A pesar de todos los inconvenientes y resbalones que ha tenido la oposición democrática venezolana —errores, desesperanzas, desalientos— y al margen del coronavirus y las embestidas violentas del régimen de Nicolás Maduro, la lucha opositora no se detiene. A pesar de todos esos inconvenientes, las fuerzas democráticas siguen avanzando. Vivimos una etapa solapada, enmascarada, metida en una lucha subterránea, pero incesante, intensa, con el fin de recuperar la libertad de la que fue despojada por un grupo del lumpen social más despreciable de nuestra sociedad; no por su pobreza de origen, sino, más bien, por sus viles procederes. Ese es el caso.
Luego de varios meses apagados, de un mutismo angustiante, atascados, la oposición se repone, se reorganiza, se une, hace grandes esfuerzos por reagruparse y ponerle fin al depravado apocalipsis tabernario. El Grupo de Lima, el Grupo de Contacto Internacional, la Unión Europea y el gobierno de Estados Unidos se unieron en un comunicado conjunto, una vez más, para ratificar su apoyo por el cambio constitucional de Venezuela. Una nueva demostración de que por muy espinoso que sea el camino, no estamos solos. Por el contrario, contamos con el apoyo internacional y con el brío de cada uno de nuestros compatriotas, indispensable, para proseguir la lucha hasta ver a Venezuela libre del yugo de la dictadura; todo esto evidentemente alentador. "Ahora, debemos ganar en las calles y dar el siguiente paso: pacto unitario y ejercer la mayoría que somos para consolidar un Gobierno de Emergencia Nacional". Juan Guaidó presidente (E) de Venezuela.
Sobre todo, la mano Divina de la Providencia se hizo presente para que las sanguijuelas pervertidas que estaban infiltradas dentro de los partidos políticos democráticos abandonaran sus filas para apoyar al régimen más nefasto y cruel de todos los tiempos; una involuntaria contribución aséptica, pero en enhorabuena. Como bien lo dijera el exgobernador de Carabobo, Luis Tomás Izaguirre: “Creo que lo que nos pasa con la mesita, sus primos y parientes lejanos, es bueno para los demócratas venezolanos, pues ya sabemos quiénes somos los demócratas y quiénes los déspotas agazapados,”. Su partida ha sido un hecho edificante, afortunado; haberse deslastrado de los traidores, quienes pasaron años agazapados esperando el mejor momento, la más jugosa oferta para saltar al bando contrario, es un hecho afortunado: ahorrarse la molestia de echarlos. Este suceso sobrepasará las paredes de los partidos del cual formaron parte una vez; será, entonces, la sociedad, el pueblo, aquellos que ni obedecen disciplinas, ni conocen de estatutos, quienes juzgarán esos reacomodos apresurados de última hora. Extrafronteras, se anularán visas y se cerrarán cuentas bancarias sin importar familiares ni el origen de ese dinero.
Finalmente, no cabe duda de que los venezolanos no saldrán a votar para unas elecciones parlamentarias, a los mismos tiempos inconstitucionales, nauseabundos. No habrá argumentos que les convenzan de lo contrario, por la simple razón de que los ciudadanos que sobrellevan el caos con mayor reciedumbre tienen conciencia de que las acciones de tipo económico que son las que pueden remediar sus calamidades no dependen directamente del parlamento sino del poder ejecutivo…
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
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