VENTANA DE PAPEL
(IN MEMORIAM AL PADRE JESÚS ABAD)
La decisión de invitar al Santo Padre, Juan Pablo II, en su visita a
Mérida, en 1985, fue clave para que la Arquidiócesis adoptara la decisión de
formalizar la creación de la Parroquia Universitaria, con sede en el recién
estrenado Núcleo La Hechicera de la Universidad de Los Andes. Para su
conducción, se escogió al Reverendo Sacerdote Claretiano, Jesús Abad. Tan
determinante designación no pudo ser más acertada en términos del trascendental
compromiso eclesiástico que, en lo sucesivo, iba a desarrollarse. Ni tampoco,
más acorde con el profundo sentimiento de educador de Jesús Abad, dada su
condición de ser hombre de magisterio.
Nunca el concepto de Universidad se vio más y mejor comprendido, que con
la llegada del Padre Abad a la Universidad de Los Andes. Lo que recita el
artículo primero de la Ley de Universidades, de que “es una comunidad de
intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de
buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”, fue
palabra santa y juramento de vida del padre Abad. Asentó y afianzó su labor
eclesiástica y docente en tan profundo concepto. Su trabajo pastoral lo
desarrollo convirtiendo la capilla universitaria en bastión de comunión. Ahí
reunió a la comunidad universitaria. Trabajó exaltando la espiritualidad como
razón en la búsqueda de la verdad y en la exhortación de los valores morales
del universitario. Misiones de catequesis, de evangelización, de divulgación,
de información y de acercamiento con la comunidad aledaña, hizo del Padre Abad
el sacerdote a quien todos solicitaban el camino para acercarse a Dios desde el
recodo emocional que habita en los sentimientos de cada feligrés universitario
o vecino de la Parroquia Universitaria.
Como profesor de Ética Profesional en la Escuela de Derecho, fue
respetuoso de cada proyecto de vida que encarnaban sus alumnos. Como sacerdote,
su devoción alcanzó a los vecinos de Los Curos. En los predios de tan populoso
sector merideño, compartió la labor evangelizadora de la Iglesia Católica
merideña con otros sacerdotes claretianos.
Su vida fue la del incondicional amigo, solidario y desprendido de todo
cuanto fuera expresión de presunción. Fue el verdadero pastor de almas,
jardinero espiritual de corazones ganados al Cielo. Fue lo que el nombre de la
Capilla Universitaria exaltaba: Jesús Maestro. Fue un hombre esculpido en la
sencillez por lo que conquistó el aprecio y admiración de todos quienes lo
conocían y trataban. Su afecto desbordaba sinceridad y hermosa humildad. Su
amor no cabía en su cuerpo, porque lo respiraba desde el alma. Fue el sacerdote
que llevó la Universidad en su cruz.
“Toda universidad que no respete y siga el curso de lo que su autonomía le exige y determine, es tristemente algo convertido en reducto de la intelectualidad que presta su nombre y brinda sus esfuerzos en la dirección equivocada de coadyuvar al desarrollo de realidades que le son inmanentes a su complexión”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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