sábado, 29 de diciembre de 2018

JOSÉ LOMBARDI, ¡MEA CULPA!


“Antes de hacer Republica debemos hacernos nosotros, porque todavía no somos” 
Alberto Adriani

Para Miguel Angel Campos

Que mejor época que la navidad para reconocer nuestros errores, aceptarlos y pedir perdón, tenemos mas de doscientos años intentando construir una Republica que no logramos terminar, obra inconclusa y tarea pendiente para todos los venezolanos, tratar de entender en que hemos fallado nos obliga a revisar nuestra historia, más allá de gloriosos pasajes, mitos y grandes héroes, entre ellos el gran Libertador Bolivar “Padre de la Patria y America” hemos obviado lo más importante e irónicamente más perjudicial, con complicidad o sin ella hemos pisoteado, ultrajado, violentado la “cosa pública” que no es otra cosa que la Republica, aquí nace nuestra desgracia.

Pretender construir una Republica sin entender su significado es como sembrar una planta sin semilla, la “cosa pública” es  algo sagrado, tiene que ver con las cosas comunes, las que son de todos y administrarlas requieren un cuidado especial, de allí la famosa frase: “mis derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás” es lamentable que en el recorrido histórico venezolano, nuestras elites hayan confundido recurrentemente la “cosa pública” con “el interés privado”, creando una distorsión social que hoy penetra a todas las capas sociales, dando como resultado la vergonzosa cultura y nefasto gentilicio de la “viveza criolla”

La lucha del poder en Venezuela no ha sido para construir la Republica, esta se ha centrado en la “cosa pública” como botín, el poder para el aprovechamiento personal, la experiencia hoy nos indica que la mayoría de nuestra elite ha sido incapaz con deliberadas intenciones o sin ellas de romper el esquema de la “viveza criolla” o el aprovechamiento de lo público.

Nos vanagloriamos de una modernidad democrática falsa, un país pobre que no supo ser rico, lo tuvimos todo pero terminamos construyendo grandes obras materiales gracias la inesperada riqueza petrolera que arrebato nuestra conciencia a cambio de lujos y una vida que no estábamos preparados para manejarla, se nos olvidó que antes de las grandes obras debíamos educar ciudadanos, sin ciudadanos no hay sociedad y sin sociedad no hay Estado, mucho menos habrá Republica, de tal manera que, sin pena o vergüenza, debemos admitir que hemos fracasado, mea culpa colectivo que nos obligue a reaccionar y tomar en serio la construcción de una nación.

Los hombres públicos deben ser quienes brillen por sus virtudes y no por consenso como aquellos que erradamente hemos elegidos o no los han impuestos, la sociedad no puede seguir siendo sonámbula, debe despertar con la conciencia clara del deber ciudadano y su responsabilidad en la construcción de la Republica, delimitar la línea de lo público y lo privado es una de las tareas de los venezolanos del siglo 21.

La figura del “caudillismo” es ese personaje “todopoderoso y salvador” que decide con su dedo mágico todo lo que tiene que ocurrir, debe ser borrado de nuestra memoria, no hay nada más dañino que el culto a la personalidad, pretender que una sociedad sea guiada por un hombre iluminado es una de las estupideces más grande de nuestros tiempos y una condena segura al fracaso, una sociedad está compuesta por miles de hombres y mujeres que en la medida que se involucran honestamente en el cuidado de la “cosa pública” van generando una sociedad de bienestar.

Construir ciudadanía es el reto del siglo 21 para los venezolanos, antídoto para derrotar y liberarnos de tantos males acumulados, garantía de acceso a la civilización moderna y primer escalón para aspirar una Republica Democrática. Definir ciudadanía pasa por internalizar la vida comunitaria, la cual es compleja y difícil de soportar porque quizás no haya algo tan complicado como las relaciones humanas, sin embargo, será la tolerancia la clave del éxito, Eleazar Lopez Contreras con su “calma y cordura” la practico con maravillosos resultados. Finalmente, el ciudadano es aquel que entiende que lo público es sagrado, para él es inaceptable aprovecharse de el con fines personales.

Jose Lombardi
jjlombardiboscan@gmail.com
@lombardijose

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