Lou Yuan es un notable
contraalmirante chino. Se distingue por su fiero nacionalismo y su ortodoxia
partidista. (Su padre, en cambio, fue acusado de burgués y procapitalista por
Mao). La revista Epoch Times acaba de publicar unas declaraciones suyas en las
que sugiere que los misiles chinos deben barrer del mapa dos portaviones
norteamericanos para que Estados Unidos sienta en carne propia la muerte de
10,000 marinos. (La dotación de cada uno de los enormes barcos puede llegar a
las cinco mil almas).
La idea de destruir dos
portaviones y no dos ciudades es porque Yuan, en realidad, no pretende una
guerra nuclear con Estados Unidos, sino darles una lección convencional a los
odiados “gringos”. Los misiles no necesariamente tienen que llevar cargas atómicas.
Mi impresión es que destruir dos portaviones es un casusbelli. Washington
respondería con un ataque total a China y se iniciaría la Tercera Guerra.
China no sólo rechaza
los aranceles. Tal vez ése es el pretexto. Le molesta la presencia militar americana
en su vecindario. Si el grito de la Doctrina Monroe (1823) fue “América para
los americanos”, el de Xi Jinping es “Asia para los chinos”. A la jerarquía
china le irrita que le disputen el derecho a crear islas artificiales y
convertirlas en bases militares. Son muchos los agravios históricos directos e
indirectos: la Guerra del Opio impuesta por los británicos. La ocupación de
Japón en Taiwán y en Manchuria. El dominio estadounidense de Filipinas entre
1898 y 1946, (salvo la ocupación japonesa durante parte de la Segunda Guerra).
¿Hablaba Lou Yuan por su
cuenta y riesgo? No lo creo. Es verdad que Yuan es un académico, y estos
personajes tienen licencia para especular, pero sospecho que la alta dirección
del Partido Comunista le pidió esa declaración y la perfilaron juntos. Es una
forma de recordarle al gobierno norteamericano que con la China actual no se
juega. No por gusto China es la segunda potencia militar, tecnológica y
financiera del planeta.
Y acaso la primera si se
mide el PIB en poder adquisitivo: China, 25 billones (trillones en inglés)
frente a USA 20 billones (o trillones). Sólo que cuando se divide ese enorme
PIB entre la población de los dos países, la diferencia es abismal. USA tiene
casi 60 000 dólares por cada uno de sus 325 millones de habitantes, mientras
China apenas llega a 17 000 para sus 1 400 millones de personas. (Taiwán, la
China pequeñita e isleña, alcanzó los 50 000 dólares USA para sus 23 millones
de seres: una suma que es casi tres veces la de China continental).
Pero dejémonos de ceros.
Eso no sirve para explicar ningún gran conflicto. ¿Le conviene a alguien una
Tercera Guerra? Realmente, a nadie. Ni siquiera a los fabricantes de armas.
Probablemente mueran. Sigue siendo correcto el razonamiento del general Ike Eisenhower:
si hay una nueva guerra mundial no existe forma humana de mantenerla dentro de
los límites de la batalla convencional. Uno de los bandos utilizaría las arma
atómicas, aunque sólo sea para dar el primer golpe.
Como la población china
es tan numerosa, y como, tradicionalmente, la vida humana en China ha
significado poco, Xi Jinping pudiera sentir la tentación de ir a la guerra y
sacrificar mil millones de compatriotas, pero no se trata de manpowersino de la
enorme capacidad de destrucción que tiene Estados Unidos. USA la emplearía a
fondo. Todo lo que China ha logrado tras la muerte de Mao se evaporaría en
centenares de hongos atómicos. Y todo lo que Estados Unidos ha conseguido en
los últimos dos siglos también se iría a bolina. Los dos contendientes saldrían
derrotados.
¿Por qué alguien querría
un horrible espectáculo de esa naturaleza? Uno puede entender que los chinos
sientan que ha llegado la hora de la revancha contra Occidente. Hasta el siglo
XV China fue la nación más poderosa del planeta. Luego vino un cambio de
paradigmas que provocó la asunción de nuevas potencias y el rezago de otras.
China, España, Portugal, Turquía, fueron orilladas por Inglaterra. La
revolución industrial impuso el objetivo del progreso y la prosperidad creciente
como tarea de la sociedad civil y del gobierno.
Hoy China ha aprendido
esa lección. Le falta por comprender que uno de los rasgos más importantes del
mundo occidental es que miran al futuro incierto y no al pasado glorioso. Ésa
es la clave.
Carlos A. Montaner
@CarlosAMontaner
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