Por muchos años, la palabra comunismo fue un sinónimo
de aquello que existía en la URSS y en otros regímenes similares. “Para las
personas que viven en los países antiguamente comunistas, este vocablo pasó a
convertirse en una palabra odiada, un símbolo de opresión, lo cual es
suficientemente malo porque este sistema, supuestamente, actúa en nombre de la
libertad, lo que lo hace aún peor”, dice el catedrático comunista francés,
Gilles Dauvé.
Vivir en un sistema de gobierno sin respeto por los
derechos humanos, perseguido por sus amigos camaradas, llevó al periodista
Víctor Serge a escribir su obra, Memorias de un revolucionario, para dar cuenta
de su profunda decepción por el rumbo que transitaba la administración de
Joseph Stalin. En el capitulo seis de ese extenso trabajo se lee: “La
revolución en el callejón sin salida”. Sus memorias están bordadas por lo que
el autor establece como un supremo imperativo categórico: “No renunciar jamás a
defender al hombre contra los sistemas que plantean la aniquilación del
individuo”.
Víctor Serge detenta el honor de haber sido el primero
en calificar públicamente al Estado bolchevique como totalitario. En un
documento publicado en París en 1933 declaró acerca de la URSS que «en la hora
actual, estamos cada vez más en presencia de un Estado totalitario,
castocrático, absoluto, embriagado de su poder, para el cual el hombre no
cuenta». Fue también uno de los primeros en exhibir a Occidente el rostro
nefasto de la URSS.
En su libro, Retrato de Stalin, Serge escribe:
"(...) el error más incomprensible, porque fue deliberado, que estos
socialistas, dotados de grandes conocimientos históricos, cometieron, fue el de
crear la Comisión extraordinaria de Represión de la Contra-Revolución, de la
Especulación, del Espionaje, de la Deserción, llamada abreviadamente Checa, que
juzga a los acusados y a los simples sospechosos sin ni siquiera escucharlos o
verlos, sin permitirles, en consecuencia, ninguna posibilidad de defensa (...),
deteniendo en secreto y ejecutando”. En aquel tiempo, la policía secreta
asesinaba por doquier, mientras que los militares, imperturbables, veían correr
la sangre en silencio.
Serge expresaba: “El acontecimiento más esperanzador,
más grandioso de nuestro tiempo, parece volverse contra nosotros. ¿Qué nos queda
del entusiasmo inolvidable de 1917? Muchos hombres de mi generación, que fueron
comunistas desde el primer momento, no guardan otro sentimiento que el rencor
hacia la revolución rusa”. Desolado, Serge pudo constatar que la naturaleza
dogmática e intransigente del bolchevismo, aupada por circunstancias extremas
como la guerra civil y la llamada “economía de guerra”, derivó en la
implementación de un estado de sitio perenne que se apoderó de los soviets, del
partido mismo y de la sociedad entera. “Economía de guerra”, término usado por
Stalin, es sinónimo de “guerra económica”.
Serge fundó un “Comité para la investigación sobre los
procesos de Moscú y para la defensa de la libertad de opinión en la
revolución”, en un esfuerzo por abrir los ojos de los sectores que se negaban a
creer que los juicios fuesen una farsa, o que los comunistas subordinados a
Moscú pudieran ser tan sectarios y extremistas como los españoles. Pero a este
Comité le fue imposible encontrar un periódico que publicara sus documentos. Según
relató Serge: “Durante años, fue la lucha de un puñado de conciencias contra la
asfixia completa de la verdad, en presencia de crímenes que decapitaban a la
URSS y que prepararon la pronta derrota de la República Española. A menudo
teníamos la impresión de gritar en el desierto”.
Concluyó señalando Serge: “Cualquiera que sea el valor
científico de una doctrina, desde el momento en que se hace gubernamental, los
intereses del gobierno, no le permiten la investigación desinteresada; y su
seguridad científica misma la conduce primero a imponerse en la educación,
luego a sustraerse a la crítica por los métodos del pensamiento dirigido, que
es más bien el pensamiento asfixiado. Las relaciones entre el error y el
conocimiento justo son todavía demasiado oscuras para que pueda pretenderse
regularlos por autoridad. Es decir que la libertad del pensamiento me parece
uno de los valores más esenciales”.
Noel Álvarez
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
Noelalvarez10qgmail.com
@alvareznv
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