Grupo de Lima, que incluirian medidas diplomáticas fuertes, como el retiro de
embajadores, además de presiones políticas y económicas; es decir, un
desconocimiento del régimen que, en teoria, supone un aislamiento similar al de Cuba. Pero, ¿que hay de cierto en todo ello y
cuanto hay de deseo y cuanto de realidad?
Si de irregularidades electorales, vicios de legalidad
y posturas anticonstitucionales se trata, no habría que haber esperado tanto,
pues el camino recorrido desde diciembre del 2012 hasta ahora, por Nicolás
Maduro está plagado de ellas. Basta con recordar como el Vicepresidente Maduro,
encargado de la Presidencia de Venezuela, continuó al frente del gobierno
después del 10 de enero del 2013, fecha en la cual el periodo presidencial en
curso concluía, y que Chávez, recién reelecto, nunca se pudo juramentar, pues
se encontraba gravemente enfermo en Cuba, donde murió el 5 de Marzo, según fue
anunciado, para asumir la presidencia del nuevo gobierno que se iniciaba en
aquella misma fecha.
En dicha oportunidad, ni la comunidad internacional,
ni la Asamblea Nacional en manos del oficialismo, ni la oposición venezolana,
hicieron mayores reparos, frente a aquella flágrante anormalidad, conformándose
con el anuncio del propio Maduro, fungiendo de presidente, de que habría nuevas
elecciones en el mes de Abril; cuando lo legalmente válido era que la Asamblea
Nacional declarase la falta absoluta
del Presidente electo, o sea, Chávez, y
se llamase a elecciones dentro de los treinta dias siguientes, encargándose,
mientras tanto, del gobierno el Presidente de la Asamblea Nacional.
La situación actual, juridicamente considerada, es mas
compleja en su solución que la anterior, claramente contemplada en el Artículo
233 de la Constitución de Venezuela, pues se trata de desconocer un proceso
electoral, como el del 20 de Mayo del 2018, avalado por los organismos
oficiales del Estado, por mas espurio que nos parezca o pueda haber sido, y no
de acomodar una fecha electoral a los intereses del chavismo y de Maduro,
ganando tiempo y buscando ventajas desde
el poder, como ocurrió en el 2013. No obstante, se espera que la nueva
directiva del parlamento venezolano que se acaba de juramentar para iniciar un
nuevo periodo legislativo, declare la falta absoluta de Presidente. Algo que
en nuestra opinión, resultará tan
estéril como la declaración de abandono del cargo por parte de Maduro, realizada
por la tambien nueva directiva de la Asamblea Nacional, a principios del 2017,
y ratificada en Agosto del 2018. Y es que mientras dure el desconocimiento
impertérrito del Poder Legislativo por parte del gobierno de Maduro, el cual
comenzó el mismo 6 de Diciembre del 2015, una vez anunciados los resultados
electorales que le dieron la mayoria de las curules a los candidatos de los
partidos opositores, Maduro y su gobierno seguirán imponiendo su voluntad por
encima de la Constitución y demás leyes e instituciones.
Por éso cabe intuir que si en estos últimos seis años,
la comunidad internacional se ha venido haciendo la vista gorda con las
arbitrariedades del régimen, lo continué haciendo una vez mas. ¿O ha cambiado
algo para pensar lo contrario? Es cierto que ya no están los Kirchner, ni Lula,
pero ahora apareció López Obrador, con intenciones tan claras, com haberse
negado, por ejemplo, a firmar el acuerdo del Grupo de Lima, del cual es
miembro, contra Maduro, por la que ya se habla del nuevo eje México-La Habana-Caracas.
Además, se fue Rajoy en España y el gobierno de Pedro Sánchez con la influencia
de Zapatero y de Iglesias, sigue manteniendo una postura blandengue, por decir
lo menos, con el gobierno de Maduro, con el cual mantiene algunos buenos negocios.
Adicionalmente, Maduro ha sabido moverse en estos años, atrayendo fuertes
aliados comerciales y políticos del tamaño de Rusia y China, que junto a otros
mas pequeños, pero igualmente importantes, del mundo islamico, le han venido
dando su apoyo internacionalmente.
Si algo ha cambiado en estos últimos tres años, es el
talante y la paciencia con las que esa comunidad internacional, sobre todo en
el continente americano, ha venido apreciando y soportando las arbitrariedades
del gobierno venezolano, cuyos efectos negativos por el éxodo masivo de
vanezolanos y el caos económico que vive el país, están afectando social y
economicamente la región. Nada digamos de como las secuelas de la corrupción
venezolana han venido infiltrando los
sistemas financieros de Norte América y de Europa por medio del lavado de
dinero y la compra de activos, principalmente, inmuebles. En todo caso, le correspondería a la OEA y la
Union Europea, como organismos internacionales, tomar la batuta y desconocer el
nuevo periodo presidencial de Maduro, si se quiere una accion decidida y
concertada que pueda tener alguna eficacia política.
Pero si ésto es o no suficiente para sacar a Maduro,
pactando entre bastidores, o si los intereses de algunos países impondrán la
tesis del diálogo oficial con intermediarios, para mantenerlo otros seis años
más, lo sabremos muy pronto, o quizás no tanto.
José Luis Méndez La Fuente
@xlmlf
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