Si la historia como dicen se repite, la historia del populismo se repite
aún más. Donde ubicar sino, a la solicitud, por carta, que hizo apenas unos
días el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al Rey de
España y al Papa, para que pidan perdón por la violencia y desmanes cometidos
por los españoles durante la conquista de México y del proceso evangelizador
que la acompañó, llevado a cabo por la iglesia católica.
AMLO como se conoce en los medios, electo a finales del año pasado, ya
ha tomado varias medidas en relación con
las fuerzas armadas, el petróleo, la banca y el poder judicial, entre
otras, que para algunos, están haciendo que su gobierno se parezca, poco a
poco, al de otros lideres socialistas del área como el del finado presidente de
Venezuela Hugo Chávez o al de Evo Morales en Bolivia. Además de que su decisión
de no tomar partido oficialmente en el caso venezolano, bajo la política de no
inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, derivada de la doctrina
Estrada, le dio tácitamente apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, del cual se le
ve como un aliado ideológico.
Pero es la última acción del mandatario mexicano, con el envió de la ya
famosa carta al Rey de España, lo que le asemeja realmente a otros dirigentes
socialistas y populistas como Evo Morales, Hugo Chávez y el propio Maduro,
quienes se han referido al tema en el pasado, en términos similares, pidiendo
incluso una indemnización al estado español por los daños cometidos durante
esos tres siglos de conquista y colonización.
La estrategia persigue, por una parte, llamar la atención y hacer ruido
exaltando sentimientos nacionalistas y de identidad común, frente a un mismo
enemigo, esto es, el imperio español de
hace cuatro siglos, el causante de todos nuestros problemas. Pero, al mismo
tiempo busca aglutinar a una sociedad dividida por marcadas diferencias
sociales, económicas y también étnicas que si bien ya existían en la colonia,
fueron profundizadas y radicalizadas durante los doscientos años de gobiernos
autocráticos y corruptos que México, al igual que Venezuela, Bolivia o
cualquier otro país centro o suramericano se dieron, una vez independizados de
España.
Se trata del viejo truco populista de echarle la culpa de los males de la sociedad que se está gobernando a un
tercero que permita exculparlos a ellos, los gobernantes demagogos y
populistas, para el caso de que no encuentren soluciones o ni siquiera las
busquen, para aquellos males.
Hoy en día, en que está de moda decir solo lo que es políticamente correcto.
O lo que es lo mismo, comportarnos como hipócritas; pedir perdón se ha
convertido en una trivialidad, que cualquiera cumple. En una medida
diplomática, que si bien para algunos puede ser suficiente para otros no
significa absolutamente nada. Y es que no es lo mismo pedirle perdón como lo
hizo Alemania al pueblo judío por una operación de exterminio racial, ocurrida
a mediados del siglo pasado o a las víctimas de pederastia por parte de los
curas de la iglesia católica en años recientes, que a los descendientes,
después de quinientos años, de varias
generaciones de mezclas entre indígenas, africanos y españoles que dejó la
conquista de América. .
Este asunto de pedirnos perdón los unos a los otros, en que se pudiera
muy bien convertir la historia del mundo, de por si plagada de invasiones,
conquistas, guerras e imposiciones étnicas y culturales, entre pueblos; aparte
de su pérdida de seriedad cuando la solicitud proviene de políticos como
Maduro, Evo, Chávez y ahora AMLO, se está prestando, igualmente, para
tergiversar los hechos históricos y restarle importancia a lo que el perdón
como cualidad del ser humano realmente
encierra y significa.
Resulta que la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilia, promotora de un
templo musulmán en Sevilla, a la cual le fueron negados los permisos
municipales de construcción correspondientes, le acaba de enviar, también, su
carta al Rey de España, imitando a AMLO,
solicitándole igualmente que pida
"perdón" a la comunidad musulmana, por las atrocidades derivadas de
la conquista del antiguo Reino nazarí de Granada en el siglo XV y la posterior
expulsión de los moriscos. Los motivos aducidos por el líder de dicha comunidad
son similares, por no decir que idénticos, a los asomados por AMLO, esto es, un
cierto sentimiento de malestar entre los musulmanes españoles y lo otros españoles de la península por aquellos
sucesos de hace también quinientos años. Manipular la historia, a veces puede
resultar muy sencillo; tanto como ser populista y manipular las culpas o las
emociones de los ciudadanos.
Pero lo que siempre nos preocupa en este viejo y manido tema de la
conquista y colonización españoles es el problema de la identidad
latinoamericana, que no podrá nunca tomar forma definitiva, si los
latinoamericanos no se reconocen y aceptan como son. Aún recuerdo con asombro,
las palabras de un agregado militar, típicamente caribeño, durante la
celebración hace ya años, de un 5 de julio en la Embajada de Venezuela con sede
en Washington, después de varios vasos de buen escocés: Hubiera preferido que
nos colonizasen los ingleses, estuviésemos igual de bien que los EEUU, y además
todos seriamos “catiritos” y de ojos azules. Palabras más, palabras menos, que
lo dicen todo sobre los complejos y prejuicios que venimos arrastrando durante
estos doscientos años de independencia y que no son más que la negación de
nuestra propia existencia.
Pues quien no acepta a sus antepasados, está desconociendo a sus
abuelos, a sus padres y negándose a sí mismo.
José Luís Méndez La Fuente
@xlmlf
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