Cómo
explicar los constantes altibajos del carrusel electoral, decididos por los
egos que sometieron a los venezolanos a una abstención en las parlamentarias
del 2005, a participar en el 2010 y en el 2015, para llamar de nuevo a la
abstención en el 2020 bajo el mismo argumento de la falta de garantía y
condiciones electorales. ¿Y es que acaso las hubo en el 2015 con las 4 rectoras
del chavismo Tibisay Lucena, Socorro Hernández, Sandra Oblitas y Tania
D’Amelio? Entonces se obtuvo una gran
victoria que le dio a la oposición una mayoría calificada que no supo
aprovechar, pese al escenario de desventaja en los que siempre ha estado
jugando.
Para
muestra, recordamos cómo en un detallado trabajo de Phil Gunson, investigador y
analista político para Crisis Group, región de los Andes, titulado “Elecciones
parlamentarias en Venezuela 2015: unos dados cargados”, nos ponía de relieve
toda una carrera de obstáculos en esa campaña electoral que amenazaba con unos
resultados nada auspiciosos para la oposición. En ese rosario de dificultades
señalaba, entre otras, a: la intimidación de lograr la victoria oficialista “como sea” y su declaratoria de
no “entregar la revolución”, los brotes de violencia, la única observación
internacional de los representantes de la Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR); así como la prohibición de participación de algunos dirigentes
opositores, los pequeños partidos intervenidos, el sesgo, las cadenas y el monopolio
mediático, la participación de los miembros de las FANB en actividades de
proselitismo político, la falta de una auditoría independiente del registro
electoral (REP) desde 2005 y la creencia generalizada que el voto no es
secreto.
Sin
embargo, en forma extraordinaria, sus resultados sorprendieron a propios y
extraños. El país le concedió una significativa dosis de legitimidad a esa
dirigencia para conducirlo por un derrotero y lograr como fin propuesto la
instauración de otro sistema de gobierno pese a que no había condiciones que
garantizaran un resultado favorable.
De
allí, que resulte cuando menos extraña esa especie de reedición parcial de la
abstención del 4 de diciembre del 2005, bajo la premisa lastimera de la
carencia de condiciones este 6 de diciembre para participar; pero más extraña
aún es que, en contravía a la posición de Guaidó y de la posición de la
comunidad internacional afecta que exigen elecciones presidenciales, muchos de
aquellos quienes alentaron esa abstención hoy se manifiestan a favor de la
participación electoral para elegir gobernadores y alcaldes. No les importará
en esta oportunidad si hay o no condiciones electorales. A qué juegan esos irresponsables que con su
injustificable actitud desestimaron la oportunidad de evitar por lo menos la
obtención de la mayoría calificada de la AN por el chavismo; más aun después de
haberle vendido al venezolano falsas expectativas con el espejito de la
consulta. Pareciera que toda esa maquinación solo les ha servido para darle
continuidad presupuestaria al G4.
Para
ilustrar las consecuencias de cuanto se ha señalado, referimos parte de un
trabajo de France 24 (con EFE y AFP) del 6 de enero de este año, que al
respecto señala: “Pronto se cumplirán dos años desde ese órdago lanzado por la
oposición, que intentó poner contra las cuerdas al Gobierno de Maduro y que
provocó una oleada de reconocimiento internacional hacia Guaidó. Sin embargo,
el tiempo ha revelado que ese impulso no hizo avanzar a la oposición,
especialmente después de que perdiera el control de la Asamblea. El chavismo
sigue manteniendo su fuerza en Venezuela”.
Ya
Alemania, República Dominicana y la Unión Europea han tomado iniciativas dentro
de ese contexto. Es un hecho que la pirueta de la que surgió la Comisión
Delegada como un espectral
“congresillo” sine die, correrá
la misma suerte de esa maroma de la consulta.
De
tanta inconsistencia se cansa uno, como diría Omar Lárez
vabolivar@gmail.com
@vabolivar
Venezuela
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