sábado, 25 de julio de 2020

ROMÁN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN XI

Continuando con la serie que nos ha puesto a revisar la historia reciente de nuestro país, en el capítulo anterior recordamos episodios lamentables de lo que fue la actuación de uno de los políticos más importantes de la democracia civil venezolana, a partir del Pacto de Punto Fijo, y que paradójicamente fue también factor fundamental para su destrucción. 

Pues sí, las líneas gruesas de la política venezolana dan cuenta de que nada positivo, nada trascendente fue el segundo gobierno de Caldera, y por el contrario dejó grandes frustraciones e incumplimientos, por lo cual, debemos insistir en que su enfermiza obsesión, y ambición desmedida, lejos de hacerle bien al sistema democrático, le hicieron un gran daño. 

No sólo por el empeño reeleccionista, sino porque con su conducta, primero con su discurso del 4F/92 en el Congreso, y luego con el otorgamiento del Sobreseimiento desde la presidencia, avaló toda la destrucción a la que ha sido sometido el país en manos de comunistas enemigos del concepto de patria, pisoteando el orgullo de nuestros compatriotas, y poniéndonos al servicio de una dictadura voraz, y asesina como la cubana.  

Pésimo servicio prestado a la democracia, lo cual, nos lleva a ratificar que la reelección conspira contra el desarrollo de nuevos liderazgos, y desarrolla vicios en quienes se sienten predestinados. Tendrá que ser materia para la revisión, y eventual eliminación en futuras reformas, habida cuenta de que con los comunistas hoy en el poder, el tema de la reelección es peor, porque se hace eterno. 

He ahí la importancia capital, en nuestra opinión, de buscar mecanismos cívicos, pacíficos, constitucionales y electorales para salir del régimen que destruye a la nación en los últimos 21 años, y evitar la muerte de nuestro país, cuya existencia real está seriamente comprometida. 

El 2 de febrero de 1999, ocurrió la toma de posesión de Hugo Chávez, luego del triunfo electoral del año anterior que le fue servido en bandeja de plata, a pesar de su inmensa felonía con los golpes de estado del 92, y que lo llevaron a una cárcel dorada y llena de privilegios inaceptables para un criminal que buscaba no sólo el derrocamiento de un Presidente legítimo, sino incluso su muerte física, tal como lo demuestra la saña con que fue atacado el Palacio de Miraflores, así como la residencia oficial de La Casona, en la que permanecía la primera dama, y parte de su familia. 

Los medios de comunicación, así como la información oficial, ofrecieron un saldo de más de 300 muertos en esos golpes. Muertes que nadie pagó por el borrón y cuenta nueva que se les dio con el Sobreseimiento cómplice. 

Quedó registrado para la historia para quien quiera investigarlo, el momento de la juramentación, su discurso lleno de odio y resentimiento, con el cual, Chávez asumió el poder, prometiendo acabar con el orden constitucional vigente, y dar paso a una ¨nueva república¨. Aquel fue un día aciago. 

Hoy, 21 años después, podemos hacer examen claro, y preciso. Descarnado y sin pasiones de lo que era, y es hoy el país, luego de que él (Chávez) y su gente accedieran al poder. 

Ese análisis y recordatorio es lo que nos proponemos realizar con este y otros artículos sucesivos, para refrescar la memoria de quienes todavía creen que están haciendo lo correcto desde el gobierno, y para quienes en la oposición se empeñan en ser ineficaces con la forma en que asumen la política, a pesar de que se les ha dado una oportunidad inmensa de enderezar el entuerto. 

Lo más dramático es que no entienden que si no hacemos lo correcto hoy, no habrá mañana, ni más oportunidades como en el comunismo real. Seguimos.    

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra  

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