El gobierno venezolano (mejor lo llamo régimen para que los locos me
sigan leyendo), que se dice inexistente, que se desconoce por
inconstitucional, ilegítimo, tracalero, corrupto; que no es reconocido por un número de
países que sin embargo mantienen sus embajadas abiertas y funcionando, sigue avanzando en sus acciones contra la oposición extremista de la Asamblea Nacional, y lo hace ante el debilitamiento evidente y muy acelerado de
la política de su Presidente, Juan Guaidó.
Desde que se inició la famosa
hoja de ruta del “1, 2, 3, fuera”, señalé que esa oposición no había
aprendido nada desde 1999 para acá, y que se empeñaba en repetir los graves errores de
todos
estos 20 año, errores producto de la inmediatez en que siempre ha
trabajado. No puede esperar “porque Venezuela no aguanta ni un día más” y resulta
que han contribuido a que el régimen “revolucionario se mantenga por más de 20 años.
La última declaración gringa afirma que la aplicación (inconstitucional
de paso) del artículo 187-11 sería hoy muy prematura. Esto se suma a las afirmaciones del propio Trump que, aunque siempre dice que todas las opciones están en la mesa, ha señalado que prioriza las sanciones
económicas y diplomáticas, por lo que la militar, si existe, está de última. Esta
posición unida al rechazo internacional a una invasión militar, al espectáculo
grotesco ocurrido con la supuesta ayuda humanitaria, que entraba al país sí o sí;
al regaño dado por Trump al Presidente colombiano, en relación a su
inacción ante el narcotráfico, y a las opiniones ya tajantes contra la ruta
Guaidó de su gente amiga o muy cercana, entre ellos el padre Ugalde, implican una
derrota clara de la política impulsada desde el 5 de enero pasado por la AN. En
este momento piensan cómo insertarse en una ruta distinta, abandonando el
“cese de la usurpación” como primera opción.
Maduro y su claque, a pesar del desastre de los servicios, más que
evidente con la electricidad y el agua, ha pasado a la ofensiva como se desprende
de sus últimas acciones: la prisión de Marrero, mano derecha de Guaidó; el levantamiento de la inmunidad parlamentaria a éste último y las
represión directa y a través de sus paramilitares mercenarios de las
movilizaciones opositoras de calle, las cuales había venido permitiendo sin mayores problemas.
El gobierno avanza y de esa manera descubre hasta dónde están dispuestos a llegar los factores internacionales que apoyan al
extremismo opositor. Al no existir respuestas importantes, continuará su avance, lo
que a su vez significa que se fortalece, sin que esto quiera decir que está
cómodo ni mucho menos, pero sin duda que está en una mucho mejor posición que la que tenía a finales del mes de enero.
Aceptar las realidades es algo imprescindible para poder enfrentarlas
cuando nos sean adversas. No prometer lo que no se puede cumplir también es importante. Maduro puede políticamente ser todo lo que señalé en el
primer párrafo de este artículo, pero es el Presidente, es decir es el ente que
preside, nos guste o nos disguste. Entender que está muy golpeado (mucho menos que el país, por supuesto) pero que no está derrotado, es vital para la elaboración de una política que termine por desplazarlo del poder en el momento oportuno. Y este momento no depende de los deseos de nadie, ni del corazón que le metamos a su derrocamiento. Hay que construir una
nueva forma de hacer oposición, sobre todo por el bien de la nación.
Luis Fuenmayor Toro
@LFuenmayorToro
No hay comentarios:
Publicar un comentario