¿SERÁ CUANDO TODOS NOS PONGAMOS DE ACUERDO?
No es fácil explicar a la luz de las ciencias políticas, cómo un
gobierno que tiene el rechazo mayoritario del pueblo y de los militares, el
repudio de la mayoría de los países del mundo, el revés de las iglesias e
incluso la crítica ya directa de quienes se consideran afectos al régimen,
pueda todavía flotar. ¿Cómo no pasa lo que tiene que pasar? ¿Cómo se mantiene
arriba lo que está abajo?
Cuando la mayoría de un país quiere buscar otro rumbo afuera, y dejar su
casa y aventurarse a buscar otra tierra que lo acoja, algo está fallando, y tal
vez quien deba irse no es el ciudadano común, la mayoría silenciosa, sino quien
ha llevado a los suyos a tal situación. Cuando el 88 % de los jóvenes
venezolanos -eso incluye a los chavistas- tiene intención o deseos de salir del
país y abrirse camino tras otras fronteras,
y declara en los estudios de opinión que se hacen, que quieren irse por
la inseguridad, por la falta de oportunidades y por el desabastecimiento, ¿cómo
puede sostenerse el gobierno? Este un
régimen indeseado por la juventud.
Cuando 95,1 % de la población dice que “no consigue alimentos ni
medicinas”, cuando conseguir la comida
deja de ser la prioridad para convertirse en lo único que se hace, porque el
dinero no alcanza para más y porque no se consigue lo que se requiere, ¿cómo
pueden Maduro y su entorno permanecer en Miraflores todavía?
Cuando la Iglesia Católica, que congrega a la mayoría de los venezolanos
-y ocurre igualmente con los evangélicos, los judíos y hasta los musulmanes- rechaza
el régimen dictatorial y usurpador de los derechos humanos, ¿cómo se mantiene
Maduro? Los arzobispos y obispos
venezolanos, en la exhortación pastoral “Jesucristo Luz y Camino para
Venezuela”, sostienen que "Una gran oscuridad cubre nuestro país. Nunca
habíamos visto tantos hermanos nuestros hurgar en la basura en búsqueda de
comida”. Y concluye: “Ante la desesperanza reinante, exhortamos a todas las
agrupaciones políticas, a las distintas congregaciones religiosas, a los
gremios y asociaciones, a las universidades y a los medios de comunicación
social, a lograr puntos de encuentro para la articulación de los diversos
sectores en un proyecto común de país. Tengamos confianza en nuestras
capacidades para cambiar la actual situación”.
En un tiempo, al comienzo del proceso, muchos venezolanos soñaban con
una revolución bonita y con un cambio en positivo. Hoy la realidad brutal que
sufrimos grita el fracaso estruendoso de esta dictadura que solo ha sido buena
para desbaratar el país y sembrar desesperanza. Mientras el cogollo corrupto se
ha enriquecido groseramente y se ha hecho dueño de todo, ha desaparecido la
clase media -ahora indigente, sobrevive para comer y come para sobrevivir- y ha
hecho más pobre a los que menos tenían
Una frase emblemática de Chávez es que se quitaría el nombre si no
acababa con los niños de la calle. Qué fuerza y pegada tuvo una frase como
esta, que hoy lo deja sin nombre para la historia, porque no tiene nombre la
tragedia de los niños de la calle cuyo número se ha multiplicado. Hoy la
realidad es que la crisis que nos afecta todos, maltrata particularmente a los
niños, que ya no solo están en situación de calle, sino que se están muriendo
de hambre, y se les contabiliza en los
hospitales públicos como fallecidos por “desnutrición”, que es una manera menos
brutal para decir muertos por hambre.
En términos contundentes el Arzobispo de Caracas ha reiterado “Esto es
una dictadura”. ¿Qué hacemos?, ¿no las seguimos calando?, ¿cómo hacer que pase
lo que tiene que pasar?
Tal vez nunca como ahora la salida está en manos de
todos, en manos del pueblo, y todos somos pueblo, pueblo no son solo los otros.
Que cada quien haga su parte, que será desigual, unos podrán hacer más que
otros según sus posibilidades, y todos debemos hacer algo que esté a nuestro
alcance, también hablar y escribir son herramientas válidas. Hagamos lo que a
cada uno corresponde, hagámoslo en unidad de criterios y conducción. En esa
unidad está la fuerza y lo que está ahora arriba, pronto estará en su lugar. Es
tiempo de calle, alza la voz y que la calle no calle.
Paciano José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
Miranda - Venezuela
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