En el capítulo anterior, quedamos en la fecha 15 de diciembre de 1999, en la cual se aprobó mediante referéndum la nueva Constitución, esta vez con nuevo nombre incluso: Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sustentando su pensamiento –supuestamente- en la doctrina del Libertador.
Decimos supuestamente, por la razón obvia de que transcurridos estos 21 años, el pensamiento de nuestro Libertador, no es sino una falsificación caprichosa y estafadora de quienes usando su figura, no han hecho otra cosa que destruir a la nación, entregándola para ser colonizada por la satrapía vulgar; ladrona; oportunista y asesina de los Castro en Cuba.
Revolcándose en su tumba debe estar el Libertador Simón Bolívar, de saber lo que han hecho un conjunto de bandoleros, y estafadores con el uso de su prestigiosa figura, para reconvertirse de recogelatas de la política, en potentados multimillonarios sin haber trabajado ni un solo día de sus vidas.
Con la nueva Constitución se introducen importantes cambios, en comparación con la anterior. Cambios pretendidamente revolucionarios, y que en nuestra opinión, solo sirvieron para destruir el orden institucional previo, y con grandes defectos, como la conversión a una sola cámara, en lugar de las dos anteriores, es decir la cámara de diputados, y la del Senado.
También fue cambiado el nombre de Congreso de la República, para pasar a llamarse Asamblea Nacional. Los militares adquieren la posibilidad del voto, lo cual a nuestro juicio es una equivocación, toda vez que quienes detentan las armas de la República no deben tomar partido por ninguna fuerza en pugna por la conquista del poder. Su misión es la de resguardar la seguridad del territorio nacional, y coadyuvar en el desarrollo de país.
Los militares no deben votar, y al contrario deben estar supeditados al poder civil, no deben ser deliberantes para evitar distorsiones como las que se viven actualmente. Pero ahora se sabe claramente, cuál era la intención de Chávez y sus amos cubanos al imponer esta figura en la nueva Constitución, y no es otra que la de convertir (prostituir) a las fuerzas armadas nacionales, en el partido político personal del todopoderoso presidente, y vaya que lo logró. Hoy la FAN es un instrumento de abusos; corrupción; invasión de competencias institucionales,
y especialmente el sustento que mantiene la estructura corrompida de poder que impera en Venezuela.
A propósito de la destrucción institucional a que hemos sido sometidos con el comunismo militarista de Chávez-Maduro, y sus jefes cubanos, quiero hacer un inciso para reconocer dos esfuerzos positivos y señeros ocurridos recientemente, que van a contrapelo de la tonta e irresponsable actitud de Guaidó y su gente al llamar a la abstención sin más propósito.
Me refiero al recurso intentado por un conjunto de figuras independientes y académicos, encabezados por el ex presidente del CNE, Andrés Caleca, mediante el cual solicitan al TSJ suspender la celebración de las elecciones parlamentarias, en virtud de que los propios rectores por ellos designados, lejos de adecuar las condiciones para la participación, están violando el mandato ordenado en la sentencia No. 68 del TSJ, mediante la modificación y derogatoria de artículos de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPRE), y de la propia Constitución para ¨ejecutar un cronograma electoral inviable¨, según sus propias palabras de experto electoral. A esta solicitud se suma en la cotidianidad los estragos que causa la pandemia del Coronavirus-19, lo cual afecta a todos por igual.
El otro acontecimiento, tiene que ver con el documento de la Conferencia Episcopal Venezolana, en el que se recomienda la participación electoral y la lucha por alcanzar condiciones de participación. De esto y más, comentaremos en nuestra próxima entrega, por falta de espacio. Seguimos.
Román Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
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