sábado, 25 de julio de 2020

CARLOS E. AGUILERA A., EL BANDIDAJE SIN LÍMITES, DE UN RÉGIMEN CORRUPTO

“ Para Heinz Dieterich, Nicolás Maduro es un “político convencional que nada tiene de revolucionario”

La expresión “socialismo del siglo XXI” la introduce el sociólogo y escritor alemán Heinz Dieterich Steffan, residente en México e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de la capital mexicana, frase de la cual se apropio luego el difunto Presidente Chávez en el año 2005, cuando en el V Foro Social Mundial la pronunció vehementemente.

Después de la caída de los modelos socialistas de Europa del Este, según Dieterich había que recuperar los valores del marxismo haciéndolos más viables en el desarrollo regional, con democracia participativa y protagónica y con organizaciones de base.

Para Dieterich, el proceso cubano tenía las virtualidades de su lealtad a los principios revolucionarios, pero con problemas de renovación de cuadros y una economía sin mayor posibilidad de recomponerse por varias circunstancias, entre estas el bloqueo del gobierno norteamericano, circunstancia que Chávez–de 45 años de edad, para ese momento - con la riqueza petrolera de Venezuela y un carisma extraordinario, asumió el rol protagónico.

El sociólogo y escritor alemán acompañó a Chávez hasta el año 2007 y se alejó señalando discrepancias que se produjeron por la profundización del caudillismo en Venezuela, por el abandono de principios ideológicos, y porque a las organizaciones de base se les privó de su razón de existir, evitando convertirse en expresión participativa, para deformarlas en lo actualmente son, grupos que deben movilizarse, a fin de enfrentar a quienes confrontan con el poder, ejercido en forma totalitaria.

Acusó Dieterich entonces la existencia - que aún persiste - de una burocracia en la sede del poder, es decir en Miraflores, con visos de corrupción y de alejamiento de lo que debió ser la esencia del socialismo del siglo XXI, que a su juicio era conjugar igualdad con libertad.

Dieterich no dudó de que en las elecciones presidenciales del 14-F, Maduro tenía la primera opción, pero al mismo tiempo expresaba que este es un “político convencional que nada tiene de revolucionario”.

Siempre los pueblos han expresado ante grandes circunstancias su solidaridad con el voto, y en el caso venezolano Maduro siendo Presidente encargado, para ese momento manejaba las cuentas del petróleo de Venezuela, lo cual le permitió ofrecer todo lo que se le ocurriera y eso en la coyuntura estaba por encima de la realidad que vivía el país con escasez y el encarecimiento de bienes de servicio y de la gravísima inseguridad.

Pero, además, Maduro recogió el sincretismo religioso que en los últimos tiempos caracterizó al presidente Chávez, cuando había dejado atrás las frases del 2007, dirigidas a los obispos venezolanos: “Les recomiendo a los obispos que lean a Marx, a Lenin, que vayan a buscar la Biblia para que vean el Socialismo en sus líneas, en el viejo y nuevo testamento”.

Por eso, lo del “pajarito chiquitico” que le silbó a Maduro en el templo, recoge la simbología del bautismo de Jesús por Juan Bautista en el río Jordán, que relata el evangelista Marcos “mientras –Jesús– subía del agua, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió sobre él como paloma; y se escuchó una voz desde el cielo: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.

Un tuit de @piter_kant que se reprodujo en varios diarios del mundo en los días previos a las elecciones presidenciales venezolanas, expresa: “Los borrachos, los niños y Mujica siempre dicen la verdad”.

La referencia es porque en Latinoamérica existían gobernantes socialistas que fueron perseguidos, torturados y encarcelados, por dictaduras represivas y fascistas, que en el ejercicio de sus gobiernos defendían la libertad y el derecho de quienes discrepaban con ellos a expresarse libremente, y respetaban a las instituciones y los espacios de información y opinión, pese a ser críticos de sus decisiones y acciones. Son ejemplos del socialismo del siglo XXI, la ex presidente Bachelet en Chile, la entonces presidente Dilma Rousseff, de Brasil, y el ex presidente Mujica, de Uruguay.

Se dice que quien sufre en carne propia la represión y la cárcel y llega al poder, tiene dos posibilidades, o hacerle lo mismo a otros, o repudiar su práctica y gobernar en democracia y libertad. Esta última fue la opción de los gobernantes antes indicados, y ni se diga Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro, que simbolizan la represión, tortura y atropello de los derechos humanos en su máxima expresión, como jamás ni nunca había padecido Venezuela desde su nacimiento republicano.

En nuestro país, creemos con fe y optimismo que vamos a salir de este laberinto, y estamos seguros ocurrirá pronto y ver en el futuro una transición de dictadura a democracia, tal como lo expresó en cierta ocasión el ex presidente brasileño Fernando Cardoso al señalar: “Cuando parece llegar lo inevitable, surge lo inesperado”, Claro está, que para obtener éxito en este propósito es necesario combatir y ampliar la base de apoyo para enfrentar al régimen autoritario de Maduro, con una visión positiva del futuro, aún cuando la gente acumule una gran indignación y críticas por la situación existente: hambre, desempleo, represión, corrupción, incapacidad, ineficiencia y narcoterrorismo, entre otros males que aquejan al cuerpo social del país.

A estas alturas, el obstáculo a vencer es el temor de la gente. Pese a ello, será posible acabar con esta terrible pesadilla del siglo XXI, representada por este régimen socialista, marxista y mal llamado bolivariano, tutelado por el bandidaje de su par cubano, que se aprovecha al máximo de la torpe ingenuidad de quien valido de artilugios y malabarismos tramposos, permanece aún en el poder.

Carlos Aguilera
careduagui@gmail.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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