Si bien el inicio del
“nuevo mandato” de Nicolás Maduro profundizará el aislamiento internacional del
gobierno, es poco probable que altere significativamente la dinámica política
interna.
Nicolás anuncia que a
partir del 10E comenzará la implementación del "verdadero
socialismo". Debemos entender entonces que todos estos años de destrucción
y muerte han sido un prólogo al
auténtico horror que ahora nos promete.
Maduro perdió la
legitimidad desde el primer momento en que, desde su gobierno, se han violado
sistemáticamente los derechos humanos de los venezolanos: la vida, la
integridad personal, la salud, la alimentación, la educación y pare usted de
contar. Y para muestra varios botones hay, si no, que lo digan los padres de
los 134 jóvenes asesinados por parte de fuerzas militares y policiales del
Estado, durante las protestas de 2017; los 278 presos políticos; que lo señalen
las madres de los niños, niñas y adolescentes desnutridos o los que mueren
semanalmente, en el Hospital J.M de Los Ríos; los familiares de las personas
que viven con VIH, cáncer y otras enfermedades crónicas que también fallecen.
En lo político,
requeriríamos de mucho espacio para contar los desafueros que ha cometido el
régimen arropado por la falta de independencia de los Poderes Públicos. Para
nombrar uno de los últimos, impedir a través de artimañas jurídicas, que se
realizara el Referéndum Revocatorio e imponer la Asamblea Nacional
Constituyente. El 10E no es entonces ningún punto de inflexión, es la
continuación de la desgracia.
En la oposición
debatimos diferentes opciones con respecto al 10 de enero, pero,
lamentablemente, seguimos profundamente divididos en torno a la estrategia a
seguir para lograr que la democracia regrese a nuestro país.
La Asamblea Nacional
representa un grupo diverso y cuenta con el respaldo de millones de votos
(incluido parte del chavismo). Es, ciertamente el foro de la política y
representa al pueblo. Su legitimidad no tiene dudas hasta diciembre de 2.020.
Pero: ¿Tendría el apoyo
como para designar un Presidente que asuma el gobierno, sin correr el riesgo de
que éste se convierta en una víctima más de los abusos del régimen y pare en
las mazmorras del Sebin? No lo creo.
¿Asumirá la Fuerza
Armada Nacional “Bolivariana” como garante del respeto a la democracia? Tampoco
lo creo.
El tercer escenario, que
tiene su base en el artículo 333 de la Constitución venezolana, en concordancia
con el 338, implicaría que los ciudadanos, investidos o no de autoridad, colaboraran
en el restablecimiento de la Carta Magna. Este lo considero menos factible.
Mucho está en juego a
partir del 10 de enero. Ojala que los partidos políticos sepan escoger a quién
escuchar, porque las movidas recientes –que han terminado dando gusto al
radicalismo- alejaron mucho más la posibilidad de encontrar una solución
civilizada y democrática para este desastre.
Los demócratas de este
país no podemos permitir que se vuelva a cometer el mismo error de 2014 y 2017
y dejar que los violentos tomen nuevamente el control de las actuaciones de la
oposición.
Si la Asamblea Nacional
nombra un gobierno, éste no tomará posesión del cargo ya que Tribunal Supremo
de Justicia anulará nombramiento y las FANB acatarán al TSJ pues sus decisiones
prevalecen sobre las de la AN. Los diputados y designados serán encarcelados y
el gobierno se apoderará de la AN.
En fin, el 10 de Enero
si va a pasar algo. Con la reciente declaración del Grupo De Lima, que implica
de facto un cerco regional al madurismo, se agudizará la crisis y aumentará la
diáspora.
Solo mediante una
negociación con sectores de poder pertenecientes al bloque hegemónico, en
especial con la FANB, será posible garantizar un gobierno de transición desde
la AN. Hay que entender eso.
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