VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS
El
Régimen, incapaz de mantenerse por las vías democráticas, se ha montado en una
espiral de represión. Primero jugó a las elecciones basado en el carisma de un
militar golpista que representó la esperanza de muchos. “No hay nada peor que
AD y COPEI”, dijeron muchos y se lanzaron a apoyarlo. Fueron unos 15 años durante los cuales,
frente a los abundantes recursos del petróleo y la debilidad de los partidos políticos, pudieron ganar las
elecciones -no sin trampas y abusos- y jactarse de ello.
Entonces
la represión fue selectiva y progresiva
para crear la sensación de que si me “alzo” me pueden fregar. Claro que hubo
muertos, heridos y torturados, pero el Régimen se cuidó de no pasar la línea
que lo llevaría a convertirse ante el mundo en una dictadura violadora de los
derechos humanos.
2014
fue el primer aldabonazo. La protesta estudiantil se articuló con la propuesta
de salir a “la calle” a protestar. Entonces Maduro comenzó la represión. Más de
3.000 casos de detenidos, cerca de 50
muertos y de cientos de torturados fueron presentados ante las Naciones
Unidas. La respuesta fue un primer diálogo que no avanzó.
En
2017, de nuevo, los venezolanos tomamos la calle pero esta vez varias cosas
cambiaron. Primero, tenemos sólidos partidos políticos unidos en la MUD que
coinciden en que el Régimen es una dictadura y están firmes en la estrategia de
presionar en “la calle” para salir de él. Segundo, contamos con apoyo de una
comunidad internacional que sabe que vivimos en dictadura. Tercero, tenemos
un objetivo concreto. NO es “Maduro vete
ya”, es “elecciones ya”.
A
Maduro se le agotó el juego del diálogo para ganar tiempo y trata de dividir a
la oposición atacando a la MUD, sin resultado aparente. La MUD está revigorizada tras sus errores del 2016. Por
esto, sin más cartas qué jugar y frente al “no tenemos miedo” opositor, el
Régimen asume el terrorismo de Estado.
En otras palabras: el uso ilegal del poder desde el Estado para crear de
manera masiva y sistemática miedo o terror sobre la población civil a fin de
desmovilizarla y someterla.
Una
represión creciente, ejecutada no solo por fuerzas policiales y militares sino
con la masiva participación de los
paramilitares o colectivos que hacen el trabajo sucio. Pero Maduro va más allá
y anuncia que elevará la inconstitucional milicia a un millón de efectivos y le
dará a cada uno un rifle para defender la revolución y los invita a la
insurrección si la oposición busca un “golpe de Estado”. Para la muestra invoca
el Plan Zamora verde el 19 de abril para parar las movilizaciones de la
oposición.
Maduro
nos quiere poner en una falsa disyuntiva: o se apaciguan y esperan unas
elecciones cuándo y cómo yo quiera o vamos a una guerra civil. Frente al
terrorismo del Estado la opción no es una guerra fratricida sino la
resistencia. Entre otras cosas porque de este lado no hay una organización
armada. Resistencia como la que hicieron en los cincuenta los partidos
antiperejimenistas. O los sureños frente a las dictaduras militares. Hubo
muertos y torturados, pero al final salieron y sus crímenes fueron castigados.
Nuestra opción es la resistencia activa para seguir presionando por la vuelta a
la democracia.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
Internacionalista
Canada
Caracas - Venezuela
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