sábado, 9 de febrero de 2019

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, VENEZUELA EN UN LIMBO


Escuchando las noticias sobre Venezuela que recorren el mundo, una comentarista de la BBC apuntaba que dicho país se encontraba en un limbo,  refiriendose así a la pugna existente entre  Nicolás Maduro y Juan Guaidó por ser reconocidos, desde las diferentes posturas que mantienen, como el único Presidente legítimo. Una lucha que está ganando el tambien Presidente de la Asamblea Nacional, pero que aún no  alcanza la victoria  definitiva, con lo cual cada dia que transcurre alarga la espera, haciedo mas complicado el asunto, asi como la posibilidad de  su mejor desenlace.



Para el diccionario de Cambridge, y es que en el de la Real Academia Española no encontramos una  definición  con esta misma connotación,  un limbo es una situación  incierta que no se puede controlar y en la cual no hay progreso o mejoramiento. Por lo tanto, queda clarísimo que la figura del limbo es totalmente a plicable a la situación actual de Venezuela, pues ni Maduro ni Guaidó la controlan totalmente, se encuentra estancada y ha creado una  incertidumbre que tiene nerviosa  a la población venezolana  y a buena parte del  mundo.

En Venezuela ese limbo ya tiene nombre y apellido, se le conoce como la transición y los expertos aseguran que puede durar hasta más de un año. Principalmente, debido a que organizar unas elecciones en las actuales circunstancias es imposible, pues se requiere un organismo electoral neutral, además de otras  garantias que ahora mismo son irreales.

Con el propósito de enrumbar esa transición, lo cual implica un proceso de cambio para el que, no obstante las experiencias habidas, no hay reglas fijas, la Asamblea Nacional,  encarnación legítima del Poder Legislativo venezolano,  aprobó en dias recientes un estatuto con la finalidad de regular ese tránsito a la democracia, así como  el restablecimiento del estado de derecho.  La normativa en cuestión, que sigue de alguna manera los parámetros establecidos en el Acuerdo de la Asamblea Nacional, del 15 de Enero pasado, sobre la Declaratoria de Usurpación de la Presidencia de la República por parte de Nicolás Maduro Moros y el Restablecimiento de la Vigencia de la Constitución, toma como punto de partida la innegable realidad de que Maduro debe entregar el poder o irse, es decir, que cese la usurpación; hecho que ratifica y establece como uno de los fundamentos de si misma, para que las fases siguientes de esa transición se pongan en marcha, con el fin de  conformar un gobierno provisional y convocar a elecciones. La reversión de la emergencia social y humanitaria es otro de los objetivos allí señalados.

Como era de esperar, pues todas la leyes aprobadas hasta ahora por el parlamento venezolano han sido bloquedas por el  ejecutivo y anuladas por el Tribunal Supremo de Justicia en manos del régimen, dicha normativa acaba de ser igualmente anulada, lo cual no va a influir mayormente en la situacion política actual, pues como ya lo hemos  venido repetiendo el de Venezuela es un problema político, no jurídico; salvo que  detengan a Guaidó por usurpación de la presidencia, tal como lo manifiesta, en la decisión señalada, el propio Tribunal Supremo de Justicia. Esta última una medida, si se atreven a materializarla, que  solo se podría calificar  como una auténtica torpeza y nada más. Si algo queda claro después de dicha sentencia con fecha 8 de este mes de febrero del 2019, es que ahora, Maduro y Guaidó se emparejaron en títulos, pues cada uno considera al otro usurpador frente a la opinion pública internacional, que ya anda bastante confundida con la dualidad de presidentes  e instituciones en Venezuela.
 
Pero si hay algo evidente en todo esto dentro del cuadro general de incertidumbre reinante, es que la denominada primera fase de la transición se puede prolongar por un tiempo indefinido; sobre todo, si se mantiene la actitud persitente de Maduro en el poder y los efectos de las presiones poliíticas, económicas y comerciales tomadas contra su gobierno hasta ahora, se ven retrasadas en sus efectos, convirtiendo la angustia y desasosiego de la gente en pesimismo. Ello, aunado al riesgo potencial de que algunas favorables circunstancias y coyunturas políticas del presente se deterioren o modifiquen durante este 2019, año que ya ha entregado su primera hoja del calendario. Por eso, dicha situación no debe alargarse demasiado, pues hay muchos baches y obstáculos en su recorrido, que pudieran incluso revertirla.

Aunque Venezuela está metida en un limbo desde hace un par de semanas, politicamente hablando, lo  cierto  del caso es que los venezolanos se encuentran viviendo en un verdadero infierno desde hace unos años. Infierno que a muchos les parece eterno, pues no le ven salida, y el camino hasta el  cielo parece haberse borrado del mapa.

José Luís Méndez La Fuente
@xlmlf

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