Está más que difundida la idea de que la solución a muchos de los problemas de nuestras sociedades contemporáneas estriba en la educación. También yo estoy de acuerdo con esa premisa, siempre que se entienda el término educación en un sentido amplio, que trascienda la mera incorporación de datos.
Desde hace tiempo documentos de referencia ineludibles, como Aprender a Ser o el Informe Delors, han subrayado que el propósito de la educación en el mundo contemporáneo debería ser capacitar al educando para que pueda gestionar su propio aprendizaje, habida cuenta de que el conocimiento se genera de manera exponencial, y obsolece a una velocidad inesperada. Pero también debería dirigirse, con tanta o más fuerza, a desarrollar valores esencialmente humanos que modifiquen la calidad de vida de la gente. De otro modo el conocimiento pasaría a ser letra muerta.
Por eso me ha conquistado una iniciativa que redunda favorablemente no solo entre quienes son sujetos del proceso de aprendizaje, sino también entre quienes lo facilitan. Me refiero a Niños en un mundo de Paz, un proyecto que involucra a estudiantes universitarios en la orientación de niños de bajos recursos o en situaciones de riesgo desde la Cátedra Luis Dolan, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV.
Para ello, los jóvenes dedican 120 horas de su carga académica a la atención de pequeños de entre 6 y 11 años. Reciben formación para hacerlo, y llevan a cabo las actividades con apoyo y supervisión. Se evalúa tanto su desempeño como el resultado de la intervención, tomando en cuenta la respuesta de los niños según las actividades programadas.
La Cátedra Luis Dolan fue creada por convenio entre la UCV y la ONG Iniciativa de Religiones Unidas, que promueve “la cooperación cotidiana y duradera para acabar con la violencia, creando culturas de paz, justicia y sanación para toda forma de vida sobre nuestra comunidad Tierra”.
Por su parte, la Asociación Civil Rescata tu Ciudad ha donado 1300 ejemplares de Rumbo a la ciudad que queremos, un material didáctico que comprende 5 libros para colorear, cada uno de los cuales incluye un cuento, lo valores que deben ser destacados y una guía de trabajo dirigida a padres y maestros. El propósito del material es poner en contacto a los diversos miembros de la comunidad con su entorno, invitándoles a que analicen sus características y a que generen cambios que se traduzcan en una mejor calidad de vida.
Este proyecto destaca por varias razones: procura impactar en la realidad cotidiana de las personas, fomenta la corresponsabilidad, al operar a través de estudiantes universitarios, e involucra en el aprendizaje no solo a los niños que son sujeto del proceso, sino también a los otros miembros de la comunidad, creando un efecto multiplicador.
A la iniciativa, encabezada por Enoé Texier y María Eugenia Cavalieri desde la UCV, se han ido sumando personas que han decidido recaudar fondos principalmente en Europa, para que los libros de colorear puedan ser entregados junto con los correspondientes lápices de colores. Este movimiento, puesto en marcha por María Elena Toledo Burrell desde el Reino Unido, cuenta también con el apoyo de otras personalidades vinculadas al mundo artístico y editorial en otras ciudades del mundo, tales como María Eugenia Manrique e Irene Savino.
Resulta estimulante comprobar cómo es posible concitar la buena voluntad de la gente en torno a proyectos que buscan hacer de este un mundo mejor. Les auguramos éxito.
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
No hay comentarios:
Publicar un comentario