Comenta el historiador en otra parte de su obra[2]
refiriéndose a la labor de los profetas que, para ellos:
"La meta ha de ser la justicia social. Los
hombres deben cesar de buscar la riqueza como el propósito principal de la
vida: «¡Ay de los que añaden una casa a otra, y agregan un campo a otro campo,
hasta que no queda más lugar! Han de ser obligados a vivir solos en medio de la
tierra.» Dios no tolerará la opresión de los débiles, «"porque
aplastasteis a mi pueblo y machacasteis el rostro de los pobres", dice el
Señor, el Eterno de los ejércitos». "[3]
Como vimos en una cita anterior, esas casas y campos
eran fruto de la expropiación a campesinos endeudados. Este párrafo indica a
las claras que la riqueza en tiempos bíblicos y neotestamentarios se debía a la
explotación de los pobres, cosa que continuó sucediendo hasta la aparición del
capitalismo en el siglo XVIII. Resulta manifiesto que las condenas de Nuestro
Señor Jesucristo se dirigen a esa forma o manera de hacerse ricos, y no contra
la riqueza en sí misma. Dado que en aquel tiempo no se conocía otra forma de
enriquecerse que, a través de una economía de suma cero, es que se refiere
exclusivamente a ella como la "riqueza" lisa y llana. Hay una crítica
(en cierto sentido) a un sistema económico imperante. Cristo no acepta que la
riqueza surja en base a ningún tipo de explotación a los pobres. Existe mucha
evidencia histórica que la pobreza del pasado era causada por los altos
impuestos que todos estaban obligados a pagar, sea en dinero o en especie, lo
que incluía la entrega de esclavos (que superaban en número a sus amos) al
fisco. La cantidad de esclavos que se poseían era un índice de riqueza y
seguramente también estarían sujetos a impuestos.
"Esdras había establecido una altiva distinción
entre el «pueblo del Exilio», los bnei ba-golá, temerosos de Dios y virtuosos,
y los am ba-arets, que apenas eran judíos, pues a su juicio en muchos casos
habían nacido de matrimonios impropios. Esdras no tuvo escrúpulos en
castigarlos severamente 53 y después, como la mayoría eran analfabetos y
desconocían la Ley, habían sido tratados como ciudadanos de segunda clase o los
habían expulsado directamente. Habrían sido los primeros en beneficiarse si
los rigoristas hubiesen perdido y se hubiese racionalizado la Ley. Pero ¿cómo
podían los reformadores, que eran esencialmente un partido de los acomodados y
los funcionarios, apelar al pueblo común pasando por encima de los rigoristas?
Y sobre todo, ¿cómo podían abrigar la esperanza de hacerlo con éxito cuando se
los identificaba con los altos impuestos, que infligían mayores sufrimientos
precisamente a los pobres? Estos interrogantes carecían de respuesta, y por lo
tanto se perdió la oportunidad de instalar el universalismo sobre una base
popular."[4]
El párrafo describe la rivalidad entre dos grupos
judíos (rigoristas y reformadores), pero para nuestro tema lo que interesa es
que los impuestos eran altos y por eso el pueblo común era pobre, lo que es lo
mismo a decir que en esos tiempos la mayoría era muy pobre frente a una minoría
muy rica que incluía a "un partido de los acomodados y los
funcionarios". Se refiere a la nobleza y la clase sacerdotal que era el
estrato alto de entonces. En tanto los pobres eran los campesinos y artesanos,
que equivaldrían a lo que hoy se llamaría la clase productiva. Estos eran los
que sostenían a la nobleza y el clero mediante fuertes tributos. Nuestro Señor
Jesucristo atacó pues este tipo de riqueza en poder de la clase sacerdotal
(acomodados y funcionarios), única manera de hacerse rico en aquellos tiempos.
Un dato significativo que demuestra -a mi modo de ver-
que El Señor Jesucristo no condena la riqueza ni a los ricos por ser tales, es
que en su tiempo los publicanos eran hombres tan ricos como despreciados. No
obstante, Cristo fue su amigo, al punto tal que, uno de ellos (Mateo) fue
llamado por El para ser su discípulo. Mateo, como publicano, seguramente fue un
hombre rico como sus pares, pero su riqueza no fue obstáculo para que Dios lo
eligiera como discípulo suyo, llegando a ser más que eso como apóstol.
Otro caso de un publicano cuya riqueza si se menciona
en el texto sagrado es el de Zaqueo, quien también fue elegido por el Señor
para ser huésped de su casa. Zaqueo deja entender que antes de conocer a Cristo
no procedió de forma honesta, al declarar públicamente frente al Salvador que
daría la mitad de todos sus bienes a los pobres, y que si hubiera defraudado a
alguno se lo devolvería cuadruplicado. Esto da una idea bastante exacta de la
fortuna habida por Zaqueo, lo que no impidió al Señor decirle que se había
salvado él y toda su casa. Zaqueo estaba -de algún modo- admitiendo que su
fortuna era mal habida. Y reconoció que este era el tipo de riqueza que el
Señor condenaba, por ello en su conversión quiso liberarse de ella.
Se podría decir que Mateo fue admitido como discípulo
porque dejó todo y siguió a Cristo. Pero esta aparente objeción cede cuando se
advierte que a Zaqueo, Cristo no le pidió que deje nada y -no obstante- declaró
que se había salvado sin necesidad de entregar todos sus bienes a los pobres.
Bastó simplemente que Zaqueo (por su propia iniciativa) declarara al Señor que
devolvería lo defraudado y la mitad de sus bienes a los pobres:
Luc 19:8 Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He
aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he
defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado.
Fue su actitud lo que salvó a Zaqueo, y no el dinero
que estaba dispuesto a ceder, porque el Señor declaró que ya estaba salvo aun
cuando a ese momento Zaqueo todavía no había procedido a devolver ni un
céntimo.
[1]
http://www.accionhumana.com/2019/01/cristo-y-las-riquezas.html
[2] http://www.accionhumana.com/2019/01/cristo-y-las-riquezas.html
[3] Paul Johnson, La historia de los judíos. Ediciones
B, S. A., 2010 para el sello Zeta Bolsillo. Pág. 117
[4] Johnson, P. La historia…ibidem. Pág. 155
Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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