Con especial dedicatoria a nuestros caricaturistas venezolanos: Edo,
Weil, Bozzone, Pan-chito Jr, D. Fonseca, Diana Rojas, Pinilla, Rayma, Zapata
(+), Luis Velásquez y una hornada de
guerrer@s que plasman su ingenio con el que dibujan sonrisas para este
sufrido pueblo, en diarios y revistas de importantes medios impresos del país.
La caricatura, sin lugar a dudas, conforma una extraordinaria simbiosis
del periodismo escrito, y constituye un halagador regocijo para los lectores de
diarios y revistas en todo el globo terráqueo, además constituye un recurso
paródico que más fácilmente provoca el placer humorístico. Pero, no es del
agrado de regímenes dictatoriales, por lo que son implacables con la censura, y
en grados extremos hasta coartan tajantemente la libertad de información y de
prensa. El excelente humorista, Claudio Nazoa, heredero del genio de su padre
Aquiles, bien lo refiere en su columna de hace dos semanas en este diario,
cuando afirma: “Entre el humor y el poder hay enemistad. El humor pone en
evidencia la debilidad del autócrata o del mediocre. Es el humor la pequeña
gran venganza de los débiles. Mientras más respetuoso e inteligente, mayor será
su efecto demoledor”.
El humor es un tema que ha sido tratado por reconocidos autores desde
Platón, Aristóteles, Hobbes, Kant, Hegel, Schopenhauer, pasando por Baudelaire
o Pirandello, Freud, Bergson, Huizinga, Jankelévitch, Adorno, Ortega y Gasset,
hasta Lipovetsky, entre otros. E incluso ha sido estudiado en otros campos de
las ciencias humanas y sociales como antropología, medicina, pedagogía y
comunicación lingüística. Forma parte de
la actividad esencial y exclusiva del ser humano, al igual que el pensamiento,
y por ello se suele decir que no hay humor si no hay pensamiento, y encerrarlo
en una definición resulta prácticamente imposible, no solo en su concepto, sino
por qué es un término muy relativo, casi indefinible e inabordable por su
propia naturaleza, ya que es compatible con una variedad de argumentos y de
actitudes que dependen de momentos históricos, nivel social, cultural y
económico de cada persona.
En la caricatura no todo se
reduce a personas con importante presencia en la vida política, sino también a
otros aspectos como situaciones, instituciones políticas, sociales y
religiosas, grupos y clases sociales. La caricatura política nace por la
necesidad de inducir a un cambio social o político, ya que algunas veces el
humor, amparado en este fin, logra decir muchas verdades, hasta las más duras
incluso, porque tiene las espaldas más anchas que las que puede soportar
cualquier columna política o editorial de un diario.
En estos tiempos de cólera del régimen de Maduro, en los cuales molesta
mucho que los medios de comunicación saquen a la luz pública, hechos que nada
favorecen a la ya deteriorada imagen del inquilino de Miraflores, con aviso de
desocupación, así como a sus más inmediatos colaboradores, integrantes del
roster de emergentes para las la rotación en los cargos que detentan en
Ministerios, empresas del estado, gobernaciones en poder del oficialismo y
otras instituciones oficiales, la caricatura constituye una letal arma la cual
quisieran soslayar, cual actores de la mala praxis política de la revolución
socialista, marxista y mal llamada bolivariana.
El mal humor que generan algunas caricaturas en quienes hoy detentan el
poder, es la respuesta de quienes hasta del sentido de éste carecen. «El sentido del humor es un término muy
relativo, es casi indefinible e inabordable por naturaleza propia. Humorismo es
una manera de enjuiciar las situaciones con cierto distanciamiento ingenioso,
en apariencia, ligero y, aunque muy próximo a la comicidad. El humor surge del
pueblo con carácter de crítica, con ansias de reforma y de denuncia de
injusticias, y por ello es satírico o mordaz. Ramón Gómez de la Serna en
“Gravedad e importancia del humorismo” refiere: “Definir el humorismo en breves
palabras, cuando es el antídoto de lo más diverso, cuando es la restitución de
todos los géneros a su razón de vivir, es de lo más difícil del mundo”.
En la tan vapuleada IV república, criticada a más no poder por parte de
los que hoy día se rasgan las vestiduras denominándose demócratas a carta
cabal, pero sin asomo alguno de hacer gala de esta condición, y mucho menos del
sentido del humor, los Jefes de estado admitían la caricatura con sentido de
crítica sana, constructiva y humorística propiamente dicha. El autor de este
artículo presenció en cierta ocasión, cuando el fallecido presidente
socialcristiano Luis Herrera Campins, en una gira en la que lo acompañábamos en
su campaña presidencial, al término de la dura jornada del día, a la hora de la
cena sentados en una mesa del hotel donde nos alojamos, le dijo sonriente a
Julio Mesutti, excelente fotógrafo y ocurrente por naturaleza:¡¡Julio échate un
chiste de los tuyos!!, al mismo tiempo que le preguntó jocosamente, le dijera cuál
es el último chiste que habían sacado de su persona. Eran gobernantes
demócratas, unos más circunspectos que otros, pero con real sentido del humor
que conocían los chistes o bromas, que generaban su persona.
Los regímenes autoritarios no entienden de humor. No obstante, muchos
humoristas no renuncian a reírse de ellos: una forma de resistencia por la que
humoristas en otros países tienen mucho respeto. No son muchos, pero de que los
hay, los hay. Son nada menos que comediantes, que soportan la duran represión
del régimen autoritario en el que viven. Uno de ellos, especialmente
perseverante es Zarganar en Birmania – hoy Myanmar- quien fue sometido a
severos castigos durante la dictadura militar, que gobernó su país desde 1962
hasta 2010. Este personaje es muy querido por su estilo agudo y lúcido. Gracias
a una iniciativa suya se creó un proyecto denominado Instituto para el Arte, la
Cultura y los Medios, a fin de fomentar la labor de otros artistas en su país.
¿Por qué los sistemas autoritarios reaccionan tan mal ante el humor? El
renombrado sociólogo Anton C. Zijderveld, conocido por su obra “Sociología del
humor”, se dedicó a investigar el rol del humor en la sociedad. “El comediante
juega con los valores de una sociedad, lo cual genera una tensión, y así nace
la broma”, explica. El juego con los valores establecidos se asemeja a jugar
con el fuego. En opinión de Zijderveld, el humor político no puede cambiar a
una sociedad, pero “el efecto psicológico del humor es importante. Por eso los
regímenes dictatoriales castigan tan duramente el humor, porque intenta evitar
que fortalezca a la oposición”.
Cuanto más autoritario es un régimen, más se persigue a los humoristas.
“En sistemas totalitarios va desapareciendo el humor”, señala el sociólogo
Zijderveld. “En Corea del Norte, por ejemplo, el humor político está totalmente
prohibido”. En China, los caricaturistas trabajan bajo pseudónimo en Internet.
Joseph Klatzmann, en su obra L'Humour juif (“El humor judío”), lo define
según su necesidad: “Reír para no llorar”. Más pesimista, se puede citar
igualmente a Nietzsche: “El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se
ha visto obligado a inventar la risa”, Detalles estos que con toda seguridad
desconocen los llamados socialistas, marxistas y mal llamados bolivarianos,
pues en sus rostros asoma siempre un rictus de soberbia, prepotencia y mal
carácter, y no comprenden que el humor surge del pueblo, a manera de crítica
con ansias de reforma y de denuncia de injusticias, atropellos, humillaciones y
de todo cuanto afecta al cuerpo social de una nación.
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
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